lunes, 27 de octubre de 2014

LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA DONDE ESTÁ LA CLAVE DE LA VIDA





Roxxy preguntó: “¿Qué hace Melo?”. Pensé que me albureaba. Pensé: “¡Dios mío, qué tiempos vivimos; los niños son unos malcriados al ciento por ciento!”
¿Qué hace Melo? En voz baja, en volumen que me escuchara Mariana, pero no su sobrina Roxxy, dije: Me lo lava, me lo limpia, me lo… Pero Mariana me calló. Dijo que viera al carro de enfrente. Entonces vi el letrero y comprendí la pregunta de Roxxy. De todos modos pensé: “¡Dios mío, qué tiempos vivimos; los niños son unos niños inteligentísimos!”
Claro, “Gracias a Dios, tomo la vida como el melo…”. ¿Qué hace Melo para ser tan sabio? ¿Para aceptar la vida con soberana alegría? ¿Se vale el albur? ¡No lo creo!
Esa tarde íbamos para la Plaza Las Flores. Mariana llevaba a su sobrina al cine. El tráfico estaba pesado, casi casi como si estuviésemos en calles de Tuxtla. Platicábamos. Escuchábamos el programa “Jazz para despistados”, que trasmite Radio IMER. Yo llevaba el encargo de hacer un depósito en Banco Wal-Mart y de comprar papel higiénico para la casa. Mariana y Roxxy se quedarían para la primera función del sábado. Ellas verían la película “El libro de la vida”, en caricaturas. Platicábamos de eso. Mariana me decía que compraría un subway de jamón de pavo, cuando nos topamos con el carro y con ese mensaje que pareciera sacado de “El libro de la vida”. Es un poco como decir: deja que fluya la vida y ¡vívela!
Ahora bien, la pregunta es la que hizo Roxxy: ¿Qué hace Melo para tomar la vida con filosofía tan positiva? Si damos respuesta, y sin que suene a albur, pareciera que Melo piensa en el otro. Siempre Melo, me lo lava, me lo limpia, me lo sacude, me lo saca (¡y hasta ahí!)
Al momento de jugar y mientras veíamos a un par de niños en el crucero, a la hora del semáforo en rojo, hacer unos malabares con un par de naranjas que estaban tan “tutimes” como ellos, Mariana dijo que ese tal Melo era un conformista de mierda. ¡Santo Dios! Así lo dijo. (Y Mariana no es dada a usar palabras altisonantes.)
Y repitió que era un conformista de mierda porque no era más que un lavacoches, por los ejemplos que di: me lo lava, me lo limpia, me lo engrasa, me lo frota. Y dijo más, dijo que el tal Melo era un ejemplo de quien no pretende más. Dijo que Dios puso todo ante la mesa y que cada quien toma lo que desea, lo que sus sueños alientan. Pensar como el tal Melo es pensar de manera mediocre, pensar que Dios ya tomó la decisión de cómo será nuestra vida. ¡No!, dijo Mariana, y Roxxy la quedó viendo con ojos de lechuza inteligente. No, repitió, no hay que tomar la vida como viene, hay que darle una torcedura; hay que hacerle una maravillosa mangana, tirarla y domeñarla, porque para eso está la vida. La vida es un reto fantástico, agregó y luego me preguntó: “¿Qué opinas?”. Yo, que siempre ando dando manganas a las ideas y a las palabras, pensé que ella me lo… Pero, reculé en mis pensamientos. No me llevo así con ella, con mi niña reata (digo, para hacer la mangana de la vida). Y le contesté que todo era un mero juego, que había sido feliz en ese trayecto. Ya habíamos llegado a la Plaza. Ellas irían al cine y yo a comprar papel higiénico. ¡Dios mío, qué imagen! Me lo limpio, me lo lavo, me lo sacudo. ¿Yo? Yo, igual que Melo, tomo la vida como Dios me la manda, pero no se lo dije a Mariana porque me tildaría de mediocre.