lunes, 16 de diciembre de 2013

CUANDO LA LUZ SE HACE





Imaginá que te llamás mirada. Imaginá que sos mirada. Podés ser mirada de muchacha bonita, de esas que se posan en los ojos de los muchachos. Ya luego (dicen las expertas) la mirada se dirige hacia el pecho del amado y, en tercer lugar, en el trasero. La mayoría de miradas se dirige, en primer lugar, hacia la otra mirada. Y es que si sos mirada serás privilegiada, porque, ya lo dice el dicho, “la mirada es el reflejo de las intenciones”. Si sos mirada de hombre perverso, entonces sí, te posarás de inmediato en los pechos de una muchacha bonita o en su trasero y andarás trepada en las azoteas, detrás de los tinacos, mirando las ventanas donde las muchachas bonitas se desnudan en sus cuartos. A medida que la muchacha se quite la blusa, el sostén, la falda y la pantaleta, en esa misma medida te irás calentando, te pondrás roja por la inyección exagerada de sangre y correrás el riesgo de un derrame. Irás a esas salas oscuras, de terciopelo rojo, donde exhiben películas XXX. Harás el esfuerzo para que tus ojos no se cierren y estarás pendiente de las butacas de al lado, donde una prostituta, como si calentara tostadas en el comal, acaricia el pene erecto de su cliente.
Pero, podés ser mirada de anciano y tus ojos tendrán la misma piedra que tienen las columnas del templo de Éfeso. Si sos mirada de anciano, tus ojos se acostumbrarán al blanco de los pabellones y de las enfermeras. Verás las bacinicas con aguas y flemas verdosas. Te contagiarás del paso de auto descompuesto de los viejos y caminarás como si la velocidad de la luz tuviera trabada la palanca de velocidades.
Si sos mirada podés elegir ser mirada de niña a mitad del patio, de niño jugando a los carritos, de oficinista envuelto en humo, de maestro que pinta en el pizarrón electrónico y añora el blanco del gis. Si sos mirada estarás expuesto a las miradas de los demás, de los que dan vueltas en los parques, de los que juegan billar, de los que meditan en los cuartos tapizados de madera. Podrás ser mirada de muchacha virgen, de esas niñas que jamás han visto un pene erecto; podrás ser mirada de niña que carga el cántaro de agua todas las madrugadas, envuelta en la niebla.
Lo bueno de ser mirada es que podés desaparecer en cualquier instante. Bastará que cerrés los ojos para eclipsar al mundo. Pero si mantenés abiertos los ojos podrás confundirte porque el mundo, lo sabés, no sólo contiene cosas bonitas. El mundo está lleno de horrores, lleno de telas negras, lleno de puertas izquierdas con marcos apolillados. La historia del mundo está escrita por las miradas de todos los hombres y de todas las mujeres que han padecido el horror de la guerra, de la violación, de la sangre untada sobre los muros. Las miradas, cuando son blancas, tienen el vuelo de las palomas, pero cuando son como claraboyas inundadas tienen el cordel del condenado a muerte.