El pavón es un ave en peligro de extinción. Asimismo hay muchas lenguas a punto de extraviarse en el universo.
Ayer en la tarde fui al Teatro de la Ciudad. Ahí el grupo de teatro dirigido por Rosa Hortencia Aguilar (destacada actriz comiteca) presentó una obra de teatro. Un teatro de comedia, sin pretensiones.
En Mérida, Yucatán, existe un teatro de comedia ligera. El teatro de revista tiene cabida en este teatro que da funciones casi a diario.
Ayer recordé la importancia de este teatro que tiene sus raíces en lo más sensible de lo popular.
La comedia que ayer se presentó fue una comedia de "enredos", la clásica comedia en donde existe una confusión y de ahí aparece lo chusco. Un ranchero pretende vender una mula, al tiempo que la hija del ranchero recibe la visita de su enamorado y éste le propone matrimonio. El ranchero confunde al enamorado de su hija con un posible comprador de la mula y de acá el enredo se hace.
Vi que la gente que asistió al teatro disfrutó el enredo. Tal vez la carcajada mayor se dio cuando en la escena se oyó un toquido de puerta y hubo una pausa de silencio, tan grande, que se oyó en todo el teatro la voz de una chiquilla del público que le preguntó a su mamá: "¿Quién será?".
Enrique García Cuéllar, actual director del periódico "Diario del Sur", de Tapachula, me enseñó un día la importancia de este teatro intrascendente. En Comitán hace falta la propuesta del teatro contemporáneo. En contraparte tenemos la riqueza de este teatro popular que permite un acercamiento a la maravilla de la escena. Tal vez Rosy Aguilar considere el proyecto de una obra que rescate el habla popular y que plantee la reflexión en torno a los orígenes y la importancia de lo tradicional.
Vi que la gente disfrutó la puesta en escena.
La labor que Rosy desarrolla es similar a la de un científico que lucha por evitar la extinción de un ave, o de una lengua, o de una tradición sencilla.