lunes, 30 de junio de 2025
CARTA A MARIANA, CON UN LUGAR FASCINANTE
Querida Mariana: te contaré de El Dorado. Me costó trabajo hallar el adjetivo que se acerque a lo que es este espacio. ¿Qué decir de un lugar maravilloso? ¿Necesita adjetivos calificativos? Tal vez sí, porque es una forma de hablar de las cualidades de un espacio. Tengo la experiencia de testimonios de viajeros, cuando vuelven al pueblo usan adjetivos para compartir lo vivido. ¿Qué adjetivo describe mejor la emoción de conocer y estar en El Dorado, en el fascinante pueblo de Tzimol?
Sé que vos estuviste una vez en El Dorado. Fuiste con tu novio y su familia. Cuando regresaste vi en tu mirada que habías estado en un lugar que, tal vez, ya es un adjetivo en sí mismo. Porque sí, hay lugares que los adjetivos del diccionario no alcanzan para nombrarlos, son lugares que se vuelven adjetivos para definir lo excelso. ¿Se puede decir “El dorado” para nombrar lo maravilloso? Es decir, a partir de hoy ¿El Dorado es un adjetivo para decir que todo es único? ¿Puede el novio satisfecho decir que la relación con su niña amada es como “El Dorado”?
Soy testigo (así a distancia) del prodigio que Lourdes y Xavier han sembrado en Tzimol. Desde el principio vieron que ese espacio tenía todo para convertirse en el enjambre de luz que es ahora, el espacio contaba con aire limpio, con árboles majestuosos y con un venero de agua cristalina. Lourdes vio que ahí las flores eran colibríes que volaban en todos lados; supo que era un espacio para que ellos vivieran, un espacio para compartir con los demás. Y, con amor, pasión, fueron colocando peldaños en el piso del aire hasta lograr el espacio que ahora tienen y ponen a disposición de las familias.
El otro día fuimos con Paty Cajcam; fuimos a entregar el libro “Yo también hablo de Rosario Castellanos”, de mi autoría, libro que compró Xavier. Como nuestra política es la de servicio VIP fuimos a Tzimol para entregar en mano propia el ejemplar; en realidad, Xavier nos dio el feliz pretexto de visitarlos, de estar en El Dorado, espacio de excelencia. Cuando llegamos Xavier nadaba en la alberca (piscina, dice mi mamá) y Lourdes cuidaba algunas plantas cerca de su casa. Nos dio pena interrumpir a Xavier en la práctica, pero dijo que ya había terminado su diaria sesión y salió de la alberca. Yo (me conocés) pinté mi clásica raya de “atrás que estoy platicando”, porque siempre debo estar, mínimo, a metro y medio de un lugar donde hay agua (mejor si son dos o tres metros). No sé nadar y sólo me acerco al agua cuando llueve o cuando me baño (igual que Xavier lo hago todos los días). Xavier salió de la alberca, le entregué a Lourdes el ejemplar del libro y platicamos un rato. Debíamos ir con Paty Cajcam a la Palapa de Modín, restaurante que está pasando la Rejoya, donde preparan un filete de pescado con hoja de momón de rechupete, exquisito.
¿Puedo hacerte una sugerencia para tu fin de semana? ¡No lo pensés más! ¡Andá a El Dorado! Xavier y Lourdes han preparado para vos y tu familia un espacio agradabilísimo. Tienen habitaciones con todas las comodidades y con una asepsia del ciento por ciento. La mañana que estuvimos con ellos pensé en todas las ventajas de estar alejado del “mundanal ruido”; dormir como bendito, despertar y meterte en la alberca, sentir la sensación de estar en una burbuja llena de agua y aire; aprovechar un tratamiento de relajación que te brindará Lourdes; botarse, literalmente hacerlo, en una hamaca colgada de ramas de enormes árboles, abuelos generosos; pedir que te lleven el filete de pescado con hoja de momón, de la Palapa de Modín. Sí, ellos también te proporcionan ese servicio VIP, te llevan el desayuno hasta El Dorado.
Lourdes y Xavier han creado un espacio que no tiene más definición que ésta: es un lugar “El Dorado”, porque al pronunciarlo se nombra a lo mejor de la vida. El Dorado está cerquísima de Comitán, cerca de San Cristóbal de Las Casas, es un lugar prodigioso, un lugar donde la familia podrá tener un verdadero reencuentro con la naturaleza y consigo mismo. El contacto con la esencia de la vida permite una conexión maravillosa con lo más íntimo de nuestro ser.
Esta clase de lugares se definen como El Paraíso, porque tienen mucha semejanza con el jardín del principio, lugar donde todo era edénico, donde todo permanecía intocado para disfrute del alma.
Posdata: sugiero que tu próximo viaje vea hacia Tzimol, hacia El Dorado. Un buen fin de semana lo disfrutarás como nunca y tu espíritu te lo agradecerá, porque no hay como estar con uno mismo en un ambiente de paz y tranquilidad. A partir de hoy deseo que tus días, todos, sean “El Dorado”.
¡Tzatz Comitán!
domingo, 29 de junio de 2025
CARTA A MARIANA, CON EL QUIJOTE Y MARY POPPINS
Querida Mariana: vi la película “Mary Poppins” en el Cine Montebello; leí “El Quijote” en mi casa comiteca, cerca de la Escuela Fray Matías de Córdova (hoy, el Cine Montebello es el Teatro de la Ciudad y mi casa es un hotel de la familia Bermúdez).
En estos días estoy releyendo “El Quijote” y volví a ver la película “Mary Poppins”; una cascada de recuerdos cayó sobre mi alma.
¿Puedo unir a ambas personalidades, digo, Mary Poppins y El Quijote? Sí, porque ambos personajes son lo que se dice inspiradores. Ambos son personajes de ficción que tocan a los de su entorno (basta decir lo que El Quijote logró con Sancho Panza, y lo que Mary logró con los niños Jane y Michael); y ya no le sigo, porque del universo de lectores y cinéfilos, sé que muchísimos han sido tocados con las personalidades de tan famosos personajes.
Sí, querida mía, hay gente que inspira, gente que con su hacer hace diferencia, que toca, que mueve espíritus. Claro, no sólo son los grandes personajes del cine y de la literatura, ni los grandes nombres de personajes relevantes en el mundo; hay gente inspiradora en todas partes, en los lugares menos predecibles. Hay padres y madres que son verdaderos modelos para sus criaturas; hay maestros que motivan a sus alumnos (la versión que leo de “El Quijote” es una edición conmemorativa. El presidente Vicente Fox se aventó una dedicatoria, porque el libro fue distribuido en forma gratuita al magisterio, ahí él dijo que también los maestros y maestras son de espíritu quijotesco).
El Quijote y Mary Poppins, desde la ficción, hicieron más amable este mundo ingrato (lo siguen haciendo).
El mundo es una mierda. Ellos, los seres inspiradores, lo hacen más respirable. ¿Qué podemos decir en estos tiempos de guerra? ¿Qué imágenes procesa el mundo ante los ataques de Israel y de Irán? ¿En dónde los Quijotes y las Mary Poppins que inspiren un mundo mejor? Un lugar común sostiene que “la realidad siempre supera a la ficción”, es cierto, cada día lo atestiguamos, pero es la ficción la ventana que nos da un aire humano; todo lo demás parece estar liderado por bestias. Los líderes de los países se enferman de poder y éste los lleva a hacer cosas inimaginables.
Al mundo le hace falta seres inspiradores de grandes acciones, acciones que beneficien al mundo y no lo destruyan. Mary Poppins sembró semillas de imaginación en los niños; El Quijote sembró justicia y, sobre todo, el ideal de libertad. Los líderes de hoy siembran terror, miseria. No puede ser de otra manera, quien tiene mierda en su corazón defeca lo mismo. ¡Qué pena!
El mundo necesita a líderes inspiradores, luminosos, que siembren flores en los campos donde vuelan las abejas. Al mundo le hace falta otro Cristo, otro Che, otro Fidel, otra Madre Teresa, otro Pelé, otra Thatcher, otro Gandhi (sí, también librerías).
Los ateos no creen en Dios, en su negación existe la soberbia de creer que ellos son dioses, por eso se creen dueños de las vidas de los demás. ¿Qué es lo que hacen ahora quienes tienen a la Tierra metida en otro gran conflicto bélico?
Mencioné algunos nombres de personajes inspiradores. Ahora a vos te toca repasarlos y decir quiénes realmente hicieron más bien a la humanidad, porque en el mundo, ¡qué bueno!, hay para todos los gustos. Si ahora anotara una relación de grupos musicales veríamos cuáles son verdaderamente inspiradores, sólo como un mero ejercicio digo Los Beatles, digo Chicago, digo Los Xochimilcas, digo Los Ángeles Azules. Para todos los gustos. Como viste, no mencioné a Bach, Beethoven. ¿Por qué? Porque, tal vez, ningún músico actual piense que estos clásicos son inspiradores. En estos tiempos, tan desechables, tan mediocres, la inspiración de los chicos y chicas está señalada no en la tradición sino en lo actual. ¿Quién escucha a Mozart? Todo mundo escucha a Maluma y éste se convierte en el modelo a seguir. ¿Qué produce la mediocridad? Eso, eso, querida mía.
Posdata: son tiempos confusos, porque la mercadotecnia nos impulsa a lo soso (iba a decir zonzo). El Che tuvo muchos defectos, muchísimos, pero tuvo virtudes que sirvieron para motivar a muchos jóvenes que se rebelaron contra el sistema. Tuve muchos amigos que dibujaban la efigie del Che y colgaban esos dibujos en las paredes de sus recámaras. Ahora, ¿qué personas inspiran la contracorriente, el pensamiento reflexivo? Cualquier agnóstico diría que no hace falta un personaje como Cristo, hijo de Dios, pero yo digo que sí, este compa tuvo más virtudes que defectos, bastaría retomar eso de amar al prójimo como a uno mismo para tener un mundo más amable, menos lleno de mierda.
¡Tzatz Comitán!
sábado, 28 de junio de 2025
CARTA A MARIANA, CON UNA FOTOGRAFÍA DEL AÑO 1968
Querida Mariana: lo escribí muy apresurado. Esta fotografía es de 1968, de junio de 1968. Es una foto histórica. Mi amigo el ingeniero Francisco Tovar tuvo la gentileza de pasarme una copia. ¿Ya reconociste la calle? Sí, es Comitán, por supuesto. La calle es la tercera norte poniente. El sentido de los autos está cambiado, hoy es de acá para allá; es decir, de acá hacia el bulevar, hacia el Hotel Los Lagos.
¿Ya reconociste la calle? Cuando el ingeniero Tovar me enseñó la fotografía, le dije: ¡es la calle de mi casa!
¿Sabés quién va en el auto, de pie? Es el presidente de la república, el licenciado Gustavo Díaz Ordaz. Esa mañana de junio el pueblo de Comitán se volcó para recibirlo. La comitiva llegó hasta la esquina del hotel Los Lagos y ahí el presidente subió al auto que acá se ve y fue saludando a la gente que le aplaudía a su paso. Como es tradicional, al lado del auto van integrantes de la guardia presidencial, vigilando que todo transcurra en orden. A ambos lados de la calle se ve la valla de alumnos y alumnas de muchas escuelas. Las autoridades de Comitán solicitaron a las directivas de las escuelas que mandaran a contingentes de estudiantes, bien uniformados y escoltando el paso del presidente Díaz Ordaz.
