lunes, 24 de enero de 2011
ARENILLA PARA ÓSCAR WONG
“¡Llévelo, llévelo! ¡Es el mero fregón, es el Óscar!”, dice el hombre. Tiene libros en sus manos. No hay la oferta de “¡Bara, bara!”, ni la de “Dos por uno”. Grita, mientras la gente pasa frente a él; grita como si la vida estuviera a punto de resquebrajarse. “¡Llévelo, llévelo!”, y coloca los libros en la cara de los posibles compradores. Éstos ríen, divertidos ante la facha del hombre que ofrece los libros. El vendedor está pelado al rape y viste una túnica al estilo de la que usa el Dalai Lama. Grita, mientras la mañana se diluye como hoja seca; grita, como si vendiera películas: “Llévelo, acá está el Óscar”. Los despistados piensan que ahí, en sus manos, el hombre tiene a Woody Allen o a Francis Ford Coppola o a Al Pacino o a Sandra Bullock, pero los viejos saben que no es así. Los viejos lectores saben, mientras se limpian -con pañuelos blanquísimos- el sudor de la frente y de la nuca, que el hombre ofrece libros de Wong. Lo grita como si aporreara un gong en algún palacio de esos que tienen techos de teja soportados sobre vigas fuertes. Por esto, con la fuerza de un torrente, ofrece ese trébol de cinco hojas: cinco en el nombre, cinco en la ola que revienta sobre el acantilado del viento.
Sólo en las manos de ese hombre el trébol. “¡Llévelo, llévelo, es Óscar Wong quien le entró al juego de la Arenilla!”. Como en jardín minimalista japonés, Wong hizo un trazo sobre la arena blanca. Acá su firma, la línea de su viento.
1.- Y el que ya ganó un Óscar ¿qué le provoca ser nominado al Premio Chiapas?
Que yo sepa, no me quita el sueño. El Premio Chiapas no es sinónimo de inmortalidad, mucho menos de calidad. Y si revisas la nómina de quienes lo otorgan y de quienes lo han obtenido comienzas a sospechar que tampoco es símbolo de moralidad.
2.- ¿Cuántas celdas existen en tu Wongnasterio y a qué hora es la hora del Angelus?
El Wongnasterio es más herético que cristiano. Más cátaro y templario que todos los mitos y mitotes que en el mundo han sido. La hora del Ángelus se presenta todo el día, porque la comunicación celestial es directa: simplemente te pones en posición de flor de loto y emites el máximo mantra que se ha generado en el mundo: Wooooong.
3.-Un niño que se llama Quincho Sabines ¿qué destino le espera?
La cantina, desde luego. O la gubernatura. El apellido pesa, espesa y es pesa.
4.- ¿Por qué, a veces, la crítica sólo critica?
La crítica también se vuelve acrítica cuando la enarbolan los chiapanacos, que no chiapanecos.
5.- ¿En qué momento se dice que la inflación invade el terreno de la literatura?
Cuando los tecleadores se refugian en El Che Garufa, en Tuxtla Gutiérrez, o en la cantina más próxima a sus bolsillos en Cotzitán de Domínguez.
6.- ¿Cuál sería el objetivo principal de la creación de la Asociación de Poetas Chiapanecos Encontrados Debajo de La Piedra?
Seguramente Blanca Margarita López Alegría responderá a la perfección esta pregunta. O Cordelia Vázquez Villatoro... aunque presupongo que el objetivo principal debe ser entronizarse en Iraculta-Chiapas, como algunos intelecuáles le dicen ahora a Coneculta.
7.-Sugiere tres pasos para evitar el llanto a la hora de cortar la cebolla de la luz.
El pasito tuntún, el pasito duranguense y el paso redoblado antes de terminar encendidos con la luz de la Victoria sudorosa a cero grado centígrado.
8.- ¿Cómo lo singular, sin clonarse, se convierte en plural?
Cuando Efraín Bartolomé, como buen psicoterapeuta, diagnostica a sus pacientes: seguramente cuando están en la etapa anal, debido al final de ambas palabrejas.
9.- ¿Qué instrumento es el adecuado para diseccionar la palabra?
La lengua viperina de los periodistas chiapanacos; el hocico feroz de los autollamados poetas, poetitas y poetotas o la internética y molinárica playa cotzitía que enarbola muchas Arenillas.
10.- ¿Qué tipo de lector crea contingencia ambiental?
Todo aquel que lee las obras de Roberto López Moreno, sobre todo el texto del colibrí que gloglotea en el ríííííooooo antes de sucumbir.
Óscar Wong (agosto 26 de 1948) es poeta, narrador y ensayista. Sus títulos más recientes: Razones de la voz (CNCA, Colec. Práctica Mortal, Méx., 2000), Rubor de la ceniza (Edit. Praxis, Méx., 2002), Poética de lo sagrado. El lenguaje de Adán (Edic. Coyoacán, Méx., 2007), Jaime Sabines. Entre lo tierno y lo trágico (Edit. Praxis, Méx., 2008) y En el corazón de la memoria (Edit. Jus, Méx., 2010). Radica en la ciudad de México.