lunes, 2 de diciembre de 2013

IMAGINÁ QUE TE LLAMÁS NADA



Con un abrazo respetuoso a la familia González Moreno,
por la ausencia física del maestro Juan Manuel.



Imaginá que te llamás Nada, que sos la Nada. Al principio dudarás, dudarás porque, se supone, el fin último del ser es el Ser y si sos Nada ¡nada sos! Pero, como dijera la taza “contengo y sólo tengo un asa”. El asa, a pesar de que está llena de vacío, deposita su ser en el dedo que la apersoga como se apersoga la liana a la rama.
Imaginá que te llamás Nada. Imaginá que todo el Universo está contenido en vos, porque si sos la Nada sos el mayor Agujero Negro. Sos quien concentra el Todo y, como si fueses un molino para moler granos de café, todo lo hacés polvo. Y recordá la sentencia bíblica de que “somos polvo y por eso nadie nos limpia”.
Imaginá que un día te integrás al infinito y toda la familia te busca. Comienzan llamándote a gritos. Van y te buscan en el cuarto, abren el ropero para ver si (travieso) estás jugando. Después de una hora todo mundo se alarmará y la “alarma” correrá como gamo en la sabana. Dos horas después de tu transformación todo mundo dirá que estás extraviado. La abuela, con el rosario entre las manos, rezará y le pedirá a su Dios que conceda el milagro de tu pronta aparición. Pero (pensarás vos) ¿por qué se alarman si acá estoy al lado vuestro? Pero nadie te verá, porque -¡Dios mío!- ¿qué mortal posee el prodigio de tocar a la Nada, de ver a la Nada? Estarás al lado de ellos, como está el aire, como está el rayo de luz, como está cada célula del Universo y no te verán. ¡Qué contradicción! Pensarás de qué te sirve ser la Nada suprema si nadie es capaz de tocarte, de intuirte. Seguirán buscándote y al día siguiente ya todo Comitán correrá el chisme de que has desaparecido. Sí, dirá medio mundo, desapareció de la Nada. ¡Tontos, mil veces tontos! ¿No ven que es al contrario? No desapareció de la Nada, al contrario. Pero, bueno, vos sabés cómo es la gente. No puede ver lo obvio. ¿No mirás que a cada rato andan queriendo, como Santo Tomás, metiendo el dedo para ver si el deseo existe en la entrepierna de la muchacha bonita?
Imaginá que sos como una columna de galletas que un niño construyó sobre la mesa. Imaginá que basta un pequeño golpe en la superficie para que la columna se tambalee. Así es la vida de los seres normales, de todos aquellos que imaginan Ser a través de la posesión de chunches materiales. ¿Has visto cómo los hombres se sienten importantes a la hora que suben a un BMW? ¿Los has visto cómo se pavonean cuando aparecen en las páginas de sociales del Síntesis o, ya de perdida, del Diario C, en su sección de Elvira Morales? ¡Pobres! Juegan a que son el Todo, sin saber que las galletas de la columna construida por el niño se tambalean, lean, lean.
Imaginá, sólo por un instante, que sos Nada. Cerrá los ojos y hacé el esfuerzo de concentrarte en el Todo, en integrarte al Universo y luego, como si entraras a un río de aguas tibias, dejá que tu cuerpo sienta ese vaho de café caliente, esa línea que dibuja el infinito. Dejate consentir por el Todo y pensá que es muy fácil integrarse a eso que, después de todo o de nada, es la Nada, la Nada fundamental, la rotunda, la que, como todo mundo ignora, es el espíritu del Todo. Y ahora, ya puestos en esta línea, pregunto: ¿cuál es la esencia más importante del Ser? ¿Acaso no es el espíritu? Bueno, entonces, ¿ya miraste por qué es importante que jugués a ser la Nada? La Nada, ya lo dijeron los sabios, es el espíritu del Todo. ¡Uf, qué importante serás si Nada sos!