¿Ya identificaste el lugar? Está a una cuadra de la Escuela Fray Matías de Córdova. Si mirás con atención verás que en el extremo inferior izquierdo hay un murete de piedra, luego había dos o tres casas antes de la escuela. Bueno, el primer acto que realizó en Comitán ese día fue precisamente visitar la escuela y develar una placa en bronce que aún existe y que está en el vestíbulo de la primaria, placa que da testimonio de esta visita.
Cuando el ingeniero Tovar me mostró la foto le dije: Antes que el presidente yo pasé por el centro de esta calle. Ya te he contado que mi director, el maestro Víctor Manuel Aranda León, me dio una encomienda muy importante: que caminara hacia el hotel y cuando viera el arribo de la comitiva corriera para avisar que el presidente de la república estaba a punto de llegar a nuestra escuela. Ya podés imaginar cómo me sentí orgulloso de tal deferencia, yo, el gordito Molinari, entre cientos de alumnos, había sido elegido para tal comisión. El libro de la historia comiteca ignora este encargo, pero te lo cuento, porque la cumplí con comedimiento. Fui caminando, por la banqueta (detrás de la valla de los alumnos), hasta el hotel y cuando vi que el presidente bajó de un autobús corrí para cumplir la tarea. Decidí, no me preguntés el porqué, correr a mitad de calle y comencé a gritar ¡ya viene el presidente! Los estudiantes de la prepa que hacían valla muy cerca del hotel, contagiados con mi grito, gritaron también: “cuch, panzudo, gordo”, pero no les hice caso, ellos qué iban a saber, ellos eran unos simples peones haciendo valla, yo era un emisario, alguien que llevaba la noticia. Acezando, pasé por mi casa y, ya agotado, llegué al punto donde acá se ve que va el presidente. No podía parar, mi director estaba esperando mi comunicado. Llegué hasta mi escuela y busqué al maestro Víctor Manuel y, orgulloso, como si fuera un soldado, me paré frente a él y dije: “Ya viene la comitiva”, y me senté en una banca que aún existe al lado de la dirección, mi corazón era un tambor que hacía un redoble por la satisfacción del deber cumplido. Imagino que estaba colorado, jalando aire de donde se pudiera. El director, entonces, avisó a los maestros y maestras que vigilaran que todo estuviera en orden, porque ya estaba por llegar el presidente. Yo había dado ese mensaje.
No había walkie-talkies, no había celulares, no había otra forma de comunicarse que por señales de humo o enviar a un mensajero para que (como le llevaban el pescado al tlatoani azteca desde Veracruz hasta el altiplano) corriera y llevara la noticia lo más fresca posible.
Digo que esta foto es histórica porque da cuenta de un momento importante de una visita presidencial que no se da todos los días (ya el otro día te conté cómo me fue en la visita que la presidenta Claudia hizo a Comitán el día de la inauguración de la Universidad Nacional Rosario Castellanos, cuyo edificio está en el antiguo plantel de CRESUR, al lado del Polideportivo). Como esta carta sólo es para vos y estamos en confianza, te invito a hacer un ejercicio de imaginación, agarrá un borrador y, en forma respetuosa, quitá toda la comitiva presidencial, eliminá el Mustang donde viaja el presidente de la república y dejá toda la calle limpia, vacía, dejá solo las vallas de alumnos, porque así como están estas chicas acá en primer plano (imagino que son estudiantes del Colegio Regina) toda la calle estaba flanqueada por estudiantes. Ahora, que ya quedó vacía, por favor, imaginá que ves a un gordito (con el uniforme de la Matías). ¿Ya viste que voy corriendo, que grito que ya llegó el presidente, que muy pronto pasará por el mismo lugar donde yo voy? Sí, pucha, la foto es histórica.
Para quienes son de mi generación daré un lugar de referencia, porque donde se ve el murete de piedra en este 2025 hay casas y locales comerciales. Pero lo que sí mantiene su traza original es el edificio de dos plantas que se ve en la esquina. No sé si alcanzás a ver, pero en la segunda planta esta casa tiene un corredor que está protegido por barandales. La mañana de junio de 1968 los habitantes salieron y desde ahí saludaron el paso presidencial. Esa casa era propiedad de la familia de Don Hernán León (quien tenía una tienda de telas en la hoy desaparecida manzana de la discordia). Enfrente de la casa de Don Hernán se alcanza a ver un terreno muy amplio, delimitado con lienzos de madera (¿mirás el portón hermoso en la mera esquina que tenía un techito de láminas?). Ese terreno era propiedad de un señor Pedrero. Actualmente es propiedad de la familia Bermúdez y ya está totalmente construida con residencias. En 1968 era un pequeño pulmoncito, recuerdo que ahí había árboles de chulul.
Debo decirte que esta calle era mi “caminito de la escuela”, todas las mañanas la recorría para llegar a La Matías. Mi casa estaba a cuadra y media de mi espacio de estudio, así que temprano salía de casa y caminaba esta calle, a la salida hacía el trayecto contrario.
¿Ya te quedó claro que mi escuela Matías está en la esquina adonde se dirige el carro del presidente? Bueno, ahora toca decir dónde estaba mi casa. En la misma banqueta de la casa de Don Hernán León, que tu mirada camine un poquito, que pase por una casa y luego se detenga en la siguiente: esa es mi casa (ya dije que ahora es un hotel de la familia Bermúdez). ¿Cómo podés identificar mi casa? Diré que la fachada era de piedra, tenía cuatro enormes ventanales y un portón igualmente enorme (porque era entrada de los dos camiones repartidores de refresco). La fachada de piedra la mandaba a barnizar mi papá, así que era una casa muy suigéneris, ninguna del barrio era semejante, incluso en el pueblo había pocas así. Si mirás con atención la fotografía lograrás ver que hay un anuncio de bandera, con los tradicionales colores de la Coca Cola: el blanco y el rojo. Ese anuncio avisaba que ahí vendíamos el refresco. Las personas que tenían tendejones cerca de la casa llegaban con sus morraletas y sus envases vacíos, de cristal, y los intercambiaban con botellas llenas de líquido, dejaban su paga y se llevaban los refrescos que venderían.
Ese día fue una gran verbena, después de pasar a saludarnos a la escuela primaria, el presidente volvió a treparse en el auto (sé que el chofer fue mi amigo Don Toñito, papá del Doctor Segundo Guillén, quien ahora es coordinador general ejecutivo de la Secretaría de Turismo, del estado de Chiapas) y fue hacia la presidencia municipal. Hay fotografías donde se ve al presidente haciendo guardia de honor ante la estatua gigantesca de Tío Belis que estaba en el centro de nuestro parque central.
Posdata: el ingeniero Tovar me hizo un gran obsequio, porque me regresó a un momento histórico del pueblo. Sin duda que el mismo orgullo que tuve por participar en forma tan renombrada, lo tuvo mi amigo Don Toñito Guillén, al ser elegido como chofer del auto que condujo al presidente de la república por las calles y avenidas de Comitán.
El ingeniero Tovar tiene esta fotografía en su álbum personal porque su abuelo Eduardo L. Tovar, quien fue presidente municipal de Comitán, estuvo al lado del presidente de la república en un momento determinado.
Sé que muchos paisanos recordarán esta fecha, lo sé.
¡Tzatz Comitán!
viernes, 27 de junio de 2025
CARTA A MARIANA, DESDE COMITÁN
Querida Mariana: mis cartas las escribo en Comitán. La luz divina las bendice. Cuando alguien dice que le gusta algún texto mío, pienso que se debe a que fue bendecido con la luz comiteca.
Ya viví un exilio, voluntario, pero exilio al fin. Dejé Comitán. Pensé que sería como cambiarse de habitación, pero no fue así. Cuando estuve lejos sentí la nostalgia que ahoga a muchos paisanos que, por alguna razón, dejaron el pueblo.
Hay de todo en la Viña del Señor, hay comitecos que viven tranquilos fuera del pueblo, que, incluso, son felices, mucho más felices que si siguieran viviendo acá.
Pero, hay gente que vive en otro lugar, porque así lo decidió el destino y no pudieron darle vuelta, pero añoran al pueblo, así se les irá la vida. Claro, si regresaran a Comitán todo cambiaría. He sido testigo de gente que, después de muchos años, volvió a la querencia y pasado un tiempo manifiestan su desencanto: “Ya nada es igual”, no, ya todo cambió. Borges dijo que no añoramos el lugar sino el tiempo vivido.
El otro día leí en el Facebook que el artista de la marimba Mario Ruiz Gordillo cumplió años, lo celebró en su casa de la Ciudad de México, subió una fotografía donde está cortando el pastel (que se ve rico) y un plato con tamales (dijo que eran pitaúles).
Mario es, sin duda, uno de los comitecos que añora a Comitán. Tal vez la palabra no es la correcta, él no añora a Comitán, porque lo tiene muy adentro de su espíritu.
Los comitecos no hemos valorado en toda su dimensión lo que Mario hace por Comitán, lo que ha hecho durante todos los años que ha vivido fuera de nuestro pueblo.
No sé cuándo fue a vivir a la Ciudad de México. Uno de sus hermanos, Romeo, mayor que él, fue mi compañero en la escuela preparatoria (salimos en el año 1974). Digo esto porque puede dar un dato del tiempo en que Mario salió del pueblo, debió ser en los años setenta, en mera efervescencia de la música Disco.
Medio mundo de acá, de los años setenta, recuerda que Mario, Romeo y demás hermanos eran integrantes de la famosa marimba que dirigió el papá de ellos. Esa agrupación musical fue verdaderamente ejemplar, porque integraba a la familia. Mario y Romeo siguieron con la tradición. Por desgracia, Romeo falleció hace pocos años o meses. Mario se quedó solo, ha seguido sembrando la música de marimba en muchos terrenos de la gran Ciudad de México, la que ahora es su ciudad. Digo que no hemos valorado todo lo que Mario hace, porque él es director de la Marimba Orquesta Maderas de Comitán. ¿Mirás lo que digo? En cualquier acto que ameniza lleva su arte y con éste el nombre de Comitán. Siempre que hace comentarios en el Facebook lo hace con un gran amor por la tierra donde nació. Acá tiene muchos amigos, éstos recuerdan con emoción las participaciones que tenía la marimba de su papá, quien, te he platicado, era muy simpático y declamaba unos versos chistosos, donde aparecía un tipo con un cuchillo que no tenía mango ni hoja (ahora lo recuerdo cuando leo el libro del gran poeta chiapaneco Balam Rodrigo que se llama: “Machete sin hoja al que le falta el mango”.
Siempre que hace un comentario relacionado con el pueblo, Mario menciona “Comitán, de mis amores, donde quieren de verdad”.
Él es un comiteco de cepa, gran músico. Imagino la cantidad de festejos donde ha regado música, su talento. Él sigue con la tradición paterna, un día recibió las enseñanzas de su papá y desde entonces ha seguido regando alegría.
Lo imagino trepando la marimba en un transporte (no sé cuál), conduciendo por las calles y avenidas de la gran ciudad y de lugares aledaños. Lo imagino bajando el instrumento, ayudado por otros compas, colocar la señora magnífica en un lugar especial; lo imagino haciendo el conteo que hace el director para señalar que todos los ejecutantes comiencen a tiempo. ¿Cuántas canciones tiene en su repertorio? ¿En cuántos lugares ha estado amenizando? En espacios cerrados y al aire libre. Toda su vida ha sido una gran aventura, al lado de su fiel marimba (no sé si esta marimba la llevó desde el pueblo).
