jueves, 31 de julio de 2025

CARTA A MARIANA, CON UN CINE

Querida Mariana: crecí con dos religiones: la iglesia católica y el cine. No me obligués a elegir, porque elegiré el cine, éste sigue siendo uno de mis árboles tutelares. ¡Cómo no iba a amar y respetar a ese hombre! A alguien que creó un cine. Una tarde, en su oficina me dijo que en San Cristóbal, antes de llegar a Comitán, había construido una sala cinematográfica. Dijo que su motivación fue que en las salas comerciales sólo exhibían películas sin mensajes positivos para la juventud. Antes de emprender su aventura fue a platicar con los dueños de las salas de San Cristóbal. ¿Era posible exhibir cintas aleccionadoras? ¡No, padre, el negocio es la película de acción, de aventuras, de romance!, fue la respuesta que halló, así que debía ir por otro camino, uno donde los chicos y chicas de esos años pudieran caminar sin el llamado de las salas comerciales. ¡Ah, labor complejísima! Pero lo intentó, lo hizo, lo logró. Esa tarde se paró y me dijo que fuéramos a la sala de su casa, que estaba al lado del colegio, me senté en un sofá que estaba forrado con plástico para que no se mojara con líquidos regados, sacó un álbum fotográfico y me enseñó una fotografía. Ahí estaba la sala cinematográfica que había construido en San Cristóbal, era una pequeña sala con butacas, al fondo se veía la pantalla acuerpada por un telón de terciopelo rojo y ribetes dorados. ¡Era una sala pequeñísima, pero muy bella, más que digna! ¿Cuántos espectadores podían asistir a una función? No más de treinta. ¡Cómo no iba a amar y respetar a ese hombre! Todos los constructores de salas cinematográficas las hacen pensando en hacer paga, en hacer negocio. Este hombre se atrevió a hacer una sala pensando en que los chicos y chicas de esos años, años cuarenta, en San Cristóbal, recibieran mensajes positivos. No se trataba de hacer paga, se trataba de enviar imágenes llenas de valores. Porque el cine es un medio de comunicación que alecciona. Veamos los tiempos actuales. ¿Qué ven nuestros jóvenes? ¿Qué siembran en sus espíritus? Nadie en Comitán hizo algo semejante. Ahora hay clubes donde presentan ciclos de cine, pero todas son salas improvisadas. La sala que él construyó era pequeña, pero fue formal, con un pasillo central y con butacas dignas y con una pantalla como si fuera una sala profesional, con cortinajes. Esa tarde vi la fotografía de la pequeña sala y le dije que me maravillaba su pasión por pensar en los otros, siempre entregando, dándose. Cuando abandonó San Cristóbal para hacerse cargo del templo de Santo Domingo en nuestro pueblo, su pueblo, el padre Carlos no construyó una pequeña sala cinematográfica para los jóvenes comitecos, ¡no!, su horizonte fue más amplio, fundó un colegio que inauguró en 1950, un colegio al que le puso el nombre de Mariano N. Ruiz para honrar a quien fue su maestro, quien nació en San Cristóbal de Las Casas, pero también realizó una labor en favor de la sociedad comiteca. ¡Cómo no iba a amar y respetar a un hombre que construyó tanto! ¿Quién más? Ahora, como siempre, los constructores de salas cinematográficas y de colegios particulares lo hacen más en función del bolsillo que del espíritu. Posdata: cuando vi la pequeña, pero bellísima sala cinematográfica que construyó y donde los jóvenes de entonces vieron películas no bélicas, sino pacifistas, pensé que una sala de esas bien podía funcionar en Comitán para dar ciclos de cine de arte pero, al instante reculé en mi pensamiento y nada comenté con el padre Carlos, porque el cine de arte no siempre contiene los mensajes que él deseaba enviar a la juventud. El arte es irreverente, contestatario, provocador. El padre Carlos fue un líder auténtico. El otro día platiqué con el padre Manuelito, después que él dio la misa de acción de gracias por el término de un ciclo escolar más del Colegio Mariano N. Ruiz y le dije que veía su capacidad de liderazgo y le comenté que yo había conocido al padre Carlos, entonces él dijo: “sí, sé que él también era muy dinámico”. Sonreí. Sí, el padre Carlos fue un gran líder. ¡Cómo no iba a amar y respetar a ese hombre dinámico! Te mando un dibujito que hice recordando la fotografía que me mostró el padre Carlos. La foto por ahí debe estar. Ojalá algún día aparezca. ¡Tzatz Comitán!