miércoles, 27 de febrero de 2013



LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA DONDE SE VE CÓMO EL PILAR CONSERVA EL EDIFICIO

El pilar de madera es reciente. Su función, como la de todos los pilares del mundo, es la de soportar una techumbre, dar sustento a un arco. Digo que es reciente porque en una remodelación del portal el viejo pilar fue reemplazado. El pilar está hincado en una piedra. Pero hay otro pilar, uno más antiguo, más resistente: es el brazo de la mujer mayor. El sol ilumina a ambos pilares. Las sombras que el sol produce permiten ver el torneado, eterno claroscuro. El brazo de la mujer también se apoya sobre una piedra. Ésta sí es antigua. Tiene más de cien años. ¿Cuántos años tiene la mujer mayor? ¿Cuántos años hace que vende los dulces tradicionales en las gradas de piedra del portal? Ambos pilares sostienen dos grandes construcciones. El edificio superior es el que la protege a ella. Su mirada, en esta foto, se pierde en el horizonte. Por el contrario, la mirada de Lupiiz (que así se nombra la muchacha bonita) se encuentra en la mirada de ella. Es el eterno juego de las proyecciones: yo te veo, mientras tú ves lo que yo no veo, para que pueda ver aquello que mis ojos no alcanzan. Se sabe que la mirada de las niñas no alcanza a ver el mar ni a las gaviotas. El perfil de la mujer mayor es de una gran dignidad, casi casi como si fuese una Reina Maya. La mujer mayor está sentada sobre un plástico, que bien puede ser el sustituto del trono o de una nube para decir que está por encima del suelo. La muchacha bonita está sentada en una grada de piedra. Está sentada a tres peldaños de la mujer mayor. La muchacha bonita se muestra como si fuese un canarito o como un gatito que husmea y juega a salir de su casa. Ella sólo tiene iluminado parte del rostro. Siempre es así. A los muchachos y muchachos les falta recorrer caminos para hallar el camino de la luz total.
¿Qué hay en el canasto tejido con palma? Una serie de dulces tradicionales. La mujer mayor vende chimbos, vende nuégados, vende tabletas de manía. La muchacha bonita sonríe. La mujer mayor tiene el mismo aire de dignidad que poseen los árboles a la orilla del río.
Detrás del pilar, aparece, discreta, una caja cuya vocación original fue contener botellas de aceite. Ahora sirve para que la mujer mayor cargue su mercancía. En la parte superior de la caja descansa un matamoscas, color naranja. Y es que la mujer mayor conoce la Teoría del Color y sabe que el naranja es el color que provoca hambre. Como su mercancía está expuesta al aire, al polvo, al sol, a la lluvia, a las abejas y a las moscas, ella usa, de vez en vez, el matamoscas. Por esto, ella tiene un aire de seriedad. No es sencillo lidiar con tanta mosca callejera. ¿Desde hace cuánto tiempo?
Si se ve bien el torneado del brazo de la mujer mayor pareciera emerger de la piedra. Es como si, en lugar de apoyarse en la piedra, el brazo fuera un tronco que brotara de la piedra laja. Si ese brazo es el tronco, su rostro es la fronda. Por esto, la muchacha bonita ve con agrado ese rostro, casi casi con admiración. ¡Ve los pájaros que insisten en hacer sus nidos! ¿O son nubes lo que ella mira? ¿O ve ángeles que revolotean como revolotean las moscas en los chimbos que ella ofrece?
La muchacha bonita se acercó y se sentó sobre las gradas. La mujer mayor siempre está en espera. Se recarga en el pilar de madera y espera. Por esto siempre, como Penélope, mira hacia el horizonte. Mira hacia el lugar donde los barcos llegan y atracan. ¿En dónde está su Ítaca? ¿De qué horizontes cuelgan sus mares, sus desiertos?
Hay un hilo de luz que es como un puente que une la mirada de la niña bonita y la mirada de la mujer mayor. Por esto hacen una pausa en la plática. La muchacha sonríe y la mujer mayor piensa. Luego, a la hora que la luz camine en sentido contrario sobre el puente, ocurrirá el prodigio del reflejo: la mujer mayor sonreirá y la muchacha bonita pensará. ¿En qué pensará? ¿Algún pensamiento de la mujer mayor encontrará cobijo en la fronda de ella, en su corazón?