miércoles, 15 de febrero de 2012

DE PORQUÉ PARTICIPO EN LA LID

A Carlos Marroquín, editor de la sección de Cultura, de este diario chiapaneco, se le ocurrió crear la sección “La Lid” (respuesta en quinientos caracteres, aunque mi maestro Ricardo Cuéllar Valencia juega por su lado y escribe como si toda la sección fuese para él).
Una tarde, Carlos me invitó a participar. La idea era (sigue siendo) que el lector propusiera un tema y los invitados diéramos una respuesta en quinientos caracteres (aunque el maestro Colombiano…).
“Si es un juego –pensé-, ¡le entro!” Un poco como si, en la calle, una muchacha bonita me detuviera y preguntara: “¿Qué piensas de las ventanas que siempre están cerradas?” y yo, tirando la piedra sobre la rayuela, brincara y comenzara a decir que una ventana cerrada ofende su vocación, porque a la hora que un pájaro no encuentra el paso para la otra estancia…y ella, la muchacha de los aretes de ámbar y ojos del mismo color, colocara su mano sobre mi boca y me dijera: “Ya, ya, no se trata de que elabores un discurso, es un juego de pocas palabras” (500 caracteres, aunque ya se sabe que el maestro universitario…).
A Carlos le respondí que aceptaba el juego. ¡Por supuesto que sí! Y él me envió la primera pregunta (ya no recuerdo cuál era) y yo brinqué a la casilla 2 de la rayuela y jugué, respetando la regla del juego. Porque siempre he pensado que cuando alguien invita a un juego y pone sus reglas, quien acepta gustoso ¡acepta las reglas!
Somos varios compas los que tenemos el privilegio de jugar este juego. Los honrosos participantes jugamos La Lid en buena lid. No es un combate, es una simple exposición de ideas sobre el muro del viento.
Es un honor participar en este juego, donde debemos responder a bote pronto (así lo juego) la pregunta, porque (así lo considero) quienes respondemos las preguntas lo hacemos en mangas de camisa, sin dictar certezas, sino apenas esbozando interrogantes que abran otras ventanas.
El juego de Carlos (así lo entiendo) pretende motivar al lector para que también se una al juego y dé su respuesta en quinientos caracteres. Es tan sencillo ceñir una opinión a tal número. Mientras el lector de “El Heraldo de Chiapas” va en la combi o desayuna en el restaurante o le lustran los zapatos en la plaza o está recostado en una hamaca o haciendo como que trabaja en una oficina gubernamental, bien puede tomar un papel y lápiz y esbozar una respuesta inteligente y juguetona en no más de quinientos caracteres. ¡Ah, es bien bonito contar las letras y luego borrar algunas palabras para acercarse al número propuesto! (el único que no lo hace es…bueno, bueno, prometo no insistir para no caer mal).
Por esto respondo La Lid. Dios me libre de pensarme un sabelotodo y con tal espíritu opinar acerca de la fusión nuclear. ¡Dios me libre! Pero si de jugar se trata, ¡por supuesto que le entro a todo! ¿Qué pienso de la fusión nuclear? Bueno, digo que el término nuclear me obliga a rimarlo con el Rey Lear y entonces fusión lo rimo con bufón y entonces la fusión nuclear se convierte en un acto donde el poder es un entretenimiento muy cruel, muy cruel.
Por esto juego a la Lid, porque respondo al botepronto, en mangas de camisa, sólo en intento de divertirme al colocar quinientos granitos de arena (o de arenilla) para que luego llegue otro y sople o le ponga el pie encima.
¡Ay, Maestro Ricardo! ¿No es posible jugar con quinientas piedritas, con quinientas nubes? (Si esta respetuosa pregunta merece respuesta suplico que sea con quinientos caracteres. Gracias).