miércoles, 20 de abril de 2011

UNA CANCIÓN PARA ABRIL YA CASI MAYO



A X le gusta ver fotos, a W también. Por esto XeW la foto de América Latina desde México.
Es un club sin nombre. Sus integrantes son “miradores” de fotos. Los más viejos llevan fotos del recuerdo para que los más jóvenes vivan el pasado y no se preocupen por el porvenir.
A Fulano le gusta ver fotos, a Sutana le gusta tomar fotos. Por esto ella las pide en las rocas y las bebe de un solo trago, y él se acuclilla frente a un cinemascopio e imagina que eso es una caja para guardar polvos de otro tiempo. Fulano sueña con el cuarto oscuro y con bandejas llenas de fijador. ¿Ya se fijó?, Fulano pregunta siempre a Merengano, quien argumenta: ¡gano en el volado del merengue, de la salsa y del regué!
Los viejos llegan al Club, se sientan y dejan las fotos sobre la mesa de centro. Ahí, los jóvenes se arrastran y, sin levantar las fotos, sin tocarlas, las ven como si cocodrilos desde la orilla de un río. Los jóvenes sueñan con el pasado y ya casi casi los viejos están a punto de lograr su anhelo de cancelarles el futuro. Los viejos del Club creen que no es bueno que los jóvenes miren hacia adelante, pueden descubrir que en el horizonte se encuentra el porvenir.
Cuando los jóvenes salen del Club van al parque y se sientan en las bancas siempre húmedas y llenas de hojas secas. Los otros caminantes, los otros paseantes, esquivan a los jóvenes miradores porque son como cangrejos y nunca, nunca, se comportan como los demás.
A Z le gusta recortar las fotos y hacer collages, a T también. Por esto Setaté siempre mira hacia atrás pues las estatuas de sal, dicen, son recomendables para climas fríos y secos.
Los jóvenes miradores son fácilmente identificables, no tanto porque siempre caminen hacia atrás, sino porque su mirada es una lente de pescado. Si alguien, por caridad, los tomara de los hombros y les diera un giro de ciento ochenta grados, ellos verían la luz del que camina hacia adelante, pero todo mundo es viejo y los viejos son igual de húmedos que las fotos del siglo pasado.
A P le gusta pegar fotos, y a Ñ pintar bigotes sobre las caras de las mujeres en las fotos. Por esto Peñe nene uña pene.
Los viejos están a punto de lograr su misión. Los jóvenes, en intento de tener una piel color sepia, padecen bulimia y anorexia. Sus pieles ya tienen el color de los pergaminos, de estatuas de la isla de Minos.
A H le gusta hacer barquitos con las fotos viejas del abuelo, y a V le gusta hacer aviones, subir a la torre y esperar que haga viento para verlos volar. Por esto Veache el hacha de hace devedé.
¿Quién sabe en qué momento los jóvenes se dejaron convencer? La bitácora del Club señala la fecha del 2 de octubre de 1968, pero los historiadores argumentan que es mucha coincidencia, ¡que eso no puede ser! Lo cierto es que una mañana cientos de jóvenes hicieron fila frente al edificio del Club y, con una solicitud de empleo llena, entraron al salón principal y afilaron un lápiz HB para la prueba de habilidad mental.
¡Son tan bonitas las fotos color sepia! ¡Son tan bellas las películas en blanco y negro! Esto dicen los integrantes del Club y los jóvenes asienten, piensan que, en una de esas, pueden lograr colarse entre el círculo cerrado de miembros honoríficos de un Club que no tiene nombre, pero cuya principal diversión es ver fotos, fotos viejas con olor a naftalina, con nostalgia de siglo que no volverá jamás.