Posdata: vi la foto de su cumpleaños, celebrado sin boato, casi en la intimidad. Él es un gran comiteco, así como celebró su cumpleaños también celebra cada año el aniversario en que abandonó el chupe. Tiene más de treinta años de no beber alcohol. Eso merece una diana diana conchinchín.
Mario lleva el orgullo de Comitán a todos lugares, y en todos los sitios deja en alto el nombre de nuestro pueblo. Mi querido amigo el doctor Luis Ignacio Avendaño Albores le cantaría, junto a la paisanada: "Mario, buen comiteco sos”.
jueves, 26 de junio de 2025
CARTA A MARIANA, CON PREGUNTAS
Querida Mariana: el Platicatorio lo cerramos con el Cuestionario Molinari. Una de las preguntas dice: ¿Qué soñaste de niño que serías de grande?
¿Vos soñabas con ser algo cuando crecieras? Hay gente que sí, que desde niño sintió la pasión por algo. ¿Cómo se da ese llamado vocacional? En muchos casos es porque alguien cercano inspira o algo en los genes hace el llamado; en ocasiones alguien encuentra el llamado en el interior de un salón de clases.
No siempre es así, conozco gente que nunca se planteó la pregunta: ¿qué voy a ser de grande? Romeo me dijo: ¡Ser! Claro, eso ya es una respuesta.
Quien compra un cachito de lotería y no gana ¡se frustra!, porque hubo un instante en que soñó qué haría con toda la paga. Lo mismo resulta cuando hubo alguien que, de niño, soñó con ser alguien en la vida. Nadie sueña con ser un mediocre, ¡no! El niño que soñó con ser futbolista se soñó un triunfador, el futuro Messi (en mis tiempos soñaban con ser como Pelé); asimismo, la niña que soñó con ser actriz no se soñó haciendo papeles secundarios sino siendo una gran estrella, alguien que una noche subiera al escenario para recibir, en medio de estruendosa ovación, la codiciada estatuilla del Óscar; y así con los cantantes, los toreros, los sacerdotes, los bomberos, los arquitectos, los artistas plásticos, las danzantes, las fotógrafas.
Y mencioné fotógrafas, porque hace días nos enteramos que nuestra paisana Graciela Iturbide obtuvo el premio Princesa de Asturias de Las Artes 2025, reconocimiento que entrega la fundación española. ¿Recordás que el año pasado celebramos que este mismo premio se le concediera al cantante Joan Manuel Serrat? ¡Puro grande, pura hoja de oro del árbol supremo!
La biografía de Graciela dice que nació en 1942 y en 1969 entró a la UNAM para estudiar dirección de cine. Pero al mismo tiempo comenzó a trabajar como asistente del gran fotógrafo Manuel Álvarez Bravo.
En estos días se inauguró una exposición con obra de Graciela. Mirá el título de la exposición: “Cuando habla la luz”, ah, qué bello modo de decir lo que la fotografía significa.
¿Graciela niña soñó con ser fotógrafa, con oír el lenguaje de la luz y traducirlo en imágenes? No lo sé. Ahora que ganó el premio español, en una entrevista dijo que ella fotografía lo que le sorprende. Los críticos dicen que ella toma fotos con su mirada y con su corazón.
Los niños y niñas que soñaron ser algo grande cuando fueran adultos y lo lograron, es porque su mirada no cambió de foco y le pusieron alma y corazón para lograr el objetivo.
Ahora, con la muerte de Vargas Llosa me he acercado mucho a su vida y obra, releo sus novelas y ensayos (acabo de darle otra vuelta a la novelilla “Travesuras de la niña mala”) y a cada rato me encuentro que él sí soñó con ser escritor y, al final del camino, logró ser un gran escritor, porque lo tomó con profesionalismo desde el primer día. Al margen te cuento que en la relectura de la novela “Travesuras de la niña mala” hallé que los peruanos comen con frecuencia “butifarra de chancho con pan francés”. Mirá qué semejanza con lo nuestro. Claro, lo que ellos llaman butifarra no es un embutido sino algo como lo que acá llamamos “pierna”, pero el pan francés tiene mucha semejanza con lo que acá comemos. Pucha, este famoso pan francés se ha dado una gran paseada por toda Latinoamérica. Buscando en Internet hallé que la butifarra de chancho con pan francés está catalogada en el segundo lugar de las mejores tortas a nivel mundial, la torta mexicana aparece en un lugar más abajo. La butifarra peruana es como una torta, como un sándwich y, como ya dije, es uno de los antojos favoritos de los peruanos, hacé de cuenta como el pan compuesto de acá (a propósito, ya te he contado que en el restaurante July preparan tortas de butifarra, que tienen un sabor exquisito).
A cada rato veo a los trabajadores y pienso si ese trabajo es el que soñaron de niños. No. Hay muchas vidas frustradas. El gran escritor Julito Cortázar decía que era un músico frustrado, porque le habría gustado ser músico. Bueno, en su caso, no estuvo mal el canje, se convirtió en uno de los mejores escritores del mundo y ser uno de los mejores en el rubro profesional significa haber pegado un home run en el juego de la vida y él vivió feliz escribiendo.
Posdata: vos sos feliz, porque soñaste con dedicarte al cine y lo hacés. ¿Serás una grande? ¿Recibirás alguna vez el Princesa de Asturias? No lo sé, pero miro que vos no vivís para el reconocimiento sino para el conocimiento.
Yo soy feliz por la actividad que realizo, mirá qué bonita relación de pasiones: soy lector, cinéfilo, escritor, pintor, dibujante. Pucha, soy un consentido de Dios. ¿Qué de esto soñé ser cuando niño? Nada, dejé que la vida me pusiera en el lugar correcto. No todo mundo posee esta gracia divina.
¡Tzatz Comitán!
miércoles, 25 de junio de 2025
CARTA A MARIANA, CON INGENIOSIDADES
Querida Mariana: el país tiene fama de ingenioso. ¿El ingenioso está a punto de ser un genio? A mí me encanta el ingenio de mis paisanos: los comitecos. Si hubiera un concurso de Las Ingeniosidades Más Geniales, nuestro pueblo alcanzaría un buen lugar, porque vaya que en este pueblo hay ingenio.
Ahora buscaré la definición de ingenio. Voy, voy.
“Ingenio: facultad del ser humano para discurrir o inventar con prontitud y facilidad”. Algo así imaginaba. Gracias a Dios, el diccionario no me dijo: “Ingenio: Pujiltic”.
En el pueblo tenemos a la anécdota como uno de los rasgos esenciales de su personalidad. En todo el estado y más allá hay un reconocimiento por el ingenio de las anécdotas comitecas, y no sólo esto, sino también el ingenio de los cuenta anécdotas.
Mirá, ya van dos posibilidades de concursos, el primero sería de Las Ingeniosidades Más Geniales, y el segundo sería un concurso estatal de Anécdotas. Bueno, tal vez no sea una idea correcta, porque esto de los concursos siempre tiene inconvenientes. ¿Quiénes serían los integrantes del jurado? ¿Cómo se califica que una ingeniosidad o una anécdota es la mejor?
En el pueblo, digo, hay mucha gente llena de ingenio. Esto lo llevo al terreno del lenguaje, por eso concluyo que Comitán tiene grandes anécdotas, que son muy ingeniosas. En la lengua está la ingeniosidad, ahí se manifiesta como si fuera una cohetería. El cielo se ilumina cuando aparece una anécdota que nos hace botarnos de la risa. Hablé de un cohete, porque la anécdota es eso al final, un destello que sube al cielo y en el momento sublime estalla en mil brillos.
Hemos tenido siempre los grandes nombres, pero todas las familias comitecas tienen en casa a alguien que se distingue por ser ingenioso con la palabra, que responde en forma simpática o que cuenta historias de una manera especial. El lenguaje se sublima en Comitán.
Dije que hemos tenido grandes nombres, el primero que asoma a mi mente es el de Doña Lolita Albores (Albures, le decían los malcriados), que era un horno donde la anécdota salía calientita, deliciosa, con un sabor comiteco inigualable. Para muestra los discos que grabó en compañía de otros ingeniositos. El segundo nombre que asoma es el de Óscar Bonifaz. Bonifaz ascendió la anécdota al escalón de lo literario. Su novela "Una piedra en mi zapato” es como un collage de anécdotas. Él era muy hábil para pepenar lo que en la calle escuchaba, le daba la vuelta y lo instalaba en el plano de la literatura.
Pero, ya lo dije, a esos nombres famosos habría que agregar muchos más que permanecen anónimos, porque no trascienden de su entorno de amistades o familiar. En algunos momentos han existido Encuentros con la participación de grandes contadores de anécdotas comitecas (eso debe ser, ¡sí!, encuentro o muestra, en lugar de concurso). Y han asomado los nombres de Enrique Robles, José Antonio Alfonzo, Güero Castellanos, Raúl Espinosa, Mónica Baca, Guayo Tovar y otras vainas bien condimentadas. Los mencionados pueden caber en el costal de ingeniositos. Ya hemos comentado que la anécdota tiene parentesco muy cercano con el apodo, porque éste, para que funcione, debe ser ingenioso. El apodo no es bien visto, porque alude a una persona en específico y como dice un amigo mío: no es lo mismo que te pongan “El caite veloz” a que te digan “Diarrea”. Hay de apodos a apodos. No todas las anécdotas son finas, algunas hacen empleo de palabras altisonantes, el uso de malcriadezas ensucia, aunque debo decir que hay personas tan ingeniosas y graciosas que todas sus picardías entran como calzador.
Comitán es ingenioso. Ha tenido el ingenio de inventar leyendas históricas brillantes, como la de la heroína de la Independencia de Chiapas. Es una pena que no exista un investigador que aglutine el caudal de anécdotas comitecas, hay algunas que han trascendido porque se siguen repitiendo, como si fueran los tiempos de los juglares de la Edad Media. Pero, sin duda, muchas otras quedaron extraviadas en las pláticas que el abuelo ya muerto contaba en la sobremesa familiar.
Posdata: somos parte de un pueblo con gran ingenio. A mí me parece que la mejor muestra del ingenio se vio en los carretones que los niños jugaban en los años sesenta, eran una verdadera obra de ingeniería; asimismo, siempre pensé que había mucho ingenio en el juego de los niños donde con un palito y un carrete iban empujando una simple llanta de bicicleta. Ah, era un juego sensacional. Comitán es tan chingón que, incluso en sus juegos infantiles, siempre hubo ingenio. Y no te cuento la lotería mexicana que jugaba el tío Tirso con sus amigos, con cerveza en mano, porque no recuerdo cuáles eran los versos que acompañaban a cada carta que leían, pero yo los escuchaba carcajearse como si fueran guajolotes, porque todas las cartas tenían relación con el entorno comiteco.
¡Tzatz Comitán!
martes, 24 de junio de 2025
CARTA A MARIANA, CON GRAN NOTICIA
Querida Mariana: ya se corrió la voz. La gran cantante oaxaqueña Lila Downs estará en La Independencia. Estará el 2 de julio 2025. Su concierto iniciará a las nueve de la noche.
En cuanto se supo muchísimas personas dijeron: yo voy. Sí, la participación de Lila está contemplada en la cartelera musical de la feria de San Fermín Obispo 2025.
