miércoles, 23 de mayo de 2012

PARA LA ALACENA



I.- A Mariana le gusta la palabra “Eminencia”. Dice que le suena como suena el agua en un jardín japonés. La aplica en cada espiga y en cada piedra donde está la sonrisa de Dios. Ah, pero eso sí, la vomita cuando escucha que alguien la usa para referirse a un obispo de iglesia católica. ¡Guácala!, dice. Entonces, la palabra “guácala” no le suena tan mal.

II.- Hubo un pueblo que cambió el horario, pero no se conformó con adelantar o retrasar una hora. Le dio un giro de ciento ochenta grados. Así, las seis de la mañana fueron las seis de la tarde. Todo funcionó bien, hasta que la gente del pueblo vecino se quejó, porque llegaban a las doce del día (doce de la noche) y encontraban a los pobladores haciendo el amor en las bancas del parque, sobre los mostradores de los tendejones y en las camas de los cuartos, pero con las ventanas abiertas. Los vecinos dijeron que ese comportamiento libidinoso era un mal ejemplo, pero los pobladores del nuevo horario ganaron la demanda porque comprobaron que a esa hora los niños del pueblo dormían en el regazo de su ángel de la guarda.

III.- Mariana y yo jugamos a las palabras. Ayer, ella propuso que jugáramos a inventar palabras que comenzaran con “ese” y las definiéramos. Como siempre lo hace, ella puso el ejemplo: “Sara”, dijo y, antes que yo dijera que esa palabra existía, que era el nombre propio de mujer, ella la definió: “Es un verbo que significa ‘amor limpio’”. Sonrió. Acepté su juego y comenzamos a jugarlo. Después de dos horas de juego, ella dijo: “Basta”. Y salimos a comer. Algo como una niebla atenazaba nuestro corazón. A pesar de que nos habíamos divertido mucho, habíamos comprendido lo inútil de inventar palabras. ¿Quién puede, con honestidad, conjugar el verbo Sara?

IV.- “¿Inventamos palabras?”, propuso la alumna. Sí, dijo el maestro. La niña trepó a una silla, alzó los brazos y dijo: “Azzu” y ¡desapareció! Desde entonces está prohibido subir a una silla, alzar los brazos y gritar: Azzu (Si el lector nota ahora cierto temblor en su ojo derecho debe evitar leer la palabra, porque puede comenzar a volverse invisible).

V.- ¿Cuál es la palabra que mejor define a la vida? ¿Vida?

VI.- “¡Denme una A!”, gritó el animador en el templete donde esperaban al candidato. La multitud gritó “¡A!”. “¡Denme una B!” y la multitud gritó. Cuando el acto terminó la BA iba mentando madres. Desde entonces, el alba amanece trunca.

VII.- “¿Inventamos palabras?”, propuso la alumna. Sí, dijo el maestro. Entonces el hombre trepó a una silla, alzó los brazos y dijo: “Azzu”. Al otro día lo metieron a la cárcel acusado de haber desaparecido a su alumna.

VIII.- El escritor se animó y escribió: Azzu…