jueves, 30 de noviembre de 2017

CARTA A MARIANA, DONDE SE DA CUENTA DE UN LIBRO GENEROSO




Querida Mariana: La madre Teresa de Calcuta y la poeta Socorro Trejo de Chiapas son lo mismo. La madre tuvo como consigna “Dar hasta que duela” y Socorro por ahí anda. Socorro, en una edición de Coneculta-Chiapas, acaba de publicar el libro “Universo poético de Chiapas. Itinerario del siglo XX”. Generosa, como siempre, publica a doscientos cuarenta y nueve poetas. Socorro incluyó a todas las voces, las más altas voces y las que, como ratoncitos, comienzan a sacar la cabeza.
Hace años apareció el libro: “Árbol de muchos pájaros”, una antología de poetas chiapanecos. Lo que Socorro ha hecho ahora es un “Enormísimo árbol de muchas ramas”. Algunas ramas son fuertes, otras son más endebles.
No falta. Ya las he escuchado, voces que dicen lo clásico: “No son todos los que están”. Pero a diferencia de lo que dicta la sentencia popular, acá sí puede completarse con que sí están todos los que son, así sean ramitas débiles.
Socorro, con este libro, ha sembrado, ya lo dije, un enormísimo árbol, cuyas raíces están contenidas con todos los poetas de Chiapas. La poeta Trejo, pienso, consideró que era importante hacer un compendio de todas las voces. Ella, en la introducción, recalca que el libro no es una antología sino un registro. Con eso acalla a los que dicen que al lado de voces mayores hay algunas menores. Sí, así es. Acá están todas las voces, desde el soberbio canto del cenzontle hasta el débil del garbancero.
Ella pepenó todas las piedritas y deja la tarea de la selección a los lectores y a los investigadores. Si el lector decide que fulano de tal no tiene la altura de sutano ya es decisión propia.
Acá, y esto es maravilloso, hay una tarea de decantación: Que sea el lector quien pase los textos por el tamiz de su intelecto y de su gusto literario, que conserve las piedritas de oro y que deseche las otras, si así lo desea, pero que sea bajo la luz del conocimiento.
No conozco un trabajo similar al de Socorro en el estado. El libro es gordo, enorme. ¡Cómo no ha de serlo si contiene el trabajo de doscientos cuarenta y nueve poetas! El libro tiene más de quinientas páginas.
Cuando tuve el libro entre mis manos hice lo que ya mencioné: Conté cuántos poetas están incluidos. Y luego, sólo como mero juego, hice el registro (siguiendo el método de Socorro) de los lugares de nacimiento de cada poeta. Esto me dio (¡ah, bendita estadística!) una gráfica de las ciudades donde han nacido más poetas (los incluidos en el libro) y hallé lo que, sin duda, vos estás pensando. Sí, querida Mariana, es Tuxtla, la capital política del estado, la ciudad más paridora de poetas (56); luego le sigue San Cristóbal de las Casas (21), y la medalla de bronce se la adjudica la ciudad de Comitán (20). Tapachula y Huixtla se quedan con el cuarto lugar (8 poetas en cada ciudad). ¿Mirás? La producción poética parece corresponder a la clásica mención de las cuatro ciudades más importantes de Chiapas: Tuxtla, Tapachula, San Cristóbal y Comitán (aunque acá, por la bendición de Roberto López Moreno, Eduardo Hidalgo y seis poetas más, Huixtla se cuela. Mi mamá está contenta, porque ella nació en esa ciudad plancha). Esto tiene cierta lógica. La concentración mayor de habitantes hace que la producción sea más prolífica. Esto no tiene relación directa con la calidad de lo producido, porque como ya dije (y Socorro nos lo reafirma en su registro enormísimo), hay lugares, como Ocosingo, que sólo tiene un poeta inscrito en este libro, pero ese poeta es, nada más y nada menos, que Efraín Bartolomé. Así que los habitantes de aquel lugar pueden dormir tranquilos porque están más que bien representados. Lo mismo puede decirse de Villa Comaltitlán, porque ahí nació Balam Rodrigo.
En fin, querida mía, el libro es un episodio de fe y un acto generoso por parte de Socorro, quien, igual que la madre Teresa de Calcuta, da hasta que duela. Ella entrega a todos las voces de todos. No escatima su esperanza en la palabra, deja que todo sea como un río que riegue todas las riberas.
Faltan voces. Tal vez en un día de este siglo alguna poeta, generosa como la de Calcuta y la de Chiapas, continúe la labor. Es preferible pecar de acción y no de omisión, tal parece ser el criterio de esas mujeres dadivosas.
Iba a anotar que falta, por ejemplo, Miguel Ángel Godínez (también falta su obra en el libro de cuentos que publicó Alejandro Aldana), pero no lo haré porque si a esas vamos, medio mundo comenzará a anotar nombres faltantes y la relación será infinita. Porque, en algunos pueblos hay más voces que no tienen la difusión que sí tienen los que habitan en la capital del estado.
Posdata: No hay “registro” en Chiapas de un registro poético como el que emprendió Socorro. Es una labor muy encomiable para trepar por ese árbol enormísimo, con el cuidado de pisar sobre las ramas más portentosas para no caer y fracturarse el occipucio del espíritu. Felicidades a Socorro y a la dirección de publicaciones de Coneculta Chiapas por sembrar esta ceiba en medio de las nubes de nuestra expectativa.