viernes, 2 de septiembre de 2011

PARA LOS QUE NO SE LLAMAN GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ O ERACLIO ZEPEDA




Hace años, los escritores que no se llamaban Laco o Gabo sólo tenían tres caminos: hacer una modesta edición de autor que circulaba entre los afectos, no más allá de un territorio perfectamente demarcado; enviar su original a las editoriales y esperar, por años, un dictamen; o incluir en su currículum una nota que decía “tiene una novela inédita”. Así pues, el noventa y nueve por ciento de dichos escritores permanecía inédito por los siglos de los siglos.
Quien tomaba el primer camino y hacía una edición de autor se convertía en una “gloria local”. Sus paisanos lo veían con respeto porque tenía libros impresos, pero en otras ciudades del estado de la república donde residía pocos lo conocían y fuera de su estado era un soberano desconocido.
Quien no se llamaba Laco o Gabo cargaba una piedra de frustración. Era así porque un buen porcentaje de escritores escribe ¡no para ser famoso sino para ser leído! La fama es una nube que se desinfla en cualquier instante y que aparece al conjuro de una serie de variantes azarosas que no están bajo el control de los autores.
Pero hoy, gracias a la tecnología actual ya no es preciso llamarse Gabo o Laco para ser leído en el mundo. Las Ferias de Libros, en todo el planeta, advierten un gran potencial en el libro digital. Ahora ya no hay necesidad de pasar por aquellas aduanas fastidiosas. El escritor actual que no se llama Laco o Gabo puede, perfectamente, hacer su libro digital y subirlo a la red.
Las grandes editoriales están encontrando un fabuloso nicho de comercialización en el libro digital. Actualmente se venden millones de libros en este formato que, si bien no posee la nostálgica esencia del libro de papel, cada vez tiene más seguidores en el mundo por la inmediatez. No importa el lugar del mundo donde uno se encuentre puede comprar un libro y tenerlo a disposición en minutos.
La tendencia a futuro será la creación de portales donde, sin el yunque de las grandes editoriales, se pueda subir un libro sin más pretensión que compartir el libro con todo mundo.
En los años setenta, en el Instituto Politécnico Nacional había un departamento donde vendían fotocopias de libros inaccesibles a la mayoría de estudiantes por su precio elevado, debido a que eran libros de importación. Hoy, el Internet funciona como ese maravilloso departamento donde, a muy bajo costo o de manera gratuita, todo mundo puede tener acceso a las novedades editoriales.
El escritor que desee ser como Laco o como Gabo aún tiene tres caminos, pero quien pretende compartir su arte tiene una diversidad de caminos cibernéticos. El otro día encontré un amigo que está enviando un libro de cuentos a través del Twitter. Es maravilloso ver cómo todos sus seguidores reciben unas pocas líneas todas las mañanas. ¡El mundo de hoy ha cambiado! Gutenberg ha crecido y camina por todo el mundo.
Algún escritor chiapaneco que no se llame Laco ¿soñó alguna vez con ser leído en Argentina o en Australia? El Internet ahora lo permite y, por vez primera, la obra de los escritores chiapanecos, a través de la maravillosa Red, puede ser leída en otros países y -potencialmente- por cientos de lectores de todo el mundo.
Todavía la fama está reservada para quienes se llaman Laco o Gabo, pero en el futuro esto no tendrá alguna importancia, porque miles de escritores podrán ser leídos más allá de Chiapa de Corzo o de Tuxtla Gutiérrez.