miércoles, 16 de febrero de 2011

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO LA VIDA NO DA PARA MENOS



Querida Mariana, ¿tenés idea de cuántos lectores preguntan por vos? Bueno, no muchos, pero sí más de dos.
Hace años, Valeria me preguntó, en una cafetería de San Cristóbal de Las Casas, si existían El Memelas -mi amigo cholulteca- y Frida, su sobrina. En ese tiempo escribía muchas Arenillas contando mis encuentros con ellos, en su casa de Cholula (yo vivía en Puebla). Aventé el buche de agua que tenía en la boca y le dije por qué preguntaba eso tan absurdo. ¡Claro que existían! Valeria no me creyó. En diciembre de 2008, El Memelas vino a Chiapas y fuimos a San Cristóbal. Deseé con toda mi alma que Valeria estuviera en casa para presentarlos, pero El Memelas (siempre sabio) me detuvo y me dijo que el universo determinaría si ellos se conocerían en esa ocasión y caminamos por todo el centro viendo si el azar hacía el prodigio de que ella apareciera en cualquier esquina. ¡Valeria nunca apareció! En el camión de regreso, El Memelas abrió su libro y me mostró la siguiente frase que memoricé: “¡No levantes la piedra porque todo está debajo!”. Entendí.
Ahora sos vos, querida Mariana, la que está en tela de duda. En el Encuentro de Poesía efectuado en Tuxtla Gutiérrez, con motivo de la Feria de San Marcos 2010, una poeta se acercó y me dijo: “Mi esposo y yo leemos tu columna. Ambos tenemos una duda ¿quién es Mariana?” ¿Qué podía decirle? ¿Quería saber tus apellidos, tu domicilio, tus medidas, tus gustos, tus debilidades, tus fortalezas? Me concreté a sonreír y le dije: ¡Mariana es de todos los cielos y de todos los vientos!
Has de recordar que en una carta hablé de Ramiro y que cuando viniera a Comitán te presentaría con él. El domingo estuvo acá, pero fue imposible que lo saludaras porque ese día vos estabas en Tuxtla. Ramiro me invitó a ir a su casa de campo que tiene en Huatulco y me dijo que podía ir solo o acompañado; “andá con Mariana”, me dijo. Yo reí y le expliqué que vos sos una mera ficción literaria. Él me quedó viendo serio (pocas veces está serio) y rió. ¡No me creyó! A más de tres compas he tenido que explicarles que vos existís sólo en estas cartas, pero que no sos una persona con carne, hueso y un pedazo de pescuezo. Los tres (vuelvo a jurarlo) no me han creído. Sí, sí, me dicen, y me pican el estómago. Uno de ellos me picó la panza y me dijo: “Sí, sí, pillín, no te preocupés, no diré algo”.
Querida Mariana, nadie cree que vos no existís más que en el papel. Este mundo es un tachilgüil. El Memelas y Frida no existen a pesar de que existen y vos existís a pesar de que no existís.
¿Te cuento algo? Por una parte me da gusto saber que mis lectores creen que vos sí existís, porque eso quiere decir que hemos tenido la suficiente fuerza para crecer juntos: nosotros y ellos. Ya estás en la mente de los lectores y éstos se resisten a pensar que sos una ficción porque aceptarlo sería tanto como eliminar algo que ya formaron en su mente y también, tal vez, en su corazón. Te tienen tal como yo te tengo acá, en mi puño; acá en la esquina más cercana del papalote que vuela estos cielos.
No quiero sonar pedante, pero en este momento me siento un poco escritor fregón. He logrado, igual que los más grandes escritores del mundo, crear un personaje que suena verosímil y, ya lo decía mi maestro El Rayo Macoy, a lo que todo escritor aspira es a la verosimilitud.
Pd. Antes que vos fueras la destinataria de mis cartas, escribí cartas a Dámaris y, también, dos o tres lectores me preguntaron si la Dámaris de las cartas era la misma Dámaris que, en ese tiempo, era la responsable de la Sección de Cultura. Yo siempre sonreí y no dije algo. Parece que hice bien, porque hace cosa de dos o tres meses, Dámaris me escribió un correo electrónico y me dijo que pensaba inaugurar una cafetería y pidió permiso (¡pucha!) para enmarcar varias de las cartas para colgarlas en la pared. Dámaris terminó el correo diciendo: “No sé si la Dámaris de las cartas soy yo, pero ¡ya me las apropié!”. ¿Mirás, querida Mariana, ni las propias destinarias creen en su destino? Ahora ya no sé, bien a bien, si existe Dámaris o sólo es un sueño creado en Tonalá, ni sé si Frida vive en Cholula. Bueno, con decirte que ahora también dudo de tu inexistencia. ¿Vos qué pensás? ¿Me lo decís mañana que nos miremos en el parque?