miércoles, 21 de noviembre de 2012


DE LA IMPERFECCIÓN DEL BLANCO

A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en: mujeres que son como una sábana arrugada y mujeres que son como fuego a través de la ventana.
La mujer sábana arrugada es como un sofá con el forro sucio y con los resortes por fuera. En la escuela le enseñaron que la plancha es el fuego extinto y que la línea perfecta es el vacío.
Para los imperfectos, para los que sueñan con puertas clausuradas, les viene bien una mujer sábana arrugada. Les viene bien porque ella es como el dedo que abandona la arruga al doblarse. Por fortuna, piensa, el pene de su hombre es igual que ella, cuando existe una mano que lo alisa abandona la arruga de niño y asume la certeza del árbol a mitad del camino.
Cuando llueve sale al patio y deshoja la alfombra que se moja y esconde los arcoíris que son como cereal para su madrugada. Cuando se siente sola va a la cafetería, se sienta frente a la ventana y mira cómo la tarde comienza a cavar el hueco donde enterrará la luz que escribe con letra de oruga y de caracol.
Cierra la puerta al número cero que, acostumbrado a estar a la derecha del Señor y de la Cifra, es condenado a aparecer a la izquierda. ¿De qué sirve un cero a la izquierda? ¿De qué sirve una ventana que no canta?
No es amiga de multitudes ni de vendavales. Ella cruza los puentes como si cruzara la línea que ha de servir para delinear el ojo. Le gusta el vaho que sale de la boca en invierno, le gusta el cuello que se reduce a la luz de un escenario. Admira a los hombres que usan lentes para no mirar; prefiere a los amados que, con gesto de borracho, quiebran los cristales de la crin del vuelo.
Va al campo para levantar piedritas y para embarrarse al pecho el polen del aire. Nunca padece de alergias porque el sol es como la cruz donde ella muerde su silencio.
Entra al agua y nada. El agua y la Nada la rodean, la convierten en el polvo que lame el destino.
Le fascina el cuento que comienza con “Una vez…”, porque es una convencida de que sólo una vez es una. Todo lo demás en la vida no es más que una burbuja envuelta en la rutina. “Once upon a time una daga cortó a la luna y ésta quedó como mejilla de Agustín Lara. ¿Por qué tan cacariza la luna, mami?, pregunta la niña. La madre, mujer sábana arrugada, se cubre el rostro y dice que tiene acné. ¿Cómo decirle a su hija que la luna no se lleva con la daga, porque la daga es un invento del hombre?
La mujer sábana arrugada es pariente de las paredes carcomidas y de las montañas. ¿Alguien ha visto una montaña con el perfil exacto? Sólo el desierto es una sábana impecable. Por esto, la mujer sábana arrugada es fruto favorito de los Altos de Chiapas. Cuando su piel toma el brillo del durazno ella se deprime, ella entra a una elipsis rota. Ella es feliz y sonríe cuando su piel se convierte en durazno pasa (sin albur, bestia alburera, sin albur).
Cuando llueven hojas de lechuga en los cielos de su casa, ella barre el patio y coloca las hojas en los libros que leerán aquellos hombres que frecuentan el café de madrugada. Mientras ella duerme sabe que miles de hombres viajan por las carreteras y se detienen para pedir un café en los restaurantes donde las meseras dormitan sobre las barras y nadie, nadie, pone una canción en la rocola. A esa hora, hora en que ella está más arrugada, los perros también se arrugan ante el fantasma que no encuentra la mano para tocar el muro y la piedra.
A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en: mujeres que son como niebla sobre un vaso y mujeres que son el cristal del siguiente paso.