viernes, 27 de junio de 2025
CARTA A MARIANA, DESDE COMITÁN
Querida Mariana: mis cartas las escribo en Comitán. La luz divina las bendice. Cuando alguien dice que le gusta algún texto mío, pienso que se debe a que fue bendecido con la luz comiteca.
Ya viví un exilio, voluntario, pero exilio al fin. Dejé Comitán. Pensé que sería como cambiarse de habitación, pero no fue así. Cuando estuve lejos sentí la nostalgia que ahoga a muchos paisanos que, por alguna razón, dejaron el pueblo.
Hay de todo en la Viña del Señor, hay comitecos que viven tranquilos fuera del pueblo, que, incluso, son felices, mucho más felices que si siguieran viviendo acá.
Pero, hay gente que vive en otro lugar, porque así lo decidió el destino y no pudieron darle vuelta, pero añoran al pueblo, así se les irá la vida. Claro, si regresaran a Comitán todo cambiaría. He sido testigo de gente que, después de muchos años, volvió a la querencia y pasado un tiempo manifiestan su desencanto: “Ya nada es igual”, no, ya todo cambió. Borges dijo que no añoramos el lugar sino el tiempo vivido.
El otro día leí en el Facebook que el artista de la marimba Mario Ruiz Gordillo cumplió años, lo celebró en su casa de la Ciudad de México, subió una fotografía donde está cortando el pastel (que se ve rico) y un plato con tamales (dijo que eran pitaúles).
Mario es, sin duda, uno de los comitecos que añora a Comitán. Tal vez la palabra no es la correcta, él no añora a Comitán, porque lo tiene muy adentro de su espíritu.
Los comitecos no hemos valorado en toda su dimensión lo que Mario hace por Comitán, lo que ha hecho durante todos los años que ha vivido fuera de nuestro pueblo.
No sé cuándo fue a vivir a la Ciudad de México. Uno de sus hermanos, Romeo, mayor que él, fue mi compañero en la escuela preparatoria (salimos en el año 1974). Digo esto porque puede dar un dato del tiempo en que Mario salió del pueblo, debió ser en los años setenta, en mera efervescencia de la música Disco.
Medio mundo de acá, de los años setenta, recuerda que Mario, Romeo y demás hermanos eran integrantes de la famosa marimba que dirigió el papá de ellos. Esa agrupación musical fue verdaderamente ejemplar, porque integraba a la familia. Mario y Romeo siguieron con la tradición. Por desgracia, Romeo falleció hace pocos años o meses. Mario se quedó solo, ha seguido sembrando la música de marimba en muchos terrenos de la gran Ciudad de México, la que ahora es su ciudad. Digo que no hemos valorado todo lo que Mario hace, porque él es director de la Marimba Orquesta Maderas de Comitán. ¿Mirás lo que digo? En cualquier acto que ameniza lleva su arte y con éste el nombre de Comitán. Siempre que hace comentarios en el Facebook lo hace con un gran amor por la tierra donde nació. Acá tiene muchos amigos, éstos recuerdan con emoción las participaciones que tenía la marimba de su papá, quien, te he platicado, era muy simpático y declamaba unos versos chistosos, donde aparecía un tipo con un cuchillo que no tenía mango ni hoja (ahora lo recuerdo cuando leo el libro del gran poeta chiapaneco Balam Rodrigo que se llama: “Machete sin hoja al que le falta el mango”.
Siempre que hace un comentario relacionado con el pueblo, Mario menciona “Comitán, de mis amores, donde quieren de verdad”.
Él es un comiteco de cepa, gran músico. Imagino la cantidad de festejos donde ha regado música, su talento. Él sigue con la tradición paterna, un día recibió las enseñanzas de su papá y desde entonces ha seguido regando alegría.
Lo imagino trepando la marimba en un transporte (no sé cuál), conduciendo por las calles y avenidas de la gran ciudad y de lugares aledaños. Lo imagino bajando el instrumento, ayudado por otros compas, colocar la señora magnífica en un lugar especial; lo imagino haciendo el conteo que hace el director para señalar que todos los ejecutantes comiencen a tiempo. ¿Cuántas canciones tiene en su repertorio? ¿En cuántos lugares ha estado amenizando? En espacios cerrados y al aire libre. Toda su vida ha sido una gran aventura, al lado de su fiel marimba (no sé si esta marimba la llevó desde el pueblo).
Posdata: vi la foto de su cumpleaños, celebrado sin boato, casi en la intimidad. Él es un gran comiteco, así como celebró su cumpleaños también celebra cada año el aniversario en que abandonó el chupe. Tiene más de treinta años de no beber alcohol. Eso merece una diana diana conchinchín.
Mario lleva el orgullo de Comitán a todos lugares, y en todos los sitios deja en alto el nombre de nuestro pueblo. Mi querido amigo el doctor Luis Ignacio Avendaño Albores le cantaría, junto a la paisanada: "Mario, buen comiteco sos”.