domingo, 20 de julio de 2025
CARTA A MARIANA, CON DESACUERDOS
Querida Mariana: la insatisfacción es una cuerda que ahoga a los seres humanos. Todo mundo está en desacuerdo con lo que le tocó vivir. Hay personas que están a disgusto con su color de piel, con su altura, con su nariz un poco torcida, con su quijada prognata, con el tamaño de sus pies (y con el tamaño de otras partes del cuerpo). No he conocido a una persona que esté ciento por ciento satisfecha con su cuerpo. ¿Qué pasa con el espíritu?
El cuerpo es el estuche de presentación. Las personas están expuestas a las opiniones ajenas. Todos vivimos pendientes de la crítica del otro, de los otros. Esto hace que no nos conformemos, que no nos aceptemos, porque siempre aparece la comparación. Los medios de comunicación nos bombardean con estereotipos. Los hombres que vivimos la adolescencia en los años setenta nos alimentamos con imágenes de Playboy; es decir, la chica de nuestros sueños estaba en ese catálogo; asimismo, las chicas tuvieron a sus ídolos masculinos que aparecían en la pantalla. Ni unas ni otros estaban en nuestro entorno, en Comitán no había chicas Playboy ni chicos modelos. Tal vez por eso vivimos con cierto desánimo. ¡Qué horrible! ¿Mirás qué tragedia?
Sólo tenemos una vida, una vida que es apenas un instante. Un día nacemos, pero al siguiente ya estamos en primaria, un día después ya andamos de manita caliente con una pareja y así se va la vida, los años pasan, nos envuelven en sábanas que dan la impresión de protegernos y que son frazadas que nos ahogan. La vida nos muestra una cara benigna, pero ésta es una máscara. Quienes se atreven a quitarle esa máscara encuentran el verdadero rostro de la realidad. La vida es como es, quienes no la aceptan como tal son los seres humanos, eternos insatisfechos.
¿Es parte del afán masoquista que nos es propio a los seres humanos? Los sabios dicen (en teoría) que no hay más que el presente y que lo más recomendable es vivirlo con intensidad. No hay más. Sin embargo, mucha gente vive instalada en la nostalgia, dando vigencia al dicho: “todo tiempo pasado fue mejor”, sin darse cuenta que eso ya es inexistente como materia vital. Esa propensión a estar instalado en el pasado ocasiona que el presente se diluya como pasa el agua en un río. No disfrutamos el viaje, no apreciamos lo que vemos desde la orilla de la barca, por estar imaginando escenas que ocurrieron hace muchos años o, ¡el colmo!, jamás pasaron.
Los metrosexuales siempre están pendientes de su apariencia física, pero las mujeres (ustedes, querida niña) son quienes les ganan a los varones. Ahí las veo agrandando sus tetas y sus nalgas; ahí las veo haciéndose mil cosas en sus rostros (por ahí hay un término que está de moda, que se refiere a esa obsesión: tunear).
¿No tenés auto? Maldecís a la vida por esa desgracia. ¿Tenés un vocho? Maldecís a la vida por no tener un BMW. Envidiás al que posee un yate en Acapulco; envidiás a quien va de vacaciones a Dubai; envidiás a quien tiene una motocicleta Harley Davidson. La envidia es prima hermana de la insatisfacción. ¡Qué pena! Mirá en qué terminamos convertidos: en envidiosos e insatisfechos, porque, la mera verdad, no estamos conformes con lo que poseemos, con lo que natura nos dio. Y es que, también es cierto, el destino luego es muy discriminador y millones y millones de personas en el mundo no fueron elegidos de los dioses. La mayoría vive en la inopia, casi sobrevive. “Jodido y, de mojol, ¡feo!”, decía la madrina Cari cada vez que su hija Rosalba le presentaba a un pretendiente. Nadie satisfacía a la madrina, a todo mundo varón lo veía jodido y feo, porque los chicos no eran de la Nobleza y no correspondían a los estándares de belleza que le habían sido impuestos.
Posdata: la vida es bella, nos dijo Roberto Benigni en su famosa cinta. Todo mundo dice que sí, que la vida es bella, pero basta quitarle tantito la máscara para descubrir que, en realidad, no es tan fascinante como un cuento de hadas o bueno ¡sí!, está llena de ogros, de brujas, de seres malignos. La vida tiene el rostro que decía la madrina: es jodida y de mojol ¡es fea! Pero, la vida es así, no se puede hacer cambios estéticos a su cara.
¡Tzatz Comitán!