viernes, 4 de noviembre de 2011

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO DE MI ARTE A TU ARTE, PREFIERO EL ARTE DE TODOS




Querida Mariana: ¿por qué nos cuesta tanto acercarnos al arte? En Comitán, las estanterías están vacías de arte. Nuestras vitrinas están llenas de objetos comunes y de artesanías chinas. Es una pena reconocer que el arte está alejado de nuestros estantes; y es una pena reconocerlo porque esto significa reconocer que nuestro espíritu ¡también está casi vacío!
No lo reconocemos todavía, pero fue el Padre Carlos J. Mandujano quien se empecinó en sembrar algo de luz. Una mañana se le ocurrió encargar a su primo, el Maestro Javier Mandujano Solórzano, una serie de cuadros con imágenes de santos. El Maestro Güero fue un artista que estudió pintura en la Academia de San Carlos. De esta manera, poco a poco, las paredes y el retablo principal del templo de Santo Domingo se llenaron de color. Todos los que en los años setenta acudían a misa o entraban al templo a echarse una persignada de carrerita ¡fueron tocados por esos cuadros! No lo sabían, pero el arte les entraba por los poros. ¡No hay manera más efectiva para acercarse al arte que untarse en la piel los colores de las pinturas, los sonidos de la música culta y el agua transparente de la literatura! A falta de más espacios, el templo católico se convirtió en nuestra pinacoteca. Cuando yo era niño, asistía a los oficios religiosos y me deslumbraba ante esos cuadros enormes. Me gustaba entrar por las tardes y caminar, en medio del silencio y del juego de sombras de las veladoras prendidas, imaginando que en cualquier instante una de esas figuras se bajaría del cuadro o, cuando menos, me hablaría desde su soberana altura. Esos personajes parecían reales, mucho más reales que las imágenes de bulto. Las esculturas me parecían estáticas, artificiales; en cambio, las imágenes de las pinturas parecían a punto de hablar.
¿En dónde más los comitecos hemos logrado beber de esas aguas maravillosas? Nuestros pozos están secos y nuestras tierras son como esas donde sólo las piedras parecen crecer en medio del estío. Sí, ya sé, ahora estás pensando en el Museo de Arte “Hermila Domínguez de Castellanos”, pero ¿de veras siembra emoción estética en el corazón de nuestro pueblo?
Vos sabés que estudié la secundaria en el Colegio Mariano N. Ruiz (escuela que fundó el Padre Carlos). Tuve el privilegio de recibir su cátedra. ¿Sabés qué hacía el Padre Carlos, de vez en vez, a la hora de su clase? Los viernes llamaba a dos de sus alumnos consentidos (bien podían ser Carlos Conde y Marcolfo Guillén, dos alumnos de diez) y los enviaba a su estudio para ir por el aparato toca discos. Carlos y Marcolfo regresaban con el chunche y con discos. Conectaban el tocadiscos y el Padre Carlos nos sentenciaba: “Pobre de aquél que se ría”. Colocaba el acetato de 78 revoluciones, y la música de Dvorak, o de Bach, o de Mozart, o de Beethoven, ¡sonaba! El padre levantaba una batuta imaginaria y, con movimiento de cuatro por cuatro, movía la mano como si dirigiera a la orquesta (el Marcos García se tapaba la boca en intento de contener la risa). ¿Mirás qué privilegio, mi niña bonita? Ahora -pregunto- ¿qué maestro realiza esto en nuestro pueblo?
Un día, por orden obispal, el padre Carlos fue “corrido” del templo de Santo Domingo y llegaron el famoso padre Mejía y el no menos famoso padre Joel Padrón. Como estos sacerdotes ya traían los principios de la Teoría de la Liberación ¡quitaron los cuadros! y, en lugar de los Cantos Gregorianos que nos compartía el padre Carlos antes de misa, los fieles -sorprendidos- escucharon la música moderna de un grupo de jóvenes. El padre Carlos rescató algunos cuadros y los colocó en su nueva parroquia: San Sebastián. Hoy, dichos cuadros están regados en quién sabe qué lugares, muchos están deteriorados (basta entrar al templo de Jesusito y ver, en la pared izquierda, el lamentable estado en que se encuentra el cuadro de El Señor de las Maravillas. Si no por amor al arte, cuando menos por amor a lo que representa, los fieles debían hacer una “coperacha” y contratar a un experto para restaurarlo. En Puebla existe una gran veneración por El Señor de las Maravillas, mucha gente asegura que es rete milagroso. Acá en Comitán ¿cómo va a escuchar los lamentos de los apesadumbrados si El Señor está metido adentro de una niebla de moho?).
Ante la ineficiencia de las autoridades, llamadas “culturales”, ¿qué hacer para embarrar un poco de apreciación estética en el corazón de nuestros jóvenes? ¿Qué hacer para contrarrestar la avalancha que, a toda hora, les injerta una luz plástica en su corazón? ¿Qué hacer para decirles a nuestros jóvenes que el arte es un hilo que borda los más sublimes tejidos?
