viernes, 14 de noviembre de 2008

Presentación de librincillo


Anoche presenté el librincillo: "Un sitio ll-amado Comitán". El maestro Oscar Bonifaz dio unas palabras acerca del trabajo. Para compartir con mis lectores paso copia de su texto.

13 de noviembre de 2008.

PRESENTACIÓN DEL LIBRO “UN SITIO LL-AMADO COMITÁN”
¿Sabrá Alejandro Molinari que hay momentos en que me cae muy mal y no puedo soportarlo?, ¿lo sabrá? No sé, pero sí es preciso que ustedes lo sepan y estoy seguro de que me van a dar la razón.
A cada chico rato Alejandro Molinari se le ocurre devaluarse mucho más que nuestro débil peso mexicano. Según él, lo que hace no tiene valor alguno, y eso, naturalmente que me cae mal porque si a alguien lo podemos condecorar con la medalla del mérito legítimo, es precisamente a él, porque su colaboración intelectual, sea en la docencia, en la literatura o en la pintura, Alejandro tiene toda la pinta de un genio guardado en el bolsillo de quienes reconocemos sus méritos y lo estimamos no solamente por ellos, sino por la altísima calidad y calidez de su persona.
Y cómo no me va a caer mal cuando él y por su propia voz me informa que aquellas memorables libretas que acarició con ternura paternal durante mucho tiempo, olímpicamente las quemó. Buena parte de nuestra historia comiteca que se perpetuaba en esas letras, se perdió para siempre, simplemente porque a Alejandro le pareció un material de segunda o sin importancia.
Los sucesos ínfimos, las pequeñeces, son precisamente los que van bordando nuestra verdadera historia; Alejandro durante buen tiempo fue pepenando esos retazos de nuestra vida comiteca para que, según sus limpios propósitos, vivieran en esas memorables libretas. No había suceso que no estuviera guardado ahí, vivo y latente. Ah no, pero en un ataque de su temperamental locura, destruyó todo eso. Díganme ustedes cómo no me va a dar un coraje que no puedo disimular y que me deja en mi calidad de chucho con rabia.
En su propia confesión él nos dice (y lo copio textualmente) “En el patio de mi casa, metí en un tambo todas las libretas, las regué con gasolina y aventé un cerillo. Después de unas horas las cincuenta y dos libretas se convirtieron en un kilo de cenizas”, ¡ah, qué bonito!, ¿no es esta una manera de que Alejandro haga mal algunas cosas? Este moderno Nerón comiteco no supo lo que hizo, quemó una buena parte de nuestra historia, la que había atesorado durante muchísimos días.
Bueno, pues después de mi justificado berrinche, me voy a referir a su libro “Un sitio ll-amado Comitán”.
Ya hacía algún tiempo que él había depositado este libro en mis manos y bien recuerdo que lo leí en un pedazo de noche; al terminar, acaricié el libro y me fui a la cama con un montón de imágenes que despertaron en mi imaginación como luces de Bengala.
Es difícil de resumir lo que contiene este libro, a mi manera de ver, es un servicio gratuito para quienes saben ver y saborear lo que es nuestro.
Aquí Alejandro -ahora generoso- nos entrega un tesoro en el que hay lunas, estrellas y soles; cielos y mares, todo esto a nuestra franca disposición. Las pequeñas cosas con que a diario nos regala la vida pero que no podemos ver por nuestra increíble miopía. Desfilan ahí desde la mirada de Angelina Beloff hasta Santo El Enmascarado de Plata, vistos a través de una lente que acaricia los temas para regocijarnos, o sorpresivamente, nos vemos retratados en el espejo fiel de sus letras, porque por fin, y después de algunos tanteos y desvíos, naturales de su primera juventud, Molinari ha encontrado la estructura de sus letras, una diáfana personalidad literaria.
En este libro, Comitán está presente en cada una de sus letras, él mismo así lo reconoce porque “es un papalote que atraviesa los cielos de Comitán”, es, en cierta manera, don Concho “que saca su silla a la calle para mirar cómo pasa el mundo”.
149 son los títulos que aprisiona este magnífico libro. En lo particular me identifico -y mucho- con uno que se titula “Días planos”; exactamente cuando no hay nada qué hacer y uno se convierte en una perinola loca que busca en los rincones un segundo de reposo.
Los demás temas son, todos, para meditar o sonreír; pequeños temas donde se justifica aquello de que en la brevedad está el gusto. No es lo mismo el paladeo de un buen vino que una borrachera extrema.
Por eso mismo, salud Alejandro, que al fin de cuentas me caes muy bien.

Oscar Bonifaz