viernes, 19 de agosto de 2011

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO NO HAY LÍNEAS DERECHAS




Querida Mariana, ayer conocí la historia de una mujer que le falta una “a”. Pero no sólo es ella, todos los seres humanos estamos incompletos. No es gratuita esa forma de hacer porras en la política donde alguien grita: “¡Denme una B!”. Tal vez sea la necesidad de rellenar los huecos.
Nuestros espíritus tienen vacíos y es difícil hallar con qué llenarlos. La mujer se llama Marina y le dicen “Marina, la loca”. ¿Tiene un comportamiento raro? Ella vive en una comunidad rural, de caminos polvorientos, casas de adobe y patios con flores y perros somnolientos. Todos los días, como a las doce de la mañana, sus dos hijos pequeños cargan platos, vasos, chamarras y un poco de leña, mientras ella carga dos o tres láminas de zinc. Salen de su casa y se dirigen a la milpa. Cuando llegan a la milpa, ella (sobre los troncos que sembró quién sabe hace cuánto tiempo) levanta su “casa”. Una improvisada construcción donde pasa el resto del tiempo. El ritual se repite día tras día, los vecinos la ven cargar sus láminas con rumbo a la casa o con rumbo a la milpa. “¡Ahí va Marina, la loca!”, gritan los niños, mientras con sus tiradoras buscan pájaros para tirarles piedras. Marina, como niño travieso, también avienta piedras, las avienta contra las personas que se atreven a caminar por sus territorios. Tal vez es su manera de alejar a los delincuentes que quieren quitarle “su casa”. Todo mundo defiende su patrimonio.
Un afecto de ese pueblo me preguntó si quería conocer a Marina. ¡No!, le dije. Tuve cierto temor a ser lapidado por ella, pero lo que me contuvo, en verdad, fue la idea de no interrumpir su búsqueda. Digo búsqueda, niña bonita, porque todo mundo es como Marina.
No es visible, pero todos cargamos esas láminas de zinc. Vamos de un lado a otro tratando de hallar algo sin saber bien a bien qué buscamos.
Le dicen “la loca”, porque ella se atreve a mostrar lo que otros escondemos. ¿Alguno de los “normales” reconoce que carga piedras para construir cimientos de una posible construcción? ¡Nadie! Todo mundo se piensa armonioso y se atreve a lanzar la primera piedra.
Por esto, muchas veces no me acerco a mis afectos, ni permito que ellos se me acerquen. Trato de respetar los caminos que buscan y exijo lo mismo para mí. ¿Quién te puede decir por dónde está la senda para hallar lo que nos corresponde? ¿Algún mortal posee ese don? Creo que no. Sólo Dios tiene la virtud de indicar el camino correcto. Por esto los seres humanos andamos con los ojos vendados, tentaleando, un poco como lo hace Marina todas los días.
Igual que la Marina, yo también cargo mis láminas todas las mañanas. A diferencia de ella, yo no tengo mi pedazo de milpa, no sé en dónde realizar mi construcción temporal. Por esto reconozco que estoy más perdido que ella.
Pd. Vos sos joven, aún no tenés conciencia de esto. Por el momento caminás sin buscar motivos a esta caminata, pero cuando los seres humanos llegan a cierta edad y hacen una pausa se preguntan cuál es el motivo del viaje y entonces cargan sus láminas y van de un lado a otro para ver si, por casualidad, en el trayecto encuentran una razón válida para tal comportamiento.
Algunos recomiendan vivir al aire libre, sin más techo que las nubes y el azul del cielo. Pero quienes viven así también son tachados de locos. En fin, esta vaina de la vida es complicada. A Marina le falta la “a” que vos tenés. ¿Y si no le falta a ella? ¿Y si a vos te sobra? ¡Dios mío! “¡Quítenme una E!”.