No lo reconocemos todavía, pero el padre Mejía y el padre Joel nos cambiaron nuestra modestísima Capilla Sixtina por paredes donde “pegaron” carteles de El Che. Trastocaron la esencia de un espacio que nos era común e íntimo. En esos años, todos mis amigos tenían una imagen del Che o un afiche con los jugadores del Guadalajara o del Atlante en la pared de su cuarto, pero nadie de ellos tenía alguna reproducción de Chagal, Picasso o Dalí. Lo dicho, mi niña bonita, ¡nuestras paredes, desde siempre, han estado ajenas al arte!
Hace como un año o un poco más entré a la casa de don Roberto Albores (el que fue gobernador de nuestro estado) y miré una pintura hermosa. Hace muchos años entré a la casa de don Jorge de La Vega Domínguez (también gobernador de nuestro estado) y, maravillado, me topé con un paisaje pintado por José Clemente Orozco. ¿En las casas comitecas de los acaudalados de este pueblo existe obra original de los grandes pintores de este mundo? ¡En pocas, en pocas! A veces he estado en casas de amigos con paga y veo, en las salas, cuadros de esos que se compran en oferta de dos por uno. ¡Dios mío!, pienso. Pero esto, mi muchacha de nube, es comprensible. Como no hemos tenido un acercamiento real al arte ¡lo ignoramos! ¡No sabemos que el arte es como una hoja de albahaca, como una ramita de hierba santa! No sabemos que quien compra obra reconocida ¡invierte! Carlos Slim no gasta a la hora que compra, por ejemplo, un cuadro de Monet, sabe que está haciendo un acto de inversión y, de paso, se llena de esa luz impresionista que aleja la oscuridad de la mediocridad y de la ignorancia. ¿Y los pobres, los de a pie, qué hacemos?
Muchos comitecos no tienen grata memoria del Padre Carlos. No era monedita de oro. Yo, que tuve el privilegio de estar muy cerca de él los últimos años de su vida, puedo decir que extraño mucho su presencia luminosa. Él nos enseñó el camino de la música culta, el camino de la pintura, el camino de la literatura (¡ah, sus clases donde nos hablaba de El Cid o de la Divina Comedia, aún resuenan en mi corazón!). Cuando él murió ¡una hoja de oro se cayó del retablo!
Por esto, porque nuestro árbol está seco, me dio gusto el otro día ver el esfuerzo de un grupo dirigido por Mario Escobar (director de IMER-Comitán y que, entiendo, tiene algo o mucho qué ver con este diario). El Ayuntamiento de Comitán 2011-2012, el grupo Puente Cultural del Sur-Sureste y Radio IMER invitaron a una exposición-venta íntima de pintura, en un domicilio particular. Lo que debería hacer el Museo de Arte Hermila Domínguez de Castellanos, lo está haciendo un grupo de la sociedad, por el simple gusto de apoyar a los artistas locales y por sembrar colores en una región que está dominada por los grises.
Sé que Segundo Guillén y su Fundación Causas tiene el proyecto de colocar, en la parte posterior de sus autobuses, imágenes que apoyen a los artistas plásticos locales. Considero que es una idea que ayudará a que cientos de comitecos beban algo de arte. Ojalá pronto tal propuesta encuentre su camino.
El Museo de Arte Hermila Domínguez de Castellanos ¿alguna vez ha programado talleres de apreciación artística? ¿Alguna vez ha invitado a un artista plástico de renombre para impartir un taller de creación? ¿Alguna vez ha ido a las escuelas primarias para hablar de arte? Lo dudo. Todo es mera ausencia dentro de la aparente presencia.
Es una pena decirlo, Marianita de agua limpia, en Comitán estamos jodidos en cuanto al fomento del arte. Nuestra paisana, la directora de Coneculta-Chiapas, Marvin Lorena Arriaga Córdova, no se ha interesado en abrir ventanas hacia la luz de la plástica. ¡Qué pena!
Pd. ¿Qué hacer ante este panorama “pishcul”? ¿Cruzarnos de brazos? ¿Dejar que las grandes televisoras nacionales eduquen a nuestros jóvenes y sus referentes sean: Paulina Rubio y Los Tigres del Norte, en música; y los libros de Yordi Rosado, en materia de lectura?
En la Carta Abierta que le escribí a la directora de Coneculta Chiapas le pedí una pantalla gigante para Comitán. Lo vuelvo a hacer, de manera respetuosa. A Marvin le pido una pantalla que pueda colocarse en el parque central y permita exhibir ¡arte! todos los fines de semana. Una pantalla que, a la hora que los comitecos estén sentados o den vueltas al parque, a la hora que coman su elote asado con polvo juan, disfruten de una lectura de poemas de Sor Juana o de Octavio Paz; o de un ballet; o de canciones interpretadas por Plácido Domingo; o de una exposición de pinturas en algún museo de París. Se lo pido, de nuevo, con respeto, por este pueblo, que es su pueblo. Mientras tanto, aplaudo las iniciativas de la sociedad que rebasan, con mucho, la desidia y la vergüenza institucionales.