lunes, 19 de septiembre de 2016
DE LA SERIE: “PORQUE LA TELE TAMBIÉN BORDA NUBES” (1)
Una noche, Eugenia León cantó Comitán. Cantó la canción de Roberto Cordero Citalán, esa que dice: “…Comitán, Comitán de las flores, donde están mis amores, los que quieren de verdad…”. Muchos cantantes han interpretado esta famosa canción. En el plano local, todos los grupos de marimba la tienen en su repertorio. La Estudiantina de la Preparatoria, de los años setenta, no la tenía en su relación de canciones y cuando fue a Casa de Gobierno a cantarle las mañanitas a la esposa del gobernador estuvo a punto de caer en descrédito, porque la señora, satisfecha por la calidad de la estudiantina, se sentó a mitad de la sala y pidió ¡Comitán! Eh… el director de la estudiantina, con la pena, estuvo a punto de decir: “No la tenemos puesta”, pero Ramiro Domínguez (qepd), quien era un excelente guitarrista, jaló una silla a mitad de la sala, subió el pie izquierdo sobre el asiento tapizado y con sus dedos hilvanó los primeros acordes. El director del grupo se limpió la frente sudorosa (por el calor tuxtleco e incrementado por los nervios), se paró frente a los integrantes, levantó las manos y comenzó a dirigir a la estudiantina, convertida en un símil de los niños cantores de Morelia. Todos comenzaron a cantar: “Comitán, Comitán de las flores…”. Al final, la señora se paró y fue a abrazar a Ramiro. El honor del pueblo había sido salvado. Ramiro había sido el héroe de esa mañana.
Los que saben dicen que, en México, hay tres voces femeninas contemporáneas que parten los cielos de la música: Guadalupe Pineda, Eugenia León y Tania Libertad (quien nació en Perú).
Eugenia cantó Comitán en una noche tuxtleca. En el video del canal 22, del programa Tocando Tierra, se ve cómo Eugenia está en una explanada en los altos de Tuxtla. Al fondo, como si fuera un vestido de luciérnagas, Tuxtla se derrama generosa y parece tenderse a los pies del genio de la cantante y de la inspiración del compositor. (Don Roberto Cordero Citalán se revolvería en su tumba si supiera que el Canal 22 puso que la canción Comitán se llama Comitán de las Flores y es de Dominio Público. Bueno, se ha cantado tantas veces y a los comitecos les significa tanto que dicen que es el himno de Comitán, así que los comitecos se la han apropiado como si fuera uno más de los aires que llegan de la Ciénega.)
Los ejecutantes musicales que llegan de otra parte saben que si quieren apachurrar el corazón de los comitecos y ganarse su cariño, al final de su actuación deben interpretar la canción Comitán. La gente aplaude; saca sus pañuelos, con los que, primero, se secan las lágrimas de emoción, y, luego, como si estuvieran en el estadio Santiago Bernabéu, los levantan y los mueven como palomas arrechas. La tarde de inauguración del Auditorio Belisario Domínguez, un pianista que acompañó a la mezzosoprano Cassandra Zoé, cerró el acto. Pobre la Zoé, el pianista se llevó la tarde. ¡Cómo no! Con todo el colmillo retorcido dijo a la audiencia que le haría un regalo, se sentó y, sonriente, comenzó a tocar los acordes de ¡Comitán! Los aplausos asomaron como cohetería en el cielo. La actuación espléndida de Cassandra no alcanzó tal cantidad de aplausos. Ya sabe la mezzosoprano que, para la otra, como cierre de su actuación debe cantar Comitán.
De las tres cantantes mencionadas, la que menos me gusta es Tania (perdón). No le aguanto más de dos canciones. A la tercera, como si fuese un melómano aficionado grito: “¡Otra, otra, otra!”, pero ¡otra intérprete! La disfruto con dos canciones. Ya luego me empalago. ¿Quién es capaz de comerse diez chimbos uno tras otro? Sí, Tania me empalaga. ¿Y Guadalupe Pineda? Me gusta más que Tania, pero menos que Eugenia. Sé que es cosa de gusto musical y ya los sabios dijeron que en gustos se rompen géneros y en géneros musicales se rompen gustos. Me gusta la voz de Eugenia, me place la León que borda nubes con los hilos del pentagrama y, ahora, cuando estoy contento busco su interpretación en youtube y me la bebo como si fuera agua fresca.
Una vez, hace años, Eugenia ganó un festival de la canción, realizado en Europa. Los chauvinistas inversos de siempre dijeron que le habían concedido el premio como consolación para México, porque recién había ocurrido el terremoto que botó, entre otros edificios, el Hotel Regis. Lo único que sé es que yo recuerdo una magnífica interpretación de la canción de Marcial Alejandro que se llama “Fandango” y que, como el título enuncia, es una bullanguería bien sabrosa. Eugenia, como si fuese un pájaro, se trepó a la rama más alta y ahí lanzó sus líneas de luz.
En la canción Comitán, Eugenia se hace acompañar de un acordeonista y de la marimba de las hermanas Gutiérrez Niño. A mitad de la canción, la León se echa un viva, un ¡viva Chiapas!
Algo debe haberle quedado a Eugenia de esa noche que cantó Comitán en Tuxtla. A nosotros, los comitecos, nos regaló una bella interpretación; interpretación que, debo decirlo, no conocen todos los habitantes de este pueblo. Su obsequio fue como un ramo de flores de tenocté. Y digo que algo debió llevarse en su corazón, porque ahora que la vi en el canal 11, ofreciendo una entrevista, hallé que en su sala tiene una marimba. ¿En cuántas casas de comitecos hay una marimba?
Llama mi atención que para celebrar las fiestas patrias, por ejemplo, en la Embajada de México en España hubo marimba. ¿Qué se escuchó en Tapachula? La voz de silbato desafinado de Paulina Rubio. Aplausos para el embajador de México en España; rechiflas para el gobierno del estado de Chiapas, el estado que debiera enorgullecerse de la marimba.
Por ello, Eugenia me cae bien, porque es un cenzontle y en la sala de su casa tiene un árbol de hormiguillo con forma de marimba. Y me cae más bien porque le regaló a Comitán una maravillosa interpretación de Comitán.
Quien no haya escuchado tal versión puede encontrarla en youtube. Lástima que el canal 22 no incluyó imágenes de Comitán. Las imágenes que aparecen son de pueblos chiapanecos. Para justificar tal yerro se puede decir, en una exageración afectuosa, que todo Chiapas es Comitán.