jueves, 13 de octubre de 2016

AND THE WINNER IS ¡BOB DYLAN!





Sí, ya todo mundo sabe que a Bob Dylan le concedieron el Nobel de Literatura. Algo insólito. Por vez primera, en la historia del mundo, millones de melómanos aplaudieron la decisión y millones de lectores buscaron en el youtube textos del premiado y una que otra canción del laureado.
Una vez, Jaime Sabines dijo que aspiraba a ser declamado por la gente sin que ésta supiera el nombre del autor; es decir, la máxima aspiración era pasar a formar parte del dominio público, que las personas se apoderaran del poema y lo dijeran como si fuera suyo. Un poco como sucede con las canciones del Nobel de Literatura de 2016.
Los jóvenes de mi generación escucharon a Bob y lo admiraron (lo siguen admirando, ahora más). Pero yo, que no he sido aficionado a la música, desconocía a Bob, sin embargo, escuchaba con gusto esa canción famosa que se llama “La respuesta está en el viento”. Ah, qué bonita canción, tanto en su letra como en su canción. Muchas veces, cuando estaba en el bosque, al lado de decenas de pinos, canté el pedacito que aprendí de memoria: “…blowing in the wind”. No sabía quién era el autor de esa letra. No importaba.
Quienes aplauden la decisión de la academia dicen que Bob Dylan es un poeta; manifiestan que con este veredicto inesperado se regresa a los orígenes de la palabra oral, de cuando los juglares se paraban a mitad de las plazas y hacían barcos de aire y los soltaban en el mar infinito.
Todo muy bonito. Medio mundo celebra el triunfo de Bob y yo, con dos o tres más, celebro que Murakami no haya sido el elegido. Ganó una propuesta más inteligente.
Sólo tengo una pregunta: ¿Quién perdió? Es decir, sé que perdieron los ciento noventa y nueve nombrados en la lista de posibles. Pero, también, y esto me conmueve y me provoca cierto escozor, parece que el gran perdedor es el libro.
¿El libro? Sí, el libro. En años anteriores, los millones de snobs (como yo) corríamos a buscar un libro del elegido, del ungido. Este año no sucedió esto y, parece, las filas no se harán en las librerías. Porque, nadie puede negarlo, Bob es más reconocido como cantante que como poeta.
Los memes no se han hecho esperar, uno que me provocó desazón fue el siguiente: “A Borges no le concedieron el Nobel. Ah, no te enojés, tampoco se lo dieron a Agustín Lara”.
El libro fue el gran perdedor de este año. Porque, dicen dos de mis amigos, ahora escucharemos al ganador del Nobel de Literatura. Y sé que pocos, muy pocos, en comparación con años anteriores, se acercarán a buscar un libro de poesía de Bob.
¿Se puede mencionar lo positivo? Tal vez esta decisión abone en el mismo sentido que abonan las canciones de Serrat donde musicaliza poemas de Miguel Hernández, Machado e incluso uno de Sabines. Mucha gente pasó de los poemas de Benedetti interpretados por Nacha Guevara a los libros del autor uruguayo; y muchos se volvieron lectores cuando supieron que esas canciones de Serrat eran poemas de grandes escritores españoles. Tal vez este premio actúe como actúan los cómics, que son la puerta para llegar al espacio donde habitan los grandes autores literarios. Basta un paso para ir del cómic al libro. ¿Bastará un paso para ir del disco al libro de Bob?
Romeo imaginó una imagen cruel, pero cercana a la realidad: El lector snob que corrió a la librería en cuanto se enteró de la decisión y no halló ningún libro de poesía de Bob. El librero le dijo que no se preocupara, que fuera a Mixup, y el lector fue y halló muchos discos de Bob.
Sí, parece que el libro perdió este año. ¿Cómo se recuperará? Romeo me barrió, dijo que no me preocupara, que cuando Murakami gane, millones de lectores correrán a las librerías y todo volverá a la normalidad.