En el Facebook alguien preguntó: ¿en dónde queda La Independencia? Pregunta válida, hay gente que no sabe dónde queda ese municipio, pero ahora, gracias a la buena decisión del presidente municipal, ingeniero Sebastián López, junto con su cabildo, La Independencia ya es un punto luminoso en el mapa de Chiapas.
Es increíble lo que sucede cuando hay una decisión acertada, bastó incluir a la cantante Lila Downs para que muchas personas, muchísimas, volvieran la mirada hacia La Independencia.
El otro día tuve la oportunidad de saludar al inge Sebastián y le dije lo que ahora te digo, que ha sido un gran acierto invitar a la gran cantante a la feria. Su cartelera tomó un brillo especial, colocó una gran estrella.
Te conté que hace años, Comitán tuvo el privilegio de escuchar a Lila. La directora de Coneculta era nuestra amiga Angélica Altuzar Constantino (ella es nuevamente la directora de Coneculta). Pues, la Maestra Angélica hizo honor al final de su apellido materno y tuvo el tino de invitar a Lila a participar en una edición del Festival Internacional Rosario Castellanos. Hoy, la autoridad municipal hace la magia de traer a la cantante internacional para que su gente la disfrute.
Insisto, bastó incluir el nombre de Lila para que melómanos vieran hacia La Independencia y anotaran la fecha en su agenda. La cita ya está hecha.
Para la persona que preguntó en dónde está La Independencia le diría que está muy cerca de mi pueblo. Los visitantes de la región llegarán a Comitán, tomarán el bulevar hacia Las
Margaritas, pasando la comunidad de Cash encontrarán el desvío a La Independencia. El
trayecto será en una carretera bien pavimentada. Llegarán en pocos minutos. El concierto será en el parque central que, te he platicado, es bello, enorme, y tiene varias terrazas, como si fuese un centro ceremonial. Escenario perfecto para escuchar el canto del cenzontle oaxaqueño.
Posdata: saludé al inge Sebastián y me platicó de grandes proyectos que realiza a favor de su comunidad. Está colocando a su municipio en el mapa de los pueblos que realizan grandes cosas en Chiapas.
¡Tzatz Comitán!
lunes, 23 de junio de 2025
CARTA A MARIANA, CON TROMPETA
Querida Mariana: ¿la trompeta es el instrumento musical más complicado? Hablo de su forma. Si reviso la forma de la marimba, del piano, del arpa, de los timbales y demás instrumentos, veo que no tienen la forma retorcida de la trompeta.
El flautín es, asimismo, un instrumento de viento, pero no tiene los retorcimientos que tiene la trompeta. Bueno, sí, tenés razón, el corno francés es su padre de la trompeta.
Entiendo, no soy tan bobo, que esta forma es esencial para el sonido que produce. El inventor de la trompeta debió imaginar que si le daba una vuelta lograría el sonido que deseaba y le dio la retorcida. Digo que la trompeta es un instrumento retorcido.
Mi tío Emilio era un adorador del sonido de la trompeta, en realidad le encantaban los grupos musicales que tenían a los metales como los instrumentos esenciales. Recuerdo que ponía en su viejo tocadiscos un vinilo, cerraba los ojos (siempre permanecía de pie, frente a un balcón de la casa) y movía las manos al ritmo de la música, intensificaba el movimiento cuando los metales sobresalían.
En Comitán, los chavos de principios de los años setenta escuchábamos el ensayo de la banda de guerra (así se llamaba) de la escuela preparatoria, siempre que practicaban para un próximo desfile. A mí alguien, no recuerdo quién, me contó la leyenda urbana que quienes tocaban la trompeta en la banda pasaban por un duro examen que era el de “emboquillar” los labios del candidato. ¿Era cierto este mito? A mí nunca me pasó por la mente apuntarme como integrante de la banda, me erizaba de terror la imagen donde el dirigente colocaba la trompeta sobre la boca del alumno y, con un golpe certero, golpeaba la base para que la boquilla quedara impresa sobre los labios. ¡No, no! Seguro que me tomaron el pelo. Eso no podía ser así. ¿A poco hacen lo mismo con los alumnos que estudian trompeta en los conservatorios? No, me tomaban el pelo, sabían que yo era un muchacho temeroso, tímido, escaso, y me echaban miedo, porque sabían de mi sensibilidad ante actos horrendos.
Pero, en ese tiempo sí lo creí. Era como la justificación del porqué la trompeta tenía una forma retorcida, no era pulcra como los tambores. Que esto de los tambores también tenía su complejidad, veía a los integrantes de la banda cargando el instrumento, mientras avanzaban en el desfile y tocaban. Una de las piernas recibía los impactos, siempre pensaba en el daño que se provocaban, era algo masoquista, pero veía que los chicos que tocaban tambor se sentían felices y orgullosos, porque no cualquiera pertenecía a la banda, era un privilegio, sobre todo si pertenecía a la Escuela Preparatoria, que en ese tiempo era la escuela de gran prestigio.
Félix Ogando era quien tocaba mejor, por eso era como el dirigente del contingente, él siempre iba en un lugar especial, como si fuera el comandante. No sé qué cargo tenía, pero él era quien dirigía el toque de “los cornetas”, era el corneta principal. A veces paso por su negocio, lo saludo, pero nunca le he preguntado acerca de este tiempo, tal vez él pudiera contarme si era cierto eso de “emboquillar”.
El tío Emilio escuchaba a la banda “Chicago”, que fue un grupo que tuvo a los metales como parte importante de su propuesta musical. Yo le agarré cierto gusto a este grupo, por escucharlo en forma tan frecuente. En 1975, cuando vivía en la Ciudad de México, me enteré que la banda viajaría a nuestro país para ofrecer un concierto (no recuerdo en qué lugar) y le mandé una carta a mi tío. Mi tío no esperó para darme la respuesta, hizo una llamada telefónica y cuando dije: “bueno”, él, de inmediato, dijo: “tenés que ir, andá por mí”, y dijo que me enviaría un giro telegráfico, mismo que recibí días después, cuando el concierto ya había sido, porque mi carta tardó mucho tiempo en llegar a Comitán, así que la paguita me sirvió para ir a una tienda de discos y comprar un disco del grupo.
Posdata: sabía que mi tío ya contaba con el álbum que le mandé, pero le cayó bien el detalle. Debo confesar que en mi hombro izquierdo apareció el diablito que recomendó: “’Ora, Alejandro, ya hay paga para las chelas del fin de semana”. Nada dije con los compas del departamento, porque habrían votado a favor de la recomendación diablesca. Me sentí bien actuando en forma honesta, a final de cuentas mi tío había enviado la paga para darme un gusto, gusto que no me di.
¡Tzatz Comitán!
domingo, 22 de junio de 2025
CARTA A MARIANA, CON UN MENSAJE A TODA MADRE
Querida Mariana: en el canal 11 hay un Muro de La Fama. Está en el programa “Aprendiendo a envejecer”. Ahí, reconocen a hombres y mujeres mayores de edad. Paty, la conductora, aporta datos de la persona reconocida y devela una fotografía de la homenajeada.
El otro día, en el mismo programa, escuché que una mujer destacada en el arte, ya mayor, dijo: “a veces da flojera”, hablando del proceso creativo. Y mi mamá, que estaba conmigo en la sala, dijo que sí, que a veces a ella le quería entrar la flojera, pero que no se dejaba. Soy testigo de la actitud de mi mamá, vieja maravillosa, con más de noventa y cinco años de edad.
Mi mamá hace ejercicio todas las mañanas, durante el día lava ropa, prepara la comida, barre y sacude; después de la comida se sienta y descansa, toma un cuadernillo con oraciones y pide por su gente amada y por todo el mundo, a veces pide por la paz del mundo, aunque en alguna parte del mundo la violencia sea un retoño maligno permanente; si ocurre un huracán pide por la gente que está sufriendo y hace lo mismo cuando se entera en el noticiario que alguna persona sufrió un accidente bobo. A las cinco de la tarde escucha y ve la misa, a veces se pone contenta, porque le toca presenciar una celebración que preside el papa, nada menos que el papa, pucha. Ve un programa español de concursos y ella trata de resolver el enigma que aparece en un pizarrón. Activa su mente. Pone alguna película y mientras la ve vuelve a tomar el cuadernillo y reza; mientras en la pantalla hay alguna persecución de autos y balacera, coge el tejido y, con un ganchillo, teje carpetitas. Mi mamá ha tejido durante años, muchos años. Te he contado que ella tuvo una tienda de estambres, mucha gente llegaba a comprar, a aprender tejido y a darle rienda al galano arte de la conversación. Mucha gente la conoce por eso, a veces alguien me pregunta cómo está mi mamá y cuenta que compraba estambres en la tienda “El gato”, de mi mamá.
En el Muro de la Fama del programa “Aprendiendo a envejecer” se cumple lo que pregona: ahí están famosos de todo el mundo, gente mayor que se ha destacado por alguna actividad, aparecen fotógrafas, directoras de cine, escritores, artistas y demás ajos creativos.
El día que la famosa dijo que a veces le da flojera, recordé que una vez mi mamá le dijo a una amiga que ella le echa ganas a la vejez. Sí. A pesar de que a veces le asoma alguna dolencia (mi mamá dice que si no es Juana es Chana, porque si no tiene un problema en el dedo del pie le asoma un dolor en un huesito donde el brazo se une al torso) ella no le baja el ánimo. Se cuida, se cuida mucho. Es una gran campeona. Muchos amigos dicen que está hecha de buena madera. No sé de dónde pepenó su madera, pero como ha sido creyente toda su vida, tal vez su Dios le da una vida sosegada, sin mucho cristal cortado.
Sé que mi madre nunca aparecerá en el Muro de La Fama, porque mi madre no es famosa. ¡No! Ella, igual que miles y miles de mujeres es una mujer que camina en la orilla de la fama, que nunca ha estado expuesta al reflector, no lo busca, no lo necesita, mi mamá es una mujer sencilla, como miles y miles de madres. Por fortuna nunca le ha tocado vivir en guerra, nunca ha padecido un problema mayor. En pandemia nos resguardamos en casa para protegerla (imaginá a una mujer mayor de noventa años), al final quienes nos contagiamos fuimos mi Paty y yo y ella, ¡mujer maravilla!, fue quien nos atendió, quien nos hacía los tés que recomendaron los amigos.
Mi mamá nunca aparecerá en el Muro de La Fama, pero ayer decidí que yo debo hacer mi muro especial, uno que nada tiene que ver con los reflectores públicos, será como un pequeño nicho donde colgaré las fotografías de las personas más sobresalientes, las que han dado algún grano de oro a mi vida. Por supuesto que la primera persona será mi mamá. Como dicen miles y miles de personas a mí también me tocó el mejor papá del mundo y la mejor mamá del mundo. Por fortuna, mi mamá todavía vive, con algunos achaques, pero ahí está, echándole ganas a la vejez, no dejando que la flojera gane espacio en su vida.
Posdata: sé que mi pensamiento está relacionado con el pensamiento de muchas personas, hacer un Muro de La Fama con los más hermosos seres humanos que les ha tocado conocer. La ventaja del Muro de La Fama del Canal 11 es que las fotografías develadas son para gente viva. Mucha gente dice: “En vida, hermano, en vida”. Puede hacerse un acto sencillo para develar la foto que inaugure el Muro de La Fama Personal.
