viernes, 3 de marzo de 2023

CARTA A MARIANA, CON CERTEZAS TRISTES

Querida Mariana: Pitol dice que “uno es los libros que ha leído, la pintura que ha conocido, la música escuchada y olvidada, las calles recorridas…” Vos, ¿qué pensás? Coincido con Pitol, ¡el maestro! Por eso, vos y yo somos amigos, porque somos espíritus semejantes, edificios colindantes. Vos y yo tenemos gustos cercanos. Hemos leído libros iguales; amamos a los mismos autores (Pitol incluido); vemos el mismo cine (los temas de Woody Allen nos dicen que no caminamos por sendas diferentes); nos gusta la buena música, adoramos los escenarios donde la armonía está presente, aborrecemos los sonidos distorsionados y ofensivos; y luego, ¡sí!, somos las calles de Comitán que recorremos con el asombro del visitante, del que encuentra novedosos colibríes en las flores de cada balcón, de cada pared, de cada puerta, de cada zaguán. Somos las casas que habitamos. Por eso, el comiteco ha cambiado su personalidad, porque las casonas majestuosas, con corredores, patios centrales, amplios cuartos y sitios se convirtieron en casas reducidas, con intermitentes abrazos de luz. Antes, la lluvia y el sol se descolgaban como Tarzán en liana; hoy todo se recibe a través de enormes ventanales con cristal. Somos las calles recorridas. Soy, por supuesto, más tradicional que vos, porque vengo de un tiempo donde la arquitectura urbana era armoniosa, la altura de las casas era igual y daba una sensación de total musicalidad. Las casas se integraban en un todo equilibrado; vengo de un concierto donde cada nota servía para apuntalar la melodía que vivíamos en forma permanente. Por eso, hoy, el carácter comiteco es otro. ¿Signo de los tiempos? Sí, el mundo es los libros que lee (la literatura contemporánea está plagada de testimonios violentos); el mundo es el cine que ve (con multitud de efectos especiales y guiones llenos de sangre, de horror, de incertidumbre); el mundo es la pintura que observa (propuestas estéticas que se quedan en la novedad sin raíz auténtica). Vos sos muy joven, mi niña amada; y, sin embargo, identificás los cambios brutales, porque hoy todo es más rápido, desechable. Sos lo que has visto, lo que has olido, lo que has escuchado. Estoy seguro que añorás los aromas y sonidos de tu infancia y de tu adolescencia, épocas que están a la vuelta de tu esquina, y que ya suenan tan lejanos. Sos la niña que fuiste, pero ya todo es un recuento tan vago. Por eso, niña mía, procurá rascar en tus instantes sublimes y rescatá lo esencial para que no te atrape esta burbuja boba y artificial que hoy nos presentan. Comitán, qué pena, se va desdibujando poco a poco. Los modelos a seguir son tan vacuos, tan superfluos, tan sin valores. Posdata: Pitol dice: “…uno es una suma mermada por infinitas restas.” ¡Pucha, qué frase tan contundente, tan real, tan miserable, tan triste! ¡Tzatz Comitán!