lunes, 12 de septiembre de 2011

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO LAS MEJORES FICHAS SON LAS DEL DOMINÓ




Querida Mariana: ayer me pidieron redactar una breve ficha biográfica. Escribí en la última línea: “actualmente…”. Me di cuenta del desacierto y la eliminé.
Te cuento que hace dos meses revisé una antología publicada hace ocho años donde aparece un texto mío y se incluye una ficha biográfica. Comprobé que en la última línea de la ficha escribí lo que en ese entonces hacía y que no corresponde con la realidad. A la hora que leí: “actualmente…”, supe que eso era una falsedad del tamaño de mi inocencia. Desde entonces me comprometí a escribir fichas de manera intemporal, eliminando actividades presentes y privilegiando los actos pasados. Conforme el pasado se hace más lejano ¡se consolida!, se convierte en algo más creíble. ¿Cuántos católicos se atreven a poner en duda los milagros de Jesús? ¿Cuántos creen que Juan Pablo Segundo sí realizó el único milagro que se le atribuye y que es elemento sustancial de su canonización? Dentro de cien años, ya siendo Santo, cientos de fieles creerán el prodigio.
Hubo un tiempo en que escribí fichas donde, en lugar de consignar mis actividades presentes, jugué con actividades futuras.
El juego me demostró la inexistencia del presente para las fichas biográficas y la enorme posibilidad del pasado y del futuro. Ayer revisé una ficha escrita hace doce años. En la última línea encontré lo siguiente: “Escribirá una novela que la crítica considerará un hito en la literatura chiapaneca”. ¿Mirás cómo está vigente? Y, sin duda, seguirá vigente por los siglos de los siglos.
Por esto, ayer escribí una ficha que juega con esas posibilidades. En la última línea escribí: “Hará que la piedra se convierta en liana de sueños”, y me fui a dormir tranquilo. Hoy, en la mañana, le leí la ficha a Artemio y me dijo que es una tontería lo que hago, es como si escribiera horóscopos y éstos son estúpidos (¿mirás, cómo pasó de tontería a estupidez, en un instante?).
Entonces, tomando un té de menta, coincidimos en que, después de todo, las fichas son inservibles por ociosas. Las fichas tienen cierta semejanza con los guiones de telenovelas: sólo hablan de las cosas positivas. Como en “Los Ricos también lloran” o en “Cuna de Lobos” o cualquier telenovela boba, los biografiados se muestran buenitos buenitos. Si alabanza en boca propia es vituperio, los hacedores de fichas biográficas somos unos vituperables de primera.
Ahora entiendo a Saramago cuando se aventó un lugar común de esos intachables: “El hombre nace, crece y muere”. Tal vez, de ahora en adelante, convenga hacer este tipo de fichas: “Nació, creció y, un día, morirá”, y se puede llenar el lapso que va del crecimiento al punto final con ese tipo de elucubraciones y deseos futuristas. Total, siempre quedarán como posibilidad y cuando ocurra el deceso, los lectores podrán decir: “Ah, pobre mortal, murió antes de cumplir sus anhelos”. Parece, niña bonita, que esto es el destino de todos los hombres. Nunca alcanza la vida para lograr los anhelos. Siempre andamos queriendo más, más.
Pd. O tal vez un ejercicio interesante sería pedirle a la muchacha que esté sentada en el parque que elabore nuestra ficha. Acercarnos a ella y, sin previo conocimiento, pedirle favor que juegue a imaginar cómo somos. Después de escrita y publicada imaginar que esa ficha nos describe a la perfección y jugar a que somos los de esa ficha y no los que pensamos ser.