¡Tzatz Comitán!
sábado, 21 de junio de 2025
CARTA A MARIANA, CON MODOS DE VIDA
Querida Mariana: ¿qué hacían los otros? No sé en qué momento me di cuenta que ellos, los otros, hacían cosas diferentes. O, en realidad ¿debo decir que yo era quien hacía cosas diferentes? Sabía que compartíamos el mismo espacio vital, vivíamos en el mismo pueblo: Comitán. Como casi siempre estaba en mi casa no sabía qué hacían los otros. Igual que la mayoría de niños iba a la escuela, iba a la gloriosa Matías de Córdova (¿ya te conté que estoy emparentado con el gran Fray Matías de Córdova, por el lado materno? Mi sextabuelo fue hermano de Fray Matías. ¡Nadita! Este dato me lo pasó el admirado Gustavo Armendáriz). Mi escuela, primero, estuvo a media cuadra del templo de Jesusito, ahí llevé el primero, segundo, tercero y cuarto grados. Ahí aprendí a leer. Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura, que falleció este año 2025, siempre dijo que lo más sorprendente de su vida le ocurrió a los cinco años ¡cuando aprendió a leer y a escribir! La lectura para él fue uno de los grandes hallazgos, a mí me sucedió algo similar. Aprender a leer me abrió un mundo de posibilidades. Te he contado que mi tía Emelina me trajo el primer libro que tuve, un álbum ilustrado que contaba la historia de un niño único que tenía a su mamá, a su papá y a una nodriza que lo atendía. La historia de mi vida era muy similar, salvo que él vivía en Nueva York y yo en Comitán. A él lo llevaban a pasear a Central Park en una carreola hermosa, a mí me llevaban a pasear al parque central del pueblo. Mi vista no se topaba con grandes rascacielos, mi vista se topaba con el verde de los árboles; mis oxígenos, sin duda, se llenaban con un aire menos contaminado que el de Nueva York. Yo también, como Vargas Llosa, digo que uno de los grandes momentos de mi vida fue cuando aprendí a leer, gracias a las enseñanzas del maestro Óscar Pascacio, un profesor que llegó de Tuxtla y anduvo por Comitán durante algún tiempo. Aprendí a leer y esta actividad se volvió mi pasión. Yo, leía, leía mucho.
¿Qué hacían los otros? Cuando iba a la escuela yo hacía lo mismo que ellos: jugaba canicas (siempre perdía en el juego de la timbirimba), trompo (nunca aprendí a aventarlo por encima del hombro), corría en el Chepe Loco (me tropezaba a cada rato, me cansaba, terminaba acezando), me sentaba junto a ellos para ver alguna revista con muchachas semidesnudas, aventaba el balón en la canasta o lo pateaba para que entrara a la portería. Hacía lo mismo que ellos, esto a la hora del recreo en la escuela.
Pero, a la hora que comíamos el lunch (no se llamaba así. Yo compraba galletas saladas y una coca en la tienda escolar), me enteraba que ellos, en las tardes, hacían cosas diferentes que, al principio, nunca imaginé.
Ellos hacían otras cosas. Yo jugaba carritos en el sitio de la casa y, sobre todo, leía, leía mucho. Leía revistas de monitos y libros de cuentos. El momento más importante de la vida era la tarde, la tarde en casa (lo sigue siendo). Ir a la escuela por la mañana era una encomienda harto difícil. En la escuela había un maestro que indicaba qué debíamos hacer, aunque no quisiéramos (ah, pobre de mí si no aprendía de memoria las capitales del mundo, el castigo era extender los brazos al frente y recibir dos regletazos en las manos. ¡Qué crueldad! A mí, que en casa era tratado como príncipe, el bruto del maestro me trataba como mero esclavo). En la tarde, en casa, yo disponía qué hacer, yo definía mi espacio. Tomaba un bonche de revistas y las releía, con placer. El maestro no tenía la misma capacidad para contar historias como sí las tenía el dibujante y el escritor del guion de las revistas. En algún lugar de la Ciudad de México (lugar muy lejos del mío) había gente que era muy inteligente, que dibujaba como nadie más y que escribía como nadie más. Ellos se volvieron mis mejores amigos, por eso, yo quería regresar a casa, lo más pronto posible, para estar con ellos, para dejar que ellos me contaran las historias fascinantes de Memín Pinguín, Kalimán, Chanoc, La Familia Burrón, Los Supersabios. Mi Comitán se llenaba de historias que sucedían en otros lugares, el gran Kalimán me trasladaba hasta Egipto. Pucha. Hasta la fecha no tengo idea total de la ubicación de este país, pero sí poseo el ambiente cultural de esa gran nación.
Mi mayor disfrute era el día que no iba a la escuela. Sé que también los otros eran felices los fines de semana, tenían el sábado y domingo para reunirse y hacer lo que les gustaba. Yo era feliz porque podía leer en la mañana y en la tarde. Y el domingo, ¡ah, el domingo!, era un día glorioso, porque después de pasar la aduana de la misa en el templo mayor (que no era lo mejor, pero tampoco era tan desagradable), me tocaba el desayuno con chocolate caliente y tamales de azafrán (riquísimos, comprados una noche antes con Tío Jul); entonces el mundo, que ya había cambiado su rostro después del desayuno, se convertía en un espacio prodigioso, porque corría para ir a la matiné en el Cine Comitán (tres películas), luego venía la hora de la comida y de nuevo al cine, ¡genial! También aprendí a amar el cine porque para ir a la sala no necesitaba ir con alguien, como si leyera, el cine me permitía una comunión intensa sólo con las escenas que se presentaban en la pantalla. Los otros aprovechaban la mañana del domingo para ir en plebe a los lugares que les encantaba. El domingo, luego lo supe, era día en que, igual que yo iba a misa, ellos acudían a la cancha para jugar el fútbol, esta era su religión.
En la plática del recreo, después de comer el lunch, me enteraba que los otros hacían cosas diferentes, para empezar, ellos no leían. ¿Cómo es posible que no leyeran? ¿Ni siquiera las revistas que comprábamos en la Proveedora Cultural, con Don Rami? Algunos lo hacían, algunos eran grandes lectores como yo, pero eran minoría, siempre hemos sido minoría los lectores. Los otros, en las tardes, se reunían en la cuadra para jugar la cascarita de fútbol en la calle o iban a nadar a las albercas de la casa de mi tía Juanita Bermúdez o en las albercas de los Morales, en la bajada del Resbalón, o iban a las lagunas que estaban delante de Yalchivol, pasaban debajo de las alambradas y se metían en “propiedad privada”.
Desde entonces supe que el mundo estaba divido entre los otros y yo, y que, conforme creciera, nada de eso cambiaría. En mi adolescencia hubo un momento en que la actividad de los otros comenzó a seducirme, pero fue apenas un instante, porque bastaba que viera un libro para que confirmara mi pasión. Hoy sigo siendo un gran lector, no he cedido ante lo que me presenta el mundo de los otros. Soy un convencido que la lectura ha sido el gran descubrimiento de la vida. He estudiado la vida de los otros y reconozco la belleza de sus actividades, pero no hay algo que supere lo que yo hago. No quiero decir que lo que hago supere lo que hacen los otros, ¡no!, digo que para mí lo más importante del mundo es la pasión que me produce la lectura, el cine, la escritura, el dibujo, la pintura. Toda vida que no es forzada, la que es vivida con pasión, es la esencia del universo.
Ya te conté que tuve compañeros mayores, en los años sesenta era común que muchachos mucho más grandes estudiaran en los salones de los pichitos, como yo. Así que ellos llevaban revistas de mujeres semidesnudas y contaban cosas que, sin conciencia, nos arrebataban el retazo de inocencia que nos quedaba, así ellos platicaban que en las noches iban al lugar donde estaban las putitas de Tía Maty, que estaba dos cuadras detrás del templo de San Caralampio; contaban que en toda la cuadra había cuartos donde las putitas atendían a sus clientes. ¡Toda una cuadra!
Posdata: lo que quiero decir es que los otros tenían lo que hoy se llama “vida social”, se juntaban en plebe y hacían cosas diferentes a las que yo hacía. La lectura no es práctica comunitaria, al contrario es una portentosa y única pasión individual. Yo me sentaba en uno de los corredores de la casa y, solito, me zambullía en el océano de la lectura. Sí, querida mía, siempre he hecho cosas diferentes a las que hacen los otros. Benditos ellos y bendito yo.
Sigo igual que cuando niño. No me gustan las actividades en plebe, prefiero la armonía de mi casa, en solitario, leyendo. Ese es mi instante de felicidad del día, por eso procuro prolongarlo lo más que se puede, por siempre.
¡Tzatz Comitán!
viernes, 20 de junio de 2025
CARTA A MARIANA, CON LA PRIMERA VEZ
Querida Mariana: ni me preguntés, no recuerdo bien a bien cómo nos conocimos, qué nos dijimos. Es algo recurrente en mi vida. Hay gente que sí recuerda muy bien el instante en que conoció a una persona y, ¡memorias prodigiosas!, recuerdan diálogos.
Nunca he tenido buena memoria. Más o menos intuyo mi defecto, cuando estoy ante una persona o algo. mi mente no pone atención a lo que me dicen ni a lo que supuestamente veo.
Siempre ha sido así. Desde que recuerdo (y recuerdo poco, digo) mi mente me ha llevado a otras partes. Incluso en la lectura, que sabés es una de mis pasiones, a veces me extravío del camino por donde me conduce el autor. Hay ocasiones en que dejo el libro porque bastó una frase para catapultarme a la computadora (ahora, cuaderno antes) a escribir un cuento, por ejemplo. Bastó una frase para desencadenar todo un proceso creativo, que no puedo desperdiciar.
Nunca he logrado determinar la primera vez de algo. No recuerdo cómo me hice amigo de fulanito de tal, ni podría decir con precisión el momento en que una chica llamó mi atención y terminé enamorándome.
He dejado que la vida me lleve, he sido como “el cordero fiel de la leyenda”, he pastado en muchos campos, he escuchado el eco de las montañas y he descifrado los mensajes, pero sin mucha conciencia.
Vos (lo sé) sí sos memoriosa (no tanto como Carlos Monsiváis o Doña Lolita Albores), pero cuando me platicás tus experiencias advierto que vos sí recordás todas las primeras veces de algo o de alguien.
No sé si lo que ahora digo tenga importancia, pero sé que para muchas personas es importante ver el principio de las cosas. Tal vez por eso muchos científicos invierten mucho tiempo en tratar de responder el origen de las cosas, del universo. Porque el tema es este, el universo es algo que existe, pero nadie puede asegurar cómo inició. Los científicos hablan de una gran explosión (Big Bang), pero admitiendo que esto fuera cierto, aún queda la interrogante de qué había antes de, porque nada puede salir de la nada (a menos que quien te cuente el origen sea un creyente y diga que todo fue por generación espontánea).
Cuando en mi adolescencia hablaba de la primera vez no faltaba el amigo que siempre lo relacionaba con la primera vez del acto sexual. El amigo decía que para una mujer ese momento era de gran trascendencia, era ¡su primera vez! Escribí momento, porque alguna amiga me dijo que para muchas no era más que eso, un momento, al estilo de Ludovico Peluche, el tipo afortunado era alguien que padecía eyaculación precoz. También una amiga me dijo que ahora, en estos tiempos, ninguna chica le otorga gran importancia a esa primera vez, es como una simple aduana que mientras más pronto la crucen ¡mejor! Andá a saber.
