miércoles, 4 de mayo de 2011

REENCUENTRO


Con un abrazo para mis amigos Guillermo del Castillo y Carlitos Rojas,
con mis mejores deseos por sus cumpleaños; y un abrazo respetuoso
a la familia Aranda por la ausencia física de doña Carmen Aranda León.



Ex becarios del Centro Chiapaneco de Escritores nos reuniremos mañana en Comitán. Nos convoca el afecto y la flama de la palabra. El feliz pretexto es la figura de Rosario Castellanos, en el Festival que se realiza en su nombre.
Como si fuésemos OV7 tendremos un reencuentro, un espacio dentro de la burbuja inclemente del tiempo. Acudiremos como luciérnagas al fogón donde revolotea la oscuridad y el silencio. Antes del Origen, cuando todo era La Gran Nada, antes de ese tiempo ya existía el Verbo, brasa que hoy sigue alimentando la esperanza del hombre.
Es bueno que, en estos tiempos de dudas y pesadumbres, los hombres se reúnan en torno a la fogata y tejan la palabra. Es bueno que los hombres se sigan reuniendo debajo de la sombra del ahuehuete y cuenten cuentos o toquen la cítara o dancen como si fuesen hojas en vuelo o hagan buches con el agua limpia de la poesía.
La palabra es lo único que los poderosos no pueden arrebatarnos, no pueden hacerlo porque a pesar de que quieran ponernos esparadrapos en la boca nos queda el recurso Divino del rezo, del grito y de la oración pronunciada en voz baja.
Todo será como un mínimo homenaje para Andrés Fábregas Puig, creador del Centro. Después de la generación del Ateneo no existe un movimiento literario tan importante como el que fundó el Instituto Chiapaneco de Cultura. El Centro fue producto de un proyecto pensado. Los ex becarios recibimos la asesoría de importantes escritores y estudiosos del lenguaje; asimismo tuvimos multiplicidad de talleres con especialistas de la literatura y realizamos viajes para comprender que, como decía Jesús Morales Bermúdez, “el oficio del escritor demanda un compromiso de veinticuatro horas al día”.
Hace tiempo escribí que los ex becarios, todos, seguimos en el ajo de la creación. Unos más y otros menos, pero todos andamos en la pepena de la luz. El Centro nos proveyó la red para atrapar los peces. Algunos se han atrevido ir a mar abierto; otros, más temerosos, lanzamos la red desde la orilla. Pero todos, todos, cada mañana, revisamos la red y remendamos el hueco por donde puede escaparse la luminosidad que pescamos.
Hoy, Coneculta Chiapas (organismo que sustituyó al Instituto) carece de un proyecto de creación literaria similar. Sería bueno que la Directora actual, a pesar de que ya le queda poco tiempo al frente de la institución, diseñara un proyecto semejante. El Centro Chiapaneco de Escritores tuvo su inspiración en el Centro Mexicano de Escritores y ambas instancias justificaron con creces las bondades de su creación. Los escritores se hacen a través de la disciplina, del estudio y de la inspiración. El CECHE, aliado de los más altos valores, fue el viento para las velas de nuestras embarcaciones. Fue un viento amable, comprometido y generoso.
Nos reuniremos y será una manera de recordar, como sugirió Miguel Ángel Godínez, a Manuel Cañas, poeta ya fallecido y que también fue becario del Centro Chiapaneco de Escritores.
Nos reuniremos mañana y todo será para decir que en Chiapas existe una generación que, como Rosario Castellanos, cree que es posible “otro modo de ser”.
Nos reuniremos: Uvel Vásquez, Miguel Ángel Godínez, Rubén De Leo, Yolanda Gómez Fuentes, Carlos Gutiérrez Alfonzo, Gabriel Hernández, Marco Fonz, Mario Nandayapa, Gustavo Ruiz Pascacio y el Arenillero.
Nos reuniremos en tiempos de desasosiego, porque la flama del Verbo es el mejor camino para sembrar un poco de luz y de esperanza en nuestros espíritus.
Hago votos porque la presencia de mis talentosos amigos poetas y narradores del CECHE toque el corazón de dos o tres jóvenes comitecos y éstos se conviertan en seguidores de la palabra. ¿Rosario? ¡Rosario es el feliz pretexto!