sábado, 29 de noviembre de 2008

La luz de Las Margaritas

Existe una ciudad que se llama Las Margaritas. Ahora, y desde siempre, es un pueblo lleno de luz tojolabal.
En una película de Clint Eastwood, "Los puentes de Madison", sale un puente similar a uno que existe en Las Margaritas. Sí, lo escribí bien, el puente de la película se parece mucho al puente cubierto que existe por el rumbo del barrio de Guadalupe y no viceversa. Esto es asi porque estos universos de madera existen desde mucho antes que existiera el hormigón.
Ayer fui a Las Margaritas. Tenía más de quince años que no andaba por ahí. Caminé por su parque, en una noche limpia. Frente al templo hay una gran pochota. Ahí estaban varias parejas. Dos hombres miraban el árbol que, a las siete de la noche, era como un enjambre de zanates. El cielo estaba lleno de estrellas y el mundo se movía lento, al ritmo con que se movían los jóvenes. Alrededor del parque hay dos o tres cibercafés, dos sucursales bancarias, tres o cuatro estanquillos, una tienda de ropa, tres cenadurías, dos farmacias y dos locales con videojuegos. Los jóvenes se movían como en una película de cámara lenta. Los viernes por la noche, en Las Margaritas, la prisa da paso a la pausa. Sobre un volkswagen cuatro muchachas bonitas se dedicaban a dar vuelta al parque.
Tenía más de quince años que no andaba por ahí. Ayer respiré un cielo limpio tojolabal. Me sentí bien.
La ciudad de Las Margaritas es vecina de Comitán. ¿Veinte kilómetros? ¿Un poco más, un poco menos? Justo donde comienza el municipio, la carretera se amplía y al llegar a la ciudad un bulevar bien cuidado recibe a propios y extraños. La ciudad ha crecido, ha crecido en luz.