Tal vez hoy ya no sea tan importante el tema de las primeras veces, de todo; aunque el otro día te comenté que a mí me sigue llamando la atención lo que dijo Mario Vargas Llosa: que para él un momento sublime de la vida fue cuando aprendió a leer. Esto es una primera vez. Rasqué en mi memoria y ésta me arrojó el dato que yo aprendí a leer en la escuela primaria Matías de Córdova, con el maestro Óscar Pascacio. Para mí también fue una gran experiencia esa primera vez que poco a poco fui perfeccionando. Los que saben dicen que después de una primera vez todo comienza a ser más repetitivo, que jamás se vuelve a tener la emoción del inicio, pero, a la vez, en la medida que se repite el acto uno puede llegar a convertirse en un experto. El compa que tuvo su primera experiencia sexual en la adolescencia, al llegar a edad mayor (se supone) habrá acumulado experiencia para que su rendimiento sexual sea el de un gran amante. ¿Siempre es así? Tengo amigas que opinan lo contrario, algunas dicen que esto es un don, que hay hombres que nacen con el prodigio del toque, así como resulta con las grandes cocineras, “la mano es la mano”, y como dicen los académicos: lo que natura no da, Salamanca no presta.
Posdata: andá a saber, lo que quise decir hoy es que yo no recuerdo los principios y, ¡qué cosa tan absurda!, tampoco recuerdo los finales. Hablo de novelas y de cuentos, por ejemplo. Dos días después que terminé de leer una novela ya no recuerdo cómo inició y cómo terminó, aunque, eso sí, pueda recordar momentos de en medio. ¿Por qué mi mente funciona así? Ya lo dije: ¡andá a saber!
¡Tzatz Comitán!
jueves, 19 de junio de 2025
CARTA A MARIANA, CON UN CRONISTA
Querida Mariana: estuve con Efraín Albores Cancino. Pasé a saludarlo a su casa, casa que me encanta. Nos sentamos en el portal con jardín. Ahí se platica bien sabroso, con la vista de árboles y muchas plantas. ¿Desde cuándo vivís acá?, le pregunté y Efraín me contó. A él le encanta platicar y extiende la plática cuando habla de Comitán. A él lo conocí cuando acudía al programa de radio IMER: “Crónicas de adobe”, que creó Mario Escobar, quien ahora es el mero chipotle del Sistema de Radio, Televisión y Cinematografía del estado de Chiapas.
Efraín es un gran conversador y un apasionado de la crónica, hablada o escrita. Es un apasionado de Comitán, ha invertido no sé cuántas cuerdas de tiempo en la investigación y en la redacción de textos que hablan de nuestra ciudad natal.
La mañana que estuve en su casa me dio el libro: “Comitán, ciudad de las nueve estrellas”, que como su título indica, y vos podés imaginar, habla de la historia de este pueblo. Es una edición de 2021, que fue patrocinada por el Doctor Víctor Manuel Albores Alcázar, rector de la UDS. Es una edición muy digna, en papel couché, con imágenes a color.
En la plática aparecieron dos datos que desconocía, el primero, que el gran Efraín nació en 1940; es decir, tiene 85 años de edad (gracias a Dios se mantiene muy bien, siempre chambeador, con grandes proyectos); el segundo, que escribe poesía. Efraín se cuida mucho, siempre que lo veo lleva una camisola y una bufanda. En su juventud fue un enamorado del básquetbol, ahora entiendo que ya no practica este deporte, pero hace años, él jugó en la cancha Pantaleón Domínguez (en el pueblo) y en otras duelas de la Ciudad de México, y digo duelas, porque la cancha comiteca tenía una plancha de cemento, donde quedaban virutas de piel de los jugadores.
Desde el tiempo de “Crónicas de adobe”, él me ha favorecido con su amistad, cuando coincidimos platicamos largo y tendido, él siempre aprovecha para contar sus nuevos proyectos.
Ya leí su libro con atención. Ya dije que Efraín es un enamorado de la cultura de su pueblo y un apasionado de la crónica, esta dupla hace que su trabajo editorial sea incansable. Ya te he contado que, hasta donde sé, es el único cronista chiapaneco que es integrante de la Red Latinoamericana de Cronistas. ¿Ya dimensionaste lo que acabo de escribir? ¡Nadita es el Efraín!
Posdata: al despedirme tomé el libro que me obsequió y le pregunté por qué hasta el 2025 me enteré de esta publicación, como respuesta dijo que pronto publicará un poemario cuyo hilo conductor es el nódulo de las diversas regiones de Chiapas. Va pues.
¡Tzatz Comitán!
miércoles, 18 de junio de 2025
CARTA A MARIANA, CON BUENAS Y MALAS
Querida Mariana: la buena es que el parque central de Comitán está limpio. Hace tiempo te platiqué que en los lugares de los boleros aparecieron unos sillones con publicidad de un diario estatal. Esa empresa tuvo un lugar privilegiado para anunciarse. No sé si el INAH intervino, pero hace poco fueron retirados esos sillones para los boleros. Regresó una imagen más limpia, ahora, los boleros tienen sombrillas con logotipos de Comitán Pueblo Mágico y sillas con tapices nuevos. La imagen quedó más limpia, como siempre debe estar. No me gusta decirlo a cada rato, pero recordá que yo soy el dueño del parque central, tengo derecho de piso desde mi niñez. Yo jugué de chiquitío en ese espacio. Mi casa estaba a media cuadra, así que casi todas las tardes, la sirvienta Sara y su hijo Víctor me llevaban al parque y ahí jugaba. Desde entonces, le pedía al presidente municipal que tuviera limpio el lugar, que regara las plantas, que protegiera los bustos de los héroes (en los años sesenta hubo un busto de Belisario Domínguez, cuando yo estudiaba la primaria, leí el discurso oficial frente a ese busto, porque mi director me eligió para tal acto. Por eso a cada rato exijo que coloquen un busto de tío Belis en mi parque). Sí, es mi parque. Claro, como soy buen ciudadano, lo presto para la comunidad, lo presto para que Estrellita lo adorne en temporada navideña y, en el colmo de la generosidad, para que unas putitas lo usen como su oficina. Ay, Señor, ¡por qué me hiciste tan espléndido!
La buena, entonces, es que mi parque, el que le presto a todo el pueblo, está ¡limpio!, bello, digno. Pero, dije que también tengo una mala, malísima. No sé qué pensar. Te cuento. La otra mañana, hará cosa de dos o tres días o cuatro, fui a pagar el servicio de la televisión por cable. Salí. Y vi que en la banqueta de enfrente había un camión de redilas, donde colocaban mesas y sillas del restaurante Due Torri. Me conocés, soy tímido y escaso, pero me acerqué al chef Paolo (italiano, la sangre llama), lo saludé y le pregunté si cambiaría de ubicación. ¡No, no!, dijo, ya estoy levantando. Me quedé turulato. Me causa mucha desazón cuando soy testigo del cierre de un negocio o de una empresa. Esta mala noticia la recibí días después de haber ido a la Plaza Las Flores y frente a la entrada de Walmart hallé que el local de RadioShack estaba cerrado, al parecer, en forma permanente. Dios mío, otra gran empresa. Pero eso no es todo, hace también cosa de días que otro camioncito de mudanza se estacionó frente a la oficina de Arenilla y vi que comenzaron a llenarlo con divisiones de Tabla roca y otros objetos. Oh, nuestros vecinos, también cerraron un laboratorio de análisis clínicos. Asimismo, a una cuadra del templo de El Calvario mi prima Lupita cerró su ferretería. Tal vez la economía tiene su mejor rostro con negocios abiertos. No lo sé, no soy experto en la materia.
Disfruto mucho cuando veo a gente preparando un local, pintando, colocando estantes, llenándolos de objetos; veo a las personas llenas de ánimo, emocionadas por emprender una aventura comercial. Ah, cómo lamento cuando tres o cuatro meses después la realidad les pone el pie y tropiezan. Lo que comenzaron con gran emoción se convierte en una manta de desánimo y se ven obligados a cerrar.
¿Qué me vas a contar a mí? Mi Paty y yo sabemos lo que es iniciar un negocio, llenos de alegría y luego darse un frentazo ante la realidad. No siempre se cumplen los sueños. Hay secretos que no posee todo mundo en el tema de la mercadotecnia.
Posdata: te contaré algo que no le digo a nadie más: sigo pensando en mi sueño de una galería. ¡No, Alejandro, no! Poné un negocio de tamales, esto es productivo. El chef de Due Torri me dijo que cerraba porque su empresa soportó la pandemia, pero ya no ha podido con la situación social que Chiapas vive en la actualidad. El otro día escuché que los insumos cada vez están más caros. Quienes van a los mercados a hacer compras saben de lo que estoy hablando. Es común escuchar, ¡de nuevo!, la cantaleta de las señoras: “no alcanza para nada”. La que nos ha alcanzado es la vida complicada, difícil. ¿Galería de arte? No, Alejandro, vendé tamales. Los tamales son artículos de primera necesidad, los cuadros y cajitas bonitas ¡no! Mi mamá hace unos tamales de verdura que son deliciosos, sin comparación. Ah, vos, Alejandro, ya miré tus negras intenciones: ¡poner a trabajar a tu mamá! Qué desconsiderado. ¿No ves que ella ya tiene noventa y cinco años de edad y te ha mantenido toda la vida? Va, mi niña querida, mejor termino esta carta, porque ya me desvié de las noticias buenas y de las noticias malas.
¡Tzatz Comitán!
martes, 17 de junio de 2025
CARTA A MARIANA, CON UN COLEGIO CATÓLICO
Querida Mariana: te he contado que el Colegio Mariano N. Ruiz, en este 2025, celebra setenta y cinco años de su fundación. En el mismo año que se festeja el Centenario del Nacimiento de Rosario Castellanos, el colegio conmemora setenta y cinco años de vida fecunda.
En 1950, Rosario y su amiga la poeta Dolores Castro treparon en un barco (el SS Argentina) y viajaron a España, para hacer estudios. En ese mismo año, en Comitán, tierra de Rosario, el padre Carlos J. Mandujano García, fundó el colegio al que impuso el nombre de Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar, como homenaje a quien fue su maestro y fue un destacado educador en el pueblo.
El otro día, platicando con el maestro José Hugo Campos Guillén, quien es actualmente el representante legal de la asociación civil y director general del Colegio Mariano N.Ruiz, me dijo que el colegio no sólo celebra setenta y cinco años de ser una escuela sino que la celebración es porque es un colegio católico.
Ya dije que el fundador fue un sacerdote, así que el colegio ha seguido fiel a su principio, sigue siendo un colegio católico.
El pasado 14 de junio 2025, en el templo de San Sebastián, acudió el obispo Luis Manuel López Alfaro para realizar el acto de confirmación de un grupo de chicos y chicas.
Cada año, el Colegio Mariano N. Ruiz hace la preparación de esos jóvenes para que en un día puntual reciban el protocolo católico de la confirmación. Se supone que dicho acto es, como su nombre lo indica, para aceptar la religión que les fue abonada por su papá y su mamá. Ya mirás que cuando alguien nace, pasado algún tiempo, los papás de religión católica presentan a sus hijos para que sean bautizados, con tal acto se convierten en católicos; bueno, cuando crecen dichas criaturas y ya tienen capacidad de decisión acuden al colegio, se preparan y luego llega el día que confirman su religión.
