miércoles, 23 de julio de 2025
CARTA A MARIANA, CON UN DICHO
Querida Mariana: “fue sin querer, queriendo”. Romeo decía que él debería tener el crédito de tal frase y no el Chavo del Ocho.
¿Por qué decía eso? Porque aseguraba que desde que tenía uso de razón se había dedicado a hacer cosas “sin querer, queriendo”; es decir, no quería hacerlas, pero el cinturón de su mamá hacía que lo quisiera.
Si a mí me obligás diré que no entiendo a cabalidad el sentido de la expresión. Le encuentro una contradicción, ¿es así? Pero lo que sí entiendo es lo que Romeo cuenta, porque en muchas ocasiones también he estado en esa situación; hago cosas sin querer, pero termino haciéndolas y como decía el maestro Rubén: lo hago ya con gusto, porque no hay cosa peor que hacer algo a disgusto. Si no puedo evitar un trabajo y debo hacerlo ¡lo hago con gusto, casi disfrutándolo!
Sé que lo que a Romeo y a mí nos sucede no es exclusivo, debe existir un gran número de personas a quienes les sucede lo mismo.
Ahora que volví a pensar en el sentido de la frase, parece que ya le encontré el hilo. ¡Ya! Ahora estoy viendo al Chavo del Ocho y sé que se justifica por hacer algo malo. Hizo alguna travesura y, con carita de inocencia dice: “fue sin querer”, pero luego aparece su cara de diablito y agrega: “queriendo”; es decir, primero dice que fue un accidente, pero luego se observa que lo hizo con alevosía y ventaja.
Así que lo que dice Romeo no se aplica al ciento por ciento con su comportamiento y tampoco con el mío. Digo esto, porque casi nunca hago cosas con dolo.
Fijate, la lectura de Romeo es equivocada y también la mía. Ahora ya entendí el sentido de la frase del Chavo del Ocho, que se volvió famosa por su repetición. El famoso comediante reconocía el valor de la repetición, eso provocaba que quienes veíamos su programa supiéramos lo que sucedería y medio México y en muchos países de Latinoamérica se popularizaron sus frases y las empleábamos ante cualquier situación: “es que no me tienes paciencia”, “bueno, pero no se enoje”. Ante la insistencia la gente se aprendía las frases recurrentes.
Una de las frases más usadas es la de otro personaje del comediante: “Y ahora, ¿quién podrá defendernos?”
Esto de la repetición es una llave que ahora emplea mucho la mercadotecnia. Bueno, tal vez desde siempre, por eso alguien dice que una mentira repetida muchas veces se convierte en verdad. Los grandes comunicadores siempre han usado este recurso de la repetición para que el mensaje se hinque en la mente de los consumidores. Recuerdo a Jacobo Zabludovsky, el famoso conductor del noticiario 24 Horas, de Televisa. Medio mundo veía su noticiario, los que lo adoraban así como los que lo odiaban, porque siempre estuvo muy a favor del poder político. Pero su influencia fue tal que se popularizó una frase: “Lo dijo Jacobo”, con eso se pretendía decir que lo comentado era cierto, era como una garantía de una noticia certera.
Esta frase se repetía una y otra vez, igual que Jacobo, se volvió famosa. Jacobo sabía el poder de una frase repetida, por eso siempre que se despedía de la audiencia lo hacía con la siguiente frase: “24 Horas termina hoy; muchas gracias. Buenas noches”, así, cuando ya estaba a punto de despedirse todo mundo de la audiencia televisiva sabía que así se despediría, muchos repetían con él la despedida.
Romeo y yo teníamos una idea equivocada del dicho: “fue sin querer, queriendo”; el sentido estricto es que la gente dice que la travesura fue sin proponérselo, pero acto seguido (con el juego del verbo) deja en claro que sí fue premeditado.
Y ante la simpleza de las frases del comediante advertimos que su poder es inmenso, gracias a la repetición. Pensá que esta repetición llega a millones de televidentes, en forma frecuente. El cerebro está expuesto a un martilleo intenso.
Posdata: Y ahora, ¿quién podrá defendernos? Esta frase se puede aplicar en muchos casos lamentables. El problema real es que no existe un Chapulín Colorado que pueda solucionar los problemas donde aplicamos la frase.
¡Tzatz Comitán!