viernes, 31 de marzo de 2023

CARTA A MARIANA, CON UNA CHICA BONITA

Querida Mariana: ayer estuve en el parque central del pueblo. Hubo concierto de marimba. Ah, qué gusto para el cuerpo y para el espíritu. La gente mueve los pies al ritmo de la música, no faltan las personas que se ponen de pie y bailan, con pareja o sin pareja, total, se trata de dar gusto al cuerpo. Se mueven como papelitos al aire, pierden la esencia corporal y se convierten en mariposas en el vuelo. Quienes por ahí pasan se detienen, me tocó ver a una pareja con el hijo agarrado de las manos, se pararon, quién sabe hacia dónde se dirigían, pero hicieron una pausa, el niño nunca sabrá, pero un ave maravillosa aleteó frente a su cara un ratito: el colibrí de la marimba, esto hará que su espíritu reconozca para siempre este instrumento, porque, en Italia, tierra de mis ancestros, los niños se topan con sonidos de acordeón. Estas diferencias culturales son las que hacen divertido al mundo. Escuché dos canciones, porque, igual que muchos, llevaba prisa, pero me detuve, porque esa pausa era como elíxir para el alma, para embolar los sentidos en forma plena. No identifiqué la primera canción, pero sí la segunda: Bonita, de Arcaraz. Y recordé que don Luis Arcaraz, el famoso autor de esa canción, anduvo en Comitán en los años setenta, en 1974, se presentó en el Club de Leones, lugar donde las marimbas comitecas sonaron bien sabroso e hicieron bailar a los comitecos. Don Luis vino con su orquesta, orquestón. Todos los músicos se pararon frente al maravilloso escenario que tenía el Club. Ahora el Club de Leones es un templo religioso, los leones se fueron y otros personajes realizan ahí sus rituales, porque amigos que eran hijos de Leones me contaban que cuando era admitido un nuevo integrante del Club, la comunidad leonina rugía. Ah, debió ser impresionante ese instante, donde los hombres imitaban el rugido del rey de la selva, lo hacían en un espacio de Comitán. La orquesta de Luis Arcaraz alegró el baile de fin de año de la generación de preparatoria 1971 – 1974, bueno, la de una mitad de la generación, porque en ese año, a pesar de que había compañerismo y amistad entre el grupo, en un momento apareció una desavenencia y un grupo encabezado por José Luis Molina (hijo del gran marimbista don Cliserio) se opuso a la asociación formalmente constituida que era dirigida por Raúl Sánchez (gran tenista, el mejor de Chiapas, en ese tiempo, que descansa en paz) y la división se dio. Así que el grupo de José Luis amenizó su baile con Acerina y su danzonera y el baile del grupo de Raúl fue amenizado por Arcaraz. Esa noche, maravillosa noche, hubo un momento en que anunciaron la famosa canción y todos los que ahí estaban bailaron la canción “Bonita”, que escuché ayer en el parque, interpretada en marimba. Posdata: otro día te contaré del baile de Acerina, porque yo me pasé al grupo de José Luis, por eso, una noche, precisamente en el Club de Leones, Raúl me dijo que era un traidor. Si ahora me preguntás por qué dejé el grupo oficial, digo que no sé. El grupo de José Luis me cercó en los pasillos de la prepa y me explicaron por qué habían iniciado un movimiento de insurrección. Ser un insurrecto me pareció una posición muy digna, así que firmé el documento donde quedaba inscrito para siempre como insurrecto. Admiré a todos mis compañeros, lo sigo haciendo. José Luis siempre fue alumno de diez, alumno brillante; Raúl ¡no!, él era de media tabla, pero, ¡pucha!, fue el mejor tenista joven de Chiapas, un verdadero campeón. En un verso de la canción “Bonita”, el autor le pide a la muchacha “que haga pedazos su espejo para ver si así deja de sufrir su altivez”. Ayer pensé que no, que las muchachas bonitas no deben quebrar sus espejos, al contrario, deben consentirlos, para consentir su imagen, para saberse lindas, que los pretendientes hagan hasta lo imposible para que ellas también se fijen en ellos. Por supuesto, las muchachas bonitas, que lo son todas, deben apapacharse, amarse, ser altivas. ¡Tzatz Comitán!