miércoles, 7 de septiembre de 2011

LOS TIEMPOS DE HOY QUE SON DE AYER




Deberíamos tener vergüenza, pero no la tenemos; por esto el país es la incertidumbre que es. Mientras en Europa el precio único del libro es tema superado desde hace muchos años, en México apenas se discute y, lo que es peor, se duda de su bondad.
Se duda porque en este país existen pocas librerías. Los conocedores del tema nos dicen que la mayoría de librerías está concentrada en la ciudad de México. ¿Cuántas librerías existen en Chiapas? Pocas, de veras muy pocas. Estas pocas librerías ¿poseen un buen catálogo? ¡No, imposible! ¿Para qué servirá el precio único del libro, digamos en Comitán, donde apenas hay dos o tres librerías “pishcules” (que significa: disminuidas)?
Nos debería dar pena, pero no nos da. ¿Es lo mismo vender un libro en la ciudad de México, donde están las grandes editoriales, que venderlo en Teopisca?, en el hipotético caso de que en Teopisca exista una librería. ¿El flete no cuenta? En fin, el tema debería ser: cómo prepararnos para el futuro que ya es hoy. Mientras en México se discute cómo hacerle para que el libro tenga un solo precio, en Europa y demás países avanzados comienzan a realizar estrategias para la distribución del libro digital.
En México deberíamos estar en lo mismo. Miles de usuarios llevan sus Ipads de acá para allá. El nicho de los universitarios exige una propuesta contemporánea.
Las bibliotecas ya están dando el gran paso. El primero fue el cambio hacia la estantería abierta. Antes (los jóvenes no pueden saberlo), las bibliotecas eran recintos cerrados, donde una bibliotecaria de seño adusto, con lentes y siempre con olor a naftalina, atendía a los usuarios detrás de un mostrador. Los libros estaban colocados en estantes fuera de la mano del lector. Ahora, las bibliotecas son digitales.
En Comitán nuestras bibliotecas, así como nuestras librerías, siempre han sido escasas y muy pobres (creo que en todo Chiapas es así). Uno llega a solicitar un libro y dicho libro no se encuentra. Hacer un trabajo de investigación con tales limitaciones ¡es una proeza! Hoy, poco a poco, tales desventajas se van diluyendo. Las carencias anteriores ceden paso a la inmediatez a través del Internet.
¿Por qué no crear Clubes de Lectura donde todos los libros estén a disposición de los usuarios cibernautas? Mediante una módica cuota mensual el usuario podrá comprar todos los libros que quiera para incorporarlos a su biblioteca personal en su Ipad. Los usuarios debemos exigir este derecho. Las empresas editoriales pueden aplicar, perfectamente, la conocida fórmula de negocios donde importa más la cantidad. Si se venden millones de libros los corporativos ganarán millones de pesos.
En México tendríamos que ver hacia adelante. Seguimos empecinados en ver hacia atrás. Los libros en papel no desaparecerán jamás, pero el futuro es del libro digital. Para la nostalgia funciona muy bien la biblioteca de estantería cerrada, pero para la demanda de estos tiempos la única posibilidad real es la biblioteca digital, donde están al alcance de la mano, de forma inmediata, millones de libros.
Los escritores chiapanecos deberían unirse para crear un portal de libros digitales donde estén a disposición de los lectores de todo el mundo todos los libros habidos y por haber.
Deberíamos tener mayor visión, pero no la tenemos. ¡Qué pena!