El pasado 14 de junio estuvo Don Luis Manuel, quien fue sacerdote en el templo de San Sebastián, luego ascendió a obispo auxiliar de la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas y actualmente, ¡nadita!, es el obispo de Tapachula. Vino y saludó a un gran número de amigos y amigas que tiene en Comitán y celebró el ritual mencionado.
El fundador del colegio comenzó en el templo de Santo Domingo, luego fue cambiado a la parroquia de San Sebastián y los últimos años de su vida los dedicó a la atención de este histórico templo. Ya te conté que, en diciembre de 1989, cuando ya estaba mal, antes de fallecer llamó a Artemio (quien, prácticamente, era su hijo) y le dijo que lo llevara al templo, porque debía dar misa, horas antes de fallecer. Pucha. Así era el sentido del deber.
El colegio, dice el Maestro José Hugo, es un colegio católico. Fijate que el otro día platiqué con el ingeniero Galindo, quien fue alumno del colegio en la secundaria, hace ya varios años. Cuando le pregunté qué clases recordaba como formadoras de su vida, él, de inmediato, mencionó que el padre Carlos le había impartido la clase de Civismo y que esa prédica le ha servido a comportarse con valores dentro de la sociedad. Ya luego abundó, dijo que los tiempos actuales necesitarían ese tipo de conducción para los jóvenes.
En fin. Los tiempos han cambiado. El colegio no ha modificado su sentido de existencia, otorga ciencia y valores católicos a su alumnado, así me lo dijo el Maestro José Hugo.
Posdata: los chicos y chicas llegan al colegio y ahí reciben una serie de lecturas bíblicas y a partir de ahí reflexionan acerca de los valores. Ya luego llega el día de la celebración y del festejo, porque terminando el acto las familias festejan que uno de sus integrantes confirmó su religión.
¡Tzatz Comitán!
CARTA A MARIANA, CON EL QUESO AZUL
Querida Mariana: sí, la foto es de privilegio, pero merece un comentario. Estoy con Aharón Velasco Velasco, quien continúa con la tradición cultural de su papá: el chef Aharón, quien comenzó con el restaurante Queso Azul desde hace trece años. ¿Mirás? Trece años de dar sazón a los pueblos de esta parte del mundo.
Hace trece años nos llegó el queso azul, una variedad exclusiva de queso. En una tierra que produce muchos y muy buenos quesos, el chef Aharón nos trajo el queso azul que es una variedad descubierta en Francia. Los grandes gourmets lo alaban, lo disfrutan.
Un día, el chef Aharón puso su restaurante en La Independencia y desde entonces el queso azul se unió a la gran variedad de quesos de la región. Chiapas tiene entre sus delicias gastronómicas muchos quesos de alcurnia, basta mencionar el Queso Bola de Ocosingo, que tiene mucha semejanza con los quesos holandeses. Inauguró su restaurante en un espacio prodigioso, lleno de árboles, de naturaleza, de aire, de luz.
El otro día tuve el gusto de platicar con los dos chefs del queso azul y ellos me dijeron que siempre ocupan diversas variedades de queso. Les dije que actualmente, en Casa Rosario, ofrecen el queso para quesadillas de la Hacienda Campumá, un espacio tradicional que está rumbo a los Lagos de Montebello. La hacienda fue propiedad del doctor Enrique Culebro Carreri, quien fue presidente municipal de Comitán, de 1974 a 1976. El doctor Enrique fue muy amigo del gran poeta chiapaneco Enoch Cancino Casahonda, sí, el del famoso Canto a Chiapas, que inicia: “Chiapas es en el cosmos…” A veces iban a Campumá y ahí se aventaban sus alcoholes, porque eran muy bohemios. El poeta, en una tarde esas, le dedicó un poema a Campumá.
En la fotografía estoy con el continuador de la tradición del restaurante, ambos, padre e hijo, ahora atienden a los comensales, que reconocen la calidad del servicio y de los platillos. El hijo es licenciado en administración de empresas, pone su conocimiento al servicio de la empresa familiar y, además, ya se especializa en gastronomía. Recientemente llevó un curso de cocina molecular, en el Hotel Royal, de la Ciudad de México.
En el Queso Azul se comprueba la teoría de que los comensales acuden a un lugar por el sabor y la calidad de los productos. No importa qué tan lejos esté. Mucha gente de Comitán y de lugares cercanos viaja a La Independencia para disfrutar la comida del Queso Azul, lugar especializado en mariscos y en vinos. El fundador del Queso Azul ha realizado una buena siembra, porque con expertos en vinos ha ofrecido galas donde se exponen los maridajes; es decir, qué clase de vino se lleva mejor con tal platillo. Lo mejor de la cultura gastronómica de las grandes ciudades del mundo se encuentra en el Queso Azul.
En Comitán siempre hemos disfrutado las diversas botanas, pero desde hace trece años también hemos incorporado lo mejor de la gastronomía internacional. Los comitecos somos de buen diente y de mejor espíritu.
El licenciado en administración ahora sirve con emoción en la empresa que fundó su papá, la tradición honra.
Posdata: todo mundo de acá sabe dónde está el restaurante el Queso Azul, no hay pierde. Uno llega a la cabecera municipal de La Independencia y a pocos metros de la entrada principal se encuentra el restaurante, atendido por Aharón padre y por Aharón hijo.
Dentro de poco iniciará la feria de San Fermín. El ingeniero Sebastián López, presidente municipal, está realizando una labor sensacional. Con decirte que ahora en la cartelera musical de la feria traerán a la gran cantante Lila Downs (¡nadita!). Ir a La Independencia resulta una grata visita. Ahora en temporada de feria se antoja ir, escuchar a Lila, a los demás artistas, y disfrutar de la excelente comida del Queso Azul.
¡Tzatz Comitán!
lunes, 16 de junio de 2025
CARTA A MARIANA, CON UN ESPACIO BENDITO
Querida Mariana: ¿ya viste bien la foto? Dos ositos. Al fondo, un osito viendo hacia el frente (en realidad no parece oso) y en primer plano tu amigo.
Lo sabés, me encantan los espacios abiertos. ¿Sabés en dónde estoy? En Guadalupe, al fondo se ve el parque, frente a mí está la explanada donde antes estuvo una cancha de básquetbol, luego una pista de patinaje y ahora hay una rotonda para actos culturales.
Estoy en un restaurante genial, que se llama Rincón Guadalupe. Le comenté al ingeniero Gerardo Bello (ingeniero biónico, egresado de la UPAEP) que no tiene más que estar pendiente del interior y del espacio de sillas al exterior, porque de todo lo demás se encarga el personal del Ayuntamiento. Sí, el restaurante tiene una de las vistas más agradables de Comitán. Me encantan los espacios abiertos, donde el aire juega chinchinagua y salta la cuerda. Acá me sentí muy bien. Es mi barrio, es un espacio lleno de historia, de magia.
Lo que diré a continuación es algo que no tiene sustento histórico, sólo anida en mi mente. Cada vez que paso por el templo de Guadalupe y comienzo el descenso de la calle imagino que por ahí anduvo Jaime Sabines cuando escribió ese poema genial que dice: “¿Cómo puede decirse un amanecer en Comitán?...” y es que el aire (que es esencial en el poema) se enreda en el espíritu en ese lugar, esa cima simpática que permite beber un caserío formidable. Eso imagino. Sabines caminó por acá y luego escribió el poema. Bajo y comienzo a recitar, como si orara, el principio que es bien fácil de aprendérselo de memoria: ¿Cómo puede decirse un amanecer en Comitán? ¡Bárbaro! Qué fregón el tal Sabines, qué manera de iniciar un poema.
Bueno, eso pienso. En Guadalupe no estás en el alto de una montaña, ¡no!, pero estás en uno de los lugares más altos de Comitán (en San Cristóbal de Las Casas también está el prodigio de Guadalupe en su templo de arriba). Acá se recibe bofetadas de viento agradable. Digo esto, porque si mirás bien en dónde estoy apreciarás que estoy disfrutando la vista. No tengo en mi mirada a Comitán, no, pero tengo frente a mí ese espacio donde las flores son botones de una casaca generosa. Desde ahí vi la rotonda, los andadores; vi a padres de familia llevando a sus hijos al colegio (hay una escuela donde fue casa del doctor Rovelo), vi a mujeres y hombres entrando al templo, vi los vitrales de la iglesia, vi su cúpula; sentí a Comitán, en el barrio late su corazón en una forma sosegada, llena de vida.
Me encantó el lugar. ¿El mojol? ¿Otro más? Sí, hay una privacidad maravillosa. En los cafés del centro pasa todo mundo, todo mundo saluda y medio mundo puede sentarse a platicar. No a todo mundo le gusta ser interrumpido. Acá se acerca una simpática mesera, ofrece la carta, sirve café y luego ya uno puede escribir en la computadora personal o leer un libro o disfrutar una conversación con un amigo o amiga o mirar cómo camina el Comitán de todos los días.
Acá está la síntesis del movimiento de lo cotidiano. Acá se advierte la maravillosa capacidad del pueblo para enhebrar los mejores hilos, para hacer el bordado que define a Comitán. El ingeniero Gerardo es un hombre apasionado, que siempre está con la consigna de compartir. En su Rincón Guadalupe comparte talleres y cine. Y lo hace porque este restaurante es un espacio para la convivencia. Sé que cuando hay tormenta, el espacio no se presta para lo que fue diseñado, pero la mayoría de tardes y mañanas brinda la oportunidad de disfrutar Comitán, sin tanto reflector.
El parque de Guadalupe está cuidado, tiene bellas flores, eso hace que la mirada sea como una mariposa aleteando por ese racimo de buganvilias (que son de mi color favorito).
Posdata: el osito que está columpiándose al fondo me ignoró, lo agradecí, fue una compañía perfecta, me dijo que la convivencia es maravillosa siempre y cuando exista el respeto para la intimidad. A mí me gusta estar conmigo mismo, hablarme, confesarme, decirme que la vida es un instante apenas, que ya me alcanzó la vejez, pero que es una maravillosa oportunidad de llenarla con hojitas alegres. Un momento en el Rincón Guadalupe bien vale la pena.
¿Cómo puede decirse un amanecer en Comitán? Uf, hay mil formas de hacerlo, pero todas tienen el ingrediente de lo novedoso, de lo sublime.
¡Tzatz Comitán!
sábado, 14 de junio de 2025
CARTA A MARIANA, CON TIEMPOS DIFERENTES
Querida Mariana: vos sabés que nací en Comitán en 1957. Sí, ya tengo sesenta y ocho años de edad. Bien vividos, en la medida de mis posibilidades. Uno de mis privilegios es seguir viviendo en este pueblo. No deseo vivir en otra ciudad, más que ésta.
El año en que nací, nuestra amada Rosario Castellanos trabajaba en el INI (Instituto Nacional Indigenista). Ahora que hay una exposición de fotografías del archivo propiedad de Gabriel Guerra Castellanos, hijo de la escritora, se ve una credencial firmada por el secretario del INI, el licenciado Antonio Salas Ortega. La credencial es la número 119 y certifica que Rosario Castellanos es jefe del Teatro Guignol del Centro Coordinador Indigenista en el estado de Chiapas. La credencial tiene la fecha 1 de febrero de 1957.
Así que cuando yo andaba mamando la teta de mi madre, Rosario andaba trepada en un caballo yendo a una comunidad indígena a impartir las funciones de teatro guignol que se hicieron famosas con el nombre de Teatro Petul.
