miércoles, 29 de octubre de 2014

LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA OPTIMISTA





El mensaje es lo que llama la atención. Por desgracia. Si el mensaje no estuviese, la barda coronada por la humedad sería una buena lectura del mundo. Las hojas que cuelgan de los árboles provocan un dibujo en la parte alta de la barda. Para hacer el contraste, las plantas de abajo también juegan a que vuelan. Ah, sí, sería una lectura muy interesante si el mensaje no estuviese. El verde de la tierra con el verde de la altura hablaría de vida.
El moho que se desprende de lo alto de la barda es como una pintura clasicista que se sueña expresionista, con esa carga maravillosa que tuvo el expresionismo alemán. Tal vez es una nube que habla de verde esperanza en lugar de negros oscuros que alentaron las piedras de Berlín y las cercas de los Campos de Concentración. Acá también hay concentraciones, pero no de muerte, sino de vida.
Es una pena, entonces que el mensaje sea el que llama la atención. El letrero dice: “Nos espera un gran futuro en la indepencia”. ¿De veras así nos puede esperar un gran futuro? El tío Hipólito diría lo que dicen miles de gentes: “Que nos espere sentado, porque tardará en llegar”. ¿Qué futuro puede esperarnos ante tal mediocridad?
Tal vez, entonces, la barda no está equivocada. Y es, en efecto, una alegoría de lo que el futuro nos depara. Un futuro deslavado, un futuro lleno de moho, un futuro sin lectura. Porque, después de todo, este presente atora la llegada de ese futuro esperanzador.
Aunque tal vez la redacción no miente y un gran futuro nos espera, pero no tenemos posibilidades de acceder a esa montaña y nuestro presente nos conduce hacia el desfiladero en lugar de ir hacia la cima.
O tal vez este letrero no miente y nos habla de la posibilidad de tener un futuro donde todo esté por inventarse. ¿Es acaso indepencia una nueva palabra? ¿Es como un juego donde los jóvenes pueden lavar sus sueños en ríos de agua limpia?
A final de cuentas, el mensaje es optimista. Desde siempre, el hombre se plantea un futuro más pleno. Siempre ha sido así. Cuando el futuro nos alcanza vemos que todo fue un mero espejismo. Este presente que vivimos alguna vez fue el futuro de los jóvenes hoy viejos. A estos viejos habría que preguntarles si el futuro cumplió con sus expectativas. Todo mundo dirá que no. Hay grandes avances tecnológicos, pero en lo esencial, en el corazón del hombre, todo es como una piedra pesada, llena de moho, del mismo moho (verde esperanza) que corona esta barda que tiene un letrero mediocre.
¿Quién puede pensar en un futuro prometedor, cuando este letrero habla de una gran pobreza? El letrero está pintado sobre una barda triste, miserable. Sólo los hierbajos del piso hablan de cierta alegría, todo lo demás es como una construcción de cementerio. Nunca esta barda representó una tendencia moderna. Un grupo de albañiles la levantó. El grupo sólo pegó los bloques, con un poco de argamasa, y la dejó aparente. Aparente es el término que se usa para designar algo que está inacabado, algo que ya no fue posible darle una vista mejor. Este presente es aparente, inacabado y, casi se puede asegurar, el futuro también será endeble, como si fuese una estructura hecha con alambres de amarre oxidados.
¿Nos espera un gran futuro en la indepencia? Tal vez el letrero no miente y sea así, pero ¿dónde es la indepencia? ¿Es un lugar cerca de esa Arcadia inventada por los Románticos?