sábado, 3 de septiembre de 2011

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO LOS MILAGROS SON LUCES DE TODOS LOS DÍAS




Querida Mariana: el escritor Julio Cortázar dice: “Los milagros nunca me han parecido absurdos; lo absurdo es lo que los precede y los sigue”. Coincido con el escritor: el milagro adquiere rostro de improbable cuando comenzamos a cuestionarlo, cuando preguntamos, por ejemplo: “¿Jesús realizó, en verdad, la Multiplicación de los Panes?”
Los perceptivos nos dicen que el milagro es cosa de todos los días, falta únicamente tener el ojo y el espíritu avizores.
En Comitán se da el milagro de manera frecuente, pero como los comitecos estamos acostumbrados a vivir en él ¡ya lo volvimos cosa cotidiana! Basta que ahora mismo dejés de leer tantito, mirés el cielo y respirés sus aires para reconocer, con humildad, que vivir en este pueblo ¡es casi casi fruto del milagro! Comitán es un árbol generoso que siempre, como abuelo consentidor, nos apapacha entre sus brazos de viento.
La Multiplicación de los Panes se sigue dando hoy en día. ¡Claro, no en forma tan espectacular como Jesús lo hizo, pero sí con prodigalidad! Recordemos que “no sólo de pan vive el hombre”. Compartir es el acto que logra el prodigio.
Vos sabés que desde marzo de este año, en Comitán se hizo el prodigio de la creación del Centro Comiteco de Creación Literaria. José Antonio Aguilar Meza, Presidente Municipal de Comitán, vio con agrado la iniciativa y dijo “¡Va, va por Comitán!”. Desde entonces, gracias al auspicio del Ayuntamiento, el Centro ha propiciado un viento con sabor a chimbo y a pan compuesto.
El famoso escritor Rafael Ramírez Heredia (“Rayo Macoy”) decía: “El escritor se hace con Taller, sin Taller o a pesar del Taller”. Un poco como decir que no existe una fórmula mágica para “hacer” escritores. ¿Cuál es entonces el chiste de un Centro de Creación Literaria? La experiencia en nuestro pueblo ha demostrado, en estos seis meses de funcionamiento, que existe un elemento esencial y mágico: la constancia. El escritor no puede hacerse sin disciplina. ¡El Taller permite esto! Los quince o veinte integrantes que asisten, llegan, miércoles a miércoles, de cinco a seis y media de la tarde, con un solo objetivo: hablar de literatura. Ya han circulado textos de Marguerite Yourcenar, de Julio Cortázar, de Pablo Neruda, de Jaime Sabines, de Elva Macías, de Octavio Paz, de Fabio Morábito, de Efraín Bartolomé, de… ¡uf, de muchos más cielos de nubes altas!
Pero este Centro es más, ¡mucho más! Algunos de los más importantes y talentosos creadores chiapanecos han asistido a compartir sus conocimientos y experiencias. Permitime la irreverencia: un poco jugando a ser Jesús, han realizado el milagro de la Multiplicación de los Panes (estoy seguro que de esta semilla que ellos siembran brotarán espigas de luz y, en el futuro, los jóvenes Talleristas continuarán el maravilloso acto de compartir).
¿Recordás todos los que han venido? Ya vino la poeta Socorro Trejo Sirvent a impartir un Taller de Poesía; asimismo la autora de obras de teatro y encargada de asuntos culturales del Ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez: Dámaris Disner, dio una conferencia magistral acerca de ese género literario tan escurridizo en nuestro medio. Ya vino Mario Nandayapa, vino con la mano abierta y legó muchos secretos que los Talleristas hicieron suyos; también Hernán Becerra Pino, con su plática que va de la ficción a la realidad en apabullante ritmo de oleaje. Pero no sólo ellos, por el Centro revolotearon Miguel Ángel Godínez (excelente narrador del Distrito Federal) y Marco Fonz (poeta de vida y palabras irreverentes). También la comiteca Briseida Guillén voló un ratito por estos cielos y compartió su gusto por el género epistolar que ella practica con gran acierto; de igual manera Roberto Culebro Jiménez, ensayista comiteco, abrió las puertas de su casa y de su intelecto y los compartió con generosidad. Porque ésta es la palabra que define al Centro: ¡Generosidad! Los mejores narradores de Chiapas, generosos, comparten su talento con los comitecos. Los propios integrantes del Centro, generosamente, llegan con la mente abierta y con el corazón dispuesto a recibir y a prodigar.
Si en nuestra patria, hoy convulsionada, no hubiésemos abandonado a nuestros jóvenes ¡otra patria nos cobijara! En Comitán ya existe una opción para quienes gustan de la literatura y del maravilloso acto de escribir.
Si hay “Casas Malas” (donde brillan las prostitutas); si hay Casas de Masajes; Casas de Dios; Casas de deportes; Si hay Casas de Salud (de las que curan el cuerpo y también donde expenden el “charrito”), ¿por qué no íbamos a procurar tener una Casa donde la Creación Literaria fuera una opción? El Centro Comiteco se une a la Casa del Arte y a la Casa de la Cultura en intento de decirles a los jóvenes que hay más caminos. La responsabilidad de los adultos sanos es proveerles a ustedes, los jóvenes, de opciones sanas, que sean contrapeso al mundo artificial que les procuran los perversos. Es bueno que en medio del abanico de puertas existan aquéllas que buscan el crecimiento del espíritu.
Y van a venir más escritores de primer orden. Aún faltan las conferencias magistrales de escritores como José Martínez Torres (Premio Nacional de Novela) y de David Tovilla (Premio Nacional de Literatura Erótica) y de Héctor Cortés Mandujano (Premio Nacional de Novela). ¡Y más, muchos más!
Apenas el miércoles pasado estuvo Raymundo Zenteno (el famosísimo Raymundo Zopilote, de Radiombligo). Vos viste cómo la sede del Centro fue insuficiente para recibir a todos los interesados y es que Raymundo va camino a convertirse en el Jaime Sabines de la narrativa, porque algún día llenará Bellas Artes igual que lo hizo el poeta. A pesar de estar afectado de la garganta, Raymundo voló desde Tuxtla a Comitán para cumplir con su promesa. Esa tarde no llovió en el pueblo, porque la naturaleza es sabia y reconoció que no debía afectar el vuelo de un Zopilote de la calidad de Raymundo. Quienes estuvieron esa tarde pasaron una hora y media llena de humor y sapiencia. ¿Se puede pedir algo más? Fue una hora y media ¡mágica!
Los talleristas trabajan en textos que han sido fruto del Centro. No quiere decir que el talento lo hayan pepenado ahí, ¡no, no! La certeza es otra: sin el Centro ¡esos textos no existieran! Los asistentes acuden con gusto, no cejan en su empeño; a pesar de su experiencia o inexperiencia todos llegan como aves dispuestas al vuelo. ¡Los cielos de Comitán son los cielos más altos del mundo! ¡El Centro es la puerta donde, como en un taller de oficios, se pegan alas con cera cantul, con esa cera que se despega jamás!
¡Era lo menos que podíamos esperar los comitecos en esta tierra que llenó de palabras el morral de Rosario Castellanos! ¡Todo por Comitán!
Pd. Y necesitamos más centros espirituales, mi muchacha bonita: centros para dejar la periferia, centros para hallar el punto nodal del alma. Poco a poco.