lunes, 6 de noviembre de 2017

LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA




Acá están: El caricaturista mayor de Chiapas, una serie de caballetes que sostienen cartones, una puerta, un corredor y un marco con un bordado chiapaneco.
¿Puede cambiarse el orden? Es difícil, pero es posible. Antes hay que hacer notar que el caricaturista mayor de Chiapas está parado entre Velasco Coello y Donald Trump. ¿Ya distinguieron a estos dos personajes? ¿Ya vieron en dónde está el gobernador de Chiapas y el Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica? ¡Si, atinaron! Están en los cartones dibujados por el caricaturista: Velasco está a su derecha, casi a un costado; y Trump está a su izquierda, detrás de él, casi en su espalda. Se alcanza a distinguir el tupé de Trump.
Luego habrá que hacer notar que el caricaturista está en un corredor de la Casa de la Cultura, en Comitán. Así, como de paso, el caricaturista me dijo que a su esposa le gusta Comitán, yo (¿qué más podía decir?) dije que su esposa tiene muy buen gusto. El caricaturista rio, tal vez pensando que por eso ella anda con él, desde hace más de veinte años, muchos más.
Se nota que el muro a su espalda es un muro comiteco, porque la parte inferior está cubierta con discretos mosaicos de laja. Doña Esperancita dijo que esto sí le gusta, lo que le enoja mucho es que esas lajas las coloquen en el piso para que la gente resbale. Doña Esperancita dice que Dios es sabio, porque hizo la Tierra de tierra y no de laja. Dice que sólo a urbanistas tontos se les ocurre colocar lajas en el piso.
Lo que doña Esperancita no sabe es que los caricaturistas inteligentes y sabios, como el compa que aparece en esta fotografía, sí tienen la capacidad de poner laja en el piso de los políticos; porque de esto se trata su chamba: de que éstos resbalen, para que los lectores abonen su sentido crítico.
El cartonista mayor de Chiapas dibuja en tinta china, pero cada línea es como una laja donde las malas acciones de los políticos quedan expuestas en el ridículo del más alto humor.
En esta fotografía, el caricaturista mayor de Chiapas sonríe. Nunca logré saber qué era lo que tenía en su mano derecha. Él acá anda todo entacuchado -como si fuera muy seriecito-, porque (respetuoso) se vistió de fiesta para presentar su exposición en Comitán.
Mencioné que el caricaturista está delante de un muro donde está colgado un marco con un bordado chiapaneco. Y mencioné que, en sendos cartones, están Velasco y Trump, que han sido (hasta hoy) como dos muros para los aires de libertad y de progreso (sin importar el orden de los factores, ellos han impedido que el mundo -el enormísimo de allá y el sencillísimo de acá- puedan alzar el vuelo que corresponde a sus pueblos.) Por eso digo, que el caricaturista es quien está delante de ellos, quien sonríe, quien tiene un pie hacia adelante, como para significar que siempre avanza, en sus ideas y en sus trazos.
El caricaturista mayor de Chiapas me confesó una tarde que admira el trabajo de Naranjo, cartonista mayor de México, que en la realización de todas sus obras dibujó ocho millones trescientas treinta y dos líneas con tinta china (esta cifra es aproximada, porque después del conteo de ocho millones, el encargado de hacer el estudio, con la ayuda de una lupa, comenzó a volverse loco, por lo que la Asociación de Conteo de Líneas Creativas, determinó dar por terminada su labor. Así que las trescientas treinta y dos líneas es un agregado del que no puede darse fe de su veracidad).
¿Cuántas líneas ha dibujado el caricaturista mayor de Chiapas? ¿Alguien se atreve a comenzar tal empeño? ¿Cuántas galaxias existen en el universo? ¿Cuántos políticos han tenido que apoyarse en muros para no resbalar con las lajas que el caricaturista les tiende en cada publicación?
Al principio de esta lectura de fotografía enumeré los elementos más visibles: el caricaturista mayor de Chiapas, los caballetes, los cartones, la puerta, el corredor y el marco con un bordado chiapaneco y pregunté si podía cambiarse el orden. Pienso que sí, porque los caballetes son como Velasco y Trump; porque los cartones pueden ser dos de Indio o de Superior con botana de carraca o de chicharrón con hebra (ya no supe si el caricaturista fue a echarse una cerveza en la cantina que se llama “El ángel” (de manera oficial), pero que en Comitán todo mundo lo conoce como “La tablazón”. El mayor caricaturista de Chiapas puede ser la puerta que renueva la esperanza de un periodismo crítico e inteligente, con la misma sutil emoción con que las bordadoras de Chiapas (de Socoltenango) realizaron este bordado que permanece en un marco de madera y que es como un espejo de lo que Chiapas es.
¡Ah!, por cierto, el caricaturista mayor de Chiapas se llama Enrique Alfaro y nació en el fogón de Arriaga y, como dirían los clásicos, adoba su numen creativo en la brasa de Tuxtla. ¡Salud!