lunes, 26 de septiembre de 2016
LOS JUEGOS DE LA VIDA
Hay un juego en el Facebook que se llama: Si tu vida fuera un libro, ¿quién sería el escritor? Y es como un horóscopo, donde todos los Aries tienen el mismo destino. He visto a dos amigas que les tocó Gabriel García Márquez como el narrador de sus vidas. Las dos demostraron emoción. Imagino que el juego electrónico tiene en su base de datos a los escritores más connotados del mundo y de ahí la ruleta elige a uno al azar. Mis dos amigas, fascinadas, me dijeron que les había tocado un premio Nobel de Literatura. ¿Por qué no lo hacés?, me dijeron.
¿Mis amigas reflexionaron en lo que el juego vaticinó? No lo creo, porque las conozco a ellas y sé que la imaginación de Gabo no corresponde a sus personalidades. X y Y (las llamaré así para no dar pistas de sus nombres verdaderos) no tienen nada que ver con el realismo mágico. No tienen nada que ver con mujeres que levitan, ni con mujeres a las que les da el mal del olvido. No tienen nada que ver con las putas tristes.
El juego se me hace interesante, como cualquier juego que estimule la imaginación. Pero es un fraude desde el instante que es la imposición estilo maquinita de Las Vegas. Me da roña pensar que me tocará el mismo escritor que le toque a Juan Ñ o a Romeo Z, cuando, todo mundo sabe, que Juan Ñ no tiene nada que ver conmigo.
Si de veras jugáramos al juego: Si tu vida fuera un libro, ¿quién sería el escritor?, la posibilidad debería hacerse al contrario; es decir, habría qué elegir al escritor favorito y, a partir de ahí, escribir una relación con los rasgos de la personalidad y con momentos importantes vividos, para que el escritor jugara a escribir la novela de la vida.
Así, entonces, me dirijo al lector de esta Arenilla y le pregunto: ¿Cuál es tu escritor mexicano favorito? Digo, para no aparecer malinchista, lo más recomendable (en un juego inicial) sería elegir a un paisano. ¿La Poniatowska? ¿Ángeles Mastretta? ¿Juan Villoro? ¿Héctor Cortés Mandujano? ¿Fernando del Paso? ¿José Agustín? ¿Laura Esquivel? ¿Xavier Velasco? ¿Silvia Molina? ¿Nadia Villafuerte? ¿José Martínez Torres? ¿Ethel Krauze? ¿Jorge Volpi? ¿El poblano Pedro Ángel Palou? ¿Sergio Pitol?
¿Ya tenés el nombre de tu escritor favorito, el que se encargará de escribir la novela de tu vida?
Muy bien. Ahora debés proceder a decir tu edad, sexo y lugar de residencia, para, luego, elaborar la relación de rasgos de carácter. Por ejemplo: Soy tímido; me gusta comer panes compuestos; camino por las tardes; no me gustan los gatos, pero adoro los perros (también las perras); juego fútbol; tomo cerveza con botana los sábados; las mañanas de domingo las empleo en ver futbol por la televisión; y diez o doce características más, incluidas las de tener la costumbre de morderse las uñas y de ver cine mexicano todas las noches.
¿Ya hiciste tu lista?
Perfecto, ahora es preciso anotar unos diez o doce instantes decisivos en la vida. Por ejemplo, la mañana en que tu papá te soltó en la resbaladilla y vos caíste de bruces y te lastimaste la cara (y comenzaste a odiarlo); la tarde en que tu mamá no supo decir cuánto te quería como respuesta a la pregunta de Marlene, la chica que, en ese momento, era tu novia (y comenzaste a odiarlas); el momento en que el maestro de natación te aventó desde el trampolín de diez metros; la noche en que Irene exigió que te pusieras condón y vos te palmeaste las bolsas del pantalón, sabiendo que nunca comprabas preservativos; el día que te casaste y llovió y tu futura esposa lloró porque su vestido se manchó de lodo; la mañana en que te invitaron a Los Pinos, la residencia presidencial, y no fuiste y te quedaste en el hotel porque te dio una infección estomacal que te mantuvo sentado en la taza del baño todo el día; la noche en que entraste, por primera vez, al Palacio de Bellas Artes y te deslumbraste con la actuación de un ballet de Cuba; el día que, en la Feria Internacional del Libro, conociste a Xavier Velasco y te arrepentiste de haberlo hecho, porque te pareció muy común, casi como el vecino borracho con el que siempre te topás cuando salís de casa.
Una vez hecho tal recuento, debés conseguir la dirección de tu escritor favorito (¿te decidiste por Juan Villoro?) y enviarle el material con la explicación anexa. A partir de ese instante no harás más que estar pendiente de que una mañana, como a las diez, toquen a la puerta de tu casa y salgás para recibir el envío por mensajería de un ejemplar de tu libro, de tu vida, escrita por Villoro. Si tu vida fuera un libro, el escritor sería Juan Villoro, porque vos así lo decidiste y él consideró que tu vida no era un desperdicio.
Ahora que, si los de mensajería nunca tocan a tu puerta, después de diez años, dirás que el juego no funcionó y será mejor optar por otro, por uno que se llama: “Si tu vida fuera azul, ¿cuál sería el gris de tu futuro?”