viernes, 14 de febrero de 2014

LA PALABRA CHIAPANECA CON GRIETAS Y HERIDAS (III de III)




Rosario, cuentan sus biógrafos, fue una mujer que sufrió violencia por el simple hecho de ser mujer. Cuentan que su papá, un señor dueño de haciendas en Comitán, tenía preferencia por el hijo varón (niño que murió). Este hecho, que ya comentamos acerca de la preferencia de los padres por algunos hijos, la marcó para siempre. Hay, ustedes lo saben, cicatrices que no es posible borrar. Pobre Rosario, no sólo sufrió violencia por parte de sus padres, también lo sufrió por parte de su amado. Sucede que Rosario se enamoró de un eminente filósofo que no se enamoró de ella con la misma intensidad. Ustedes saben que no hay peor cosa en la vida que amar a alguien que no corresponde a ese amor. ¿Se acuerdan de ese soneto de Sor Juana Inés de la Cruz donde habla precisamente de ese amor equivocado? Recordemos los cuatro primeros versos: “Al que ingrato me deja, busco amante; / al que amante me sigue, dejo ingrata; / constante adoro a quien mi amor maltrata; / maltrato a quien mi amor busca constante.”. ¿Ven? El maltrato presente, la bobera de toda la vida. La traducción comiteca de estos versos es: Voy como chuchito detrás de quien me rechaza y rechazo a quien como chuchito va detrás de mí. ¿Les ha ocurrido algo semejante? Tal vez sí, es cosa de todos los días.
Así pues, Rosario era rechazada por quien fue su esposo. Porque su esposo era ojito alegre. Bueno, no sólo el ojito lo tenía alegre, tenía alegres otras partes de su cuerpecito. Ella no cuenta que Ricardo, su esposo, la haya golpeado físicamente, pero él le aplicaba una permanente violencia sicológica, porque la ignoraba, la trataba como si fuese un pedazo de papel viejo.
El verso inicial del poema de Rosario que se llama: “Apuntes para una declaración de fe” dice lo siguiente: “El mundo gime estéril como un hongo”. ¿Ven cuánta violencia denota este verso? Es violento porque sin hacerlo lanza una pregunta brutal: ¿Por qué gime el mundo? La palabra estéril es violenta, porque es estéril aquello que no fecunda. Si pensamos que la tierra tiene a la fecundación como su vocación principal entendemos porque gime como un hongo. ¿Ustedes han gemido alguna vez? Espero que haya sido de placer y no de dolor. El gemido de dolor es un grito que altera, de manera violenta, el cauce del universo.
Me invitaron a hablar acerca de la violencia en la literatura chiapaneca. El tema es vastísimo. Ya dije que la literatura está llena de vida y la vida está llena de actos violentos, cotidianos. Es una pena reconocerlo, pero así es. Nietzche, un pensador alemán, decía que los hombres “estamos inclinados al mal”, yo traduciría que estamos “inclinados a cambiar el estado de las cosas”. Hoy, apenas compartí tres o cuatro líneas de dos poemas de Rosario. ¿Por qué elegí poesía? Porque quien lee poesía aún mantiene viva la flama de la esperanza, mantiene viva la llama de la ternura. Y la ternura, estimados muchachos, no es ese fastidio que se llama cursilería o mampería o jotería. ¡No!, la ternura es el renuevo que brota en el árbol y que hace más humano al hombre, al hombre verdadero, al que trata de no alterar los estados naturales de las cosas, al que evita la violencia, porque la violencia daña, daña el cuerpo y el espíritu y modifica la armonía del universo.