lunes, 20 de octubre de 2014

LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA DONDE HAY UN NIDO





Imagino que Dios hizo así el universo (los universos). Con ramitas y con semillas, Dios construyó el universo. Porque la esencia del Todo es humilde y sencilla. Humilde como vara delgada; sencilla como semilla.
De la semilla ¡la semilla! Todo está en la forma.
Una niña, sonrisa de Dios, pasó el parque, halló las ramas y las semillas en el pasto y formó un nido, que es como un Universo, porque es la esperanza de la vida.
¿Ven la perfección de la forma? ¿Cuánto tiempo empleó la niña en construir el nido? Ella, sin duda, será una madre amorosa. Con cuidado eligió las ramitas y formó un muro circular, algo como un horno para calentar la vida. No fue rectangular, porque el círculo es la forma precisa para resguardar el deseo.
La niña, con pericia, con precisión, unió las varas hasta formar el tejido que acá se observa. Una vez hecha la casa para el sueño, buscó las semillas que son como aves, que son como crías para el vuelo.
Sobre un murete hecho con piedra y cemento, la niña formó la construcción más importante: la de la vida, la de la muerte.
Su mamá la llamó. “Ya, hija, se hace tarde”, dijo la mamá que estaba sentada más allá, cuidando de su cría, pero sin ver la maravilla que ella había creado. La niña se paró, se limpió la ropa y fue a donde la mamá la esperaba. La mamá tomó el bolso, le dio la mano a su hija y caminaron por el parque. Se perdieron en una esquina. El nido quedó solo. Como una mandala quedó expuesto al tiempo. ¿Quién -¡Dios mío!- alimentará a esas semillas que son como crías de cenzontle? ¿Cómo se protege un nido, esperanza de luz? Es imposible llevarlo a otra parte, es imposible colocarle una campana de cristal para protegerla del viento, del huracán, de la bestia.
La niña ya estaba lejos y Mariana y yo veíamos ese nido que con sus manos había formado. ¿Qué hacer ante la perfección si ésta es frágil y débil?
Mariana dijo que nada podía hacerse. Cuando menos, pensé yo, capturamos la imagen en la cámara, pero un instante pensé que eso era un absurdo. Acá, la fotografía nada vale, es como mera refracción de un sueño inconcluso.
Mariana dijo que antes que el nido deberíamos cuidar y proteger a la niña, mano de Dios.
Ella, dijo Mariana, es capaz de hacer mil nidos como éste, mil universos. Ella es un Dios, dijo. (No dijo Diosa, dijo Dios.)
La tarde amenazaba lluvia. Caminamos. Compramos esquites y los comimos sentados en las gradas de la Casa de la Cultura. Comimos sin hablar. Pensábamos en el nido olvidado. En el nido hecho con ramas quebradizas y delgadas. Pensamos en las semillas del árbol, crías de cenzontle.