Si reviso la línea del tiempo que está en el Museo Rosario Castellanos veo que la escritora trabajó en el INI, en San Cristóbal de Las Casas, de 1955 a 1957; es decir, ella estuvo en Coletolandia hasta el año en que nací, ya en 1958 regresó a la Ciudad de México y el 24 de enero se casó con el filósofo Ricardo Guerra.
Me gusta hallar coincidencias de grandes personajes con mi vida personal. Me gusta pensar que cuando yo andaba conociendo el mundo, Rosario estaba cerca de mí, porque luego ella ya volvió a Chiapas en contadas ocasiones. En 1959 estuvo en Tuxtla Gutiérrez, para recibir el Premio Chiapas. ¿Cuándo fue la última vez que estuvo en Comitán? Tal vez en 1968.
Ahora que todo México celebra el Centenario del Nacimiento de Rosario Castellanos se han realizado una serie de actos importantes. En la UNAM se presenta la obra de teatro “Prendida de las lámparas”, que es un guion que habla de la vida y obra de la comiteca. Asimismo, ha habido conferencias, representaciones de cuentos, lectura de novelas y recitales poéticos. Dentro de los actos relevantes hubo uno especial, una conferencia que dio la maestra Angélica Altuzar Constantino, directora de CONECULTA, donde dio a conocer algunos datos acerca de la labor que Rosario realizó en los Altos de Chiapas, a través del Teatro Petul.
¿Qué fue el Teatro Petul? La historia cuenta que era un trabajo que el INI realizó en comunidades indígenas de Los Altos de Chiapas. Recordá que el INI tenía sus oficinas en la llamada “Cabaña”, en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas.
En el año 1955 Rosario llegó como jefa del Teatro Guignol, se dedicó a escribir guiones para que los titiriteros los representaran. Dos eran los principales títeres protagonistas: Petul y Xun (Pedro y Juan).
Hablamos de los años cincuenta del siglo XX. El INI ideó campañas de concientización en comunidades indígenas, por ejemplo, en el área de la higiene. ¿Cuál era el mejor método para transmitir ese mensaje? Pues a través de títeres. Así, los empleados, junto a Rosario Castellanos, se trasladaban a las comunidades (en ocasiones a caballo), montaban el teatro e interpretaban los guiones sencillos que Rosario había redactado. La gente de las comunidades llegaba y celebraba la actuación de los muñequitos. Por ahí existen fotografías donde se ve a los dos personajes principales (Petul y Xun) y la multitud disfrutando de las historias que ellos contaban.
Los que saben dicen que las campañas se centraban, sobre todo, en llevar mensajes de la importancia de las vacunas, mejoras agrícolas y medidas higiénicas. Para que la gente lo entendiera era importante que les hablaran en su idioma, así, los guiones escritos en español eran traducidos al tseltal y tsotsil, de esta manera la gente de las comunidades indígenas entendía el mensaje. Rosario ideó que hubiera un protagonista (Petul) y un antagonista (Xun). Petul era quien daba el mensaje aleccionador, pero como en las comunidades hacían lo contrario de lo que Pedro recomendaba, Xun era el contrario, quien decía que todo debía seguir sin cambio, porque las tradiciones así lo exigían. Al final, poco a poco, Xun cambiaba de parecer, le daba la razón a Petul, así, la gente también recibía el mensaje. Sí, era bueno que los niños recibieran su vacuna, era bueno que las prácticas de roza, tumba y quema del campo se eliminaran, era bueno que se hirviera el agua para consumo humano, que se lavaran las manos con agua y jabón en forma frecuente. Lo que decía el compa Petul era bueno para la comunidad y en muchos casos el mensaje llegaba directo y la comunidad cambiaba para bien. Sin duda que la campaña que realizaba el equipo de títeres guignol tuvo una importancia relevante, hizo un gran bien.
La historia cuenta que fue de tal grado la importancia de los muñequitos que alguna persona de la comunidad se acercó al títere Petul, al término de la función, y le dijo que bautizaría a su hijo así que le pedía que él fuera el padrino. ¿Lo imaginás? Petul se convertiría en compadre del indígena. Era tan grande la labor de estos empleados que lograban una gran cercanía con la comunidad. Cuenta la historia que era un día de fiesta cuando anunciaban la llegada de los titiriteros. Mucha gente, en ese tiempo, consideraba que los muñecos tenían vida. Así que el mensaje lo recibían con agrado.
Cuando yo cumplí seis meses de edad, Rosario todavía andaba haciendo esa chamba. Cuando cumplí un año de edad, Rosario ya había dejado este trabajo y regresó a la Ciudad de México, lugar de su nacimiento.
Los títeres siguen siendo un gran recurso didáctico. En las escuelas y en los centros culturales los emplean para enviar mensajes, porque saben que los muñecos llaman la atención de chicos y grandes. En colegios se siguen usando para enviar mensajes acerca de campañas de salud reproductiva. A pesar que estamos ya en los años veinte del siglo XXI, cuando la tecnología ha superado con mucho a los muñequitos, éstos siguen poseyendo la belleza de lo sencillo.
Cuando fui director de la Biblioteca Pública Regional Rosario Castellanos, en Comitán, una de las primeras iniciativas que lanzamos fue la construcción de un pequeño teatro donde Lupita, encargada de área infantil, realizó una serie de representaciones con títeres. Los niños y niñas llenaban la sala y disfrutaban la representación. Al final, Lupita les entregaba unas hojas blancas, lápices de colores y les pedía que, con un dibujo, representaran la experiencia vivida. Ahí me di cuenta de la importancia de los títeres para hacer llegar mensajes positivos.
Los guiones que escribió Rosario eran guiones sencillos, las historias tenían la riqueza de ser comprendidas por toda la audiencia. Si resulta difícil enviar mensajes con gente culta, podemos imaginar lo que pasaba en comunidades donde mucha gente no sabía leer ni escribir y su mundo se circunscribía al entorno cercano. Por eso, el trabajo de Rosario se convierte en una gran labor ya que debía traducir el mundo de los cashlanes al mundo indígena, para que fuera comprendido el mensaje.
A cien años de su nacimiento, se engrandece la labor que Rosario realizó. Es prodigioso que una mujer que fue heredera de haciendas, lugares donde los indígenas eran explotados, llevara mensajes para que esa comunidad tuviera acceso a mejores estadios de desarrollo. Por lo regular, los hacendados deseaban que los indígenas permanecieran ignorantes. Rosario se preocupó por los indígenas, porque tuvieran una vida más digna. Los títeres fueron una manera genial para enviar mensajes positivos.
Posdata: el Instituto Nacional Indigenista se fundó en 1948, cuando Rosario llegó a trabajar ahí, el INI tenía nueve años de labores. Al principio los títeres fueron empleados para llevar diversión, pero la comunidad permanecía ajena a las representaciones. Cuando Rosario Castellanos llegó y comenzó a escribir guiones éstos estaban dirigidos para hacer conciencia en campañas de higiene; es decir, las representaciones pasaron de un mero entretenimiento a una campaña de concientización para lograr que la gente modificara hábitos que afectaban su salud. Las campañas de prevención (incluidas las de vacunación) lograron un efecto positivo inmediato, por lo que ya se dijo: los guiones escritos por Rosario fueron pequeñas piezas literarias que les hablaban con el mismo lenguaje de ellos.
¡Tzatz Comitán!
jueves, 12 de junio de 2025
CARTA A MARIANA, CON FILAS
Querida Mariana: no me gusta hacer fila, lo detesto. Pero reconozco que hay filas que tienen su encanto. La otra mañana fui al mercado Primero de mayo para comprar un vaso de atol de granillo. En el mercado hay dos puestos, por lo regular, uno está a la izquierda de la puerta frente al Gimnasio Roberto Bonifaz y el otro en la entrada del acceso de la mera esquina. Los disfrutadores del atol saben, reconocen, que el mejor sabor lo encuentan en el primer puesto, por esto, la gente hace fila, no se desespera mientras avanza. Hay veces que la fila es grande, rebasa a veinte o veinticinco personas.
A mí me disgusta hacer fila. La mañana que llegué y me topé con una gran fila deseché la idea. No me moría por beber atol, así que seguí mi camino hacia la oficina. Pensé que ese día no me tocaba esa bebida. Ya será otro día, pensé.
Pero vi que la gente que hacía fila no se desesperaba, poco a poco avanzaban hacia el puesto donde la señora, frente a dos o tres ollas con bebidas calientes, servía “para llevar” (en bolsas de plástico) o “para beber” (en vasos de unicel). A diez pesos el vaso. Llama mi atención que hay personas que piden no del más caliente sino del que está tibio. Conforme pasa el tiempo, la bebida pierde su calor casi de recién hervido. El producto se mantiene más o menos caliente porque la señora le coloca un plástico en la boca de la olla.
Escuché que una persona, al ver la gran fila de compradores, preguntó, en forma simpática: “¿Qué están regalando?” Nada, dijo otra persona y explicó. Pensé que nada regalaban, aunque por el precio de diez pesos había un mojol de lujo: el exquisito sabor.
¿Atol? Sí, en Comitán así le llamamos al atole. ¡Esta costumbre de aligerar las palabras hace que la identidad se presente! Todo mundo visitante dice la palabra prestigiosa: atole, porque, digamos, es el término con que todo mundo reconoce a ese tipo de bebida.
Según la Inteligencia Artificial la palabra atole (que se usa en todo México) es una palabra cuyo origen es náhuatl (mirá, como nuestro Comitán, que viene del término Comitlán). ¿Cuál es la palabra? ¡Atolli! (entiendo que se pronuncia atoli), que significa aguado. Y la IA me dio más. Pucha, qué maravilla, dice que Atl significa agua y Tol es un diminutivo despectivo, lo que indica que atolli es una “bebida diluida y espesa”. Ahora entiendo, en la secundaria tuvimos una compañerita que le decían: la atol, quesque porque era muy aguada. Ah, saber. Y también había la atol agrio, porque tenía cara de queso apestoso.
¿Qué están regalando?, preguntó el compa y le dijeron que ¡nada!, que la fila era para esperar un vasito de atol de granillo o de jocoatol. La gente no estaba fastidiada, al contrario, vi que todos, ¡todos!, aprovechaban la circunstancia para la convivencia, comenzaron a platicar, a intercambiar chismes, a comentar los sucesos recientes, a hablar de naderías, a final de cuentas la vida está llena de esos intercambios.
Yo, lo sabés, soy un ish, no me gusta hacer filas, las evito. No me gusta hacer filas para cambiar placas del auto, para hacer el pago de predial. Me encanta recibir trato de príncipe. Cuando es temporada de predial veo a mucha gente, muchísima, haciendo fila (esperando horas) para lograr los descuentos prometidos. A mí no me sobra la paga, ahí ando al día, pero prefiero pagar cuando ya las filas desaparecieron. Me gusta llegar directo a ventanilla y hacer el pago. Así que esa mañana de antojo de atol, cuando vi la enorme fila pensé que debía seguir de largo y así lo hice.
Posdata: hacemos fila para conseguir un vaso de atolli. En esta costumbre hay toneladas de años, existe una gran tradición. Los mayas le entraban al atol y nosotros, en pleno siglo XXI, seguimos con la sana costumbre de consumir esta bebida caliente que tiene como elemento principal al maíz.
¡Tzatz Comitán!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)