miércoles, 23 de febrero de 2011
SIN LOS PIES EN LA TIERRA
Imaginá que te llamás ala. Tené cuidado porque no faltará el que te quiera meter a jugar fútbol como ala izquierda.
Imaginá que sos ala, pero para el vuelo, para la nostalgia del cielo. Podés elegir entre ala de ángel o ala de ave. Si elegís la primera opción procurá comportarte como tal (claro, no hay necesidad de exagerar y volverse un ser asexuado).
Ahora bien, si decidís ser ala de ave, tenés un amplio abanico para elegir: desde ser ala de simple chinchibul hasta ser ala de aguilucho.
Para ser un ala de categoría deberás ser amigo del viento. Sabés bien que sin el viento vos no podrías ser algo. El viento será tu mejor amigo, tu más entrañable amante. ¿Mirás que se pone buena la cosa? Se pone buena porque vos tendrás que acostumbrarte a sus caricias y deberás esquivarlo cuando él se ponga huracanado, como bolo en feria de pueblo. Para practicar como Dios manda te recomiendo ir al Cañón del Sumidero, éste funciona muy bien como túnel de viento donde realizan pruebas los aviones. Para aprender a esquivar los paredones podés contratar los servicios de los papalotes japoneses (nunca los confundás con los kamikazes, porque estos te llevarían al cadalso).
Tu principal enemigo no es el agua ¡es el fuego! Se sabe que cuando Dios decide eliminar a un ángel lo envía al infierno, no porque ahí estén los calderos donde purgan sus penas todos los perversos funcionarios que han robado al erario, sino porque ahí está el vientre del fuego. Por esta imagen equívoca es que a la vagina se le considera la matriz de la pasión, sin saber que la vagina es el fogón donde anida la luz. Pero, bueno esto ya es otra historia. Acá lo importante es adquirir la sutileza del vuelo de un ala.
Cuando un ángel mayor muere y los sobrevivientes se disputan el honor de ocupar su lugar, a la tierra caen las alas del combate. Estas alas son muy recomendables para el sueño pues siempre están untadas con vapor Divino.
Los miserables y los vacuos intentarán darte oficios inútiles, como ala coqueta para sombrero o como adorno de carnada para pesca. ¡No lo permitás! La dignidad del ala es como la claridad del agua de la caída del Chiflón.
Procurá platicar, de vez en vez, con los aviones, porque aunque algunos dicen que sus alas son unas “pesadas”, lo cierto es que son un prodigio compacto que levita.
Es necesario identificar los hombres y mujeres que han sido alas. Aunque la historia no lo consigna mujeres alas fueron Angelina Beloff y la Madre Teresa, sólo así puede uno explicarse cómo lograron evadir los infiernos terrenales. Hombre ala fue Jesús, por esto, desde entonces todos los que aspiran a ser alas proclaman con gran emoción: “mi reino no es de este mundo”.
Imaginá que te llamás ala, ¡que sos ala!, que sos el ala izquierda de la mano derecha; que sos el ala con que el corazón se insufla. Imaginá que el viento es un tobogán y vos el hombre que se desliza hacia arriba, siempre hacia arriba; imaginá que sos el ala para hacer el nudo de la corbata.
Lejos estarás de las víboras que sedujeron a Adán; lejos de los arrastrados que se untan en la tierra para alcanzar un puesto en la política; lejos de los que sueñan con ser terratenientes o dueños de minas. Tu meta estará en cada vena del ala, en el corazón del cielo.