jueves, 6 de octubre de 2016

ENRIQUE VILA MATAS DUERME A PIERNA SUELTA





Vila Matas, escritor español, duerme sin insomnios. Duerme tranquilo, porque en la lista de posibles merecedores del Premio Nobel está como en el número 60; es decir, no tiene posibilidades de llevarse el galardón. Cuando vio la relación de nombres debió emocionarse. Estar considerado entre los cien mejores debe ser emocionante. Pero, esa noche durmió plácidamente porque sabe que no ganará.
¿Qué pasa con los escritores que encabezan la lista de los posibles ganadores de tal reconocimiento, el máximo galardón que puede recibir un escritor?
Hace muchos años leí un best seller del escritor norteamericano Irving Wallace, el libro se llama “El premio Nobel”, ahí, con malicia de escritor de best sellers, da a conocer qué sucede en la vida de hombres y mujeres que, por telegrama, reciben la noticia de haber sido elegidos para entrar al altar de la gloria. (Por telegrama, ¡Dios mío!)
El escritor que recibe el comunicado es un compa norteamericano que tiene un problema severo con la bebida. Él se pregunta si estará sobrio a la hora que pase a recibir la medalla entregada por el Rey de Suecia. El de Wallace es una novelilla atractiva porque acude al morbo que tenemos todos los mortales. Nos seduce la idea de conocer esos mundos que nos están vedados a los simples mortales. Yo, lo más que conozco es a escritores que han ganado los juegos florales de ciudades chiapanecas (escasos, porque los juegos florales cada vez son menos). Aun así, sé poco de sus vidas. Conocer cómo es el mundo de los grandes tiene su encanto. ¿Qué hacen?, ¿qué problemas les atosigan?, ¿cómo son sus relaciones interpersonales?, ¿qué muchachas bonitas se acercan a Juan Villoro, por ejemplo, y manifiestan su admiración?
Wallace nos regaló una historia de ficción que escarbaba en ese morbo. Pero, ¿qué sucede, en la vida real, con quienes están nominados y saben que tienen una posibilidad de acceder al Olimpo? ¿De verdad, como cuentan los que participan en un concurso de literatura, olvidan el asunto y se dedican a otra cosa? No lo creo. No es posible que Haruki Murakami no debe revolverse con tranquilidad en su cama a la hora que apaga la luz del buró. Favorito en la lista desde hace años debe pensar en el premio. En algún momento la duda debe entrar a su mente como delincuente a media noche y debe revolver las gavetas de su emoción. Porque todo escritor sueña en algún momento soñar con la gloria del Nobel, de igual manera que los deportistas sueñan con obtener una medalla olímpica de oro. Para el corredor de maratón de nada sirve obtener el segundo o tercer lugares, de nada. Todo mundo aspira a la gloria del oro; todo mundo aspira a la gloria del Nobel. Y cuando digo todo escritor, hablo de los grandes, de aquéllos que están en las manos de medio mundo. El autor local que apenas es leído por sus paisanos no debe soñar con el Nobel. No debe hacerlo a fin de no aparecer como un lunático.
¿Cómo se llega a ser grande? ¿Cómo alguien puede aparecer en la relación de candidatos al Nobel? ¿Cómo los Mario Vargas Llosa o Vila Matas del mundo llegan a aparecer en diarios y noticiarios de televisión? ¡Ah, ese es uno de los grandes misterios de la vida! Así como dar respuesta de cómo se manejan las listas de probables ganadores al Nobel ¡es otro gran misterio! La vida está llena de éstos. ¿Le darán este año el premio a Murakami? Por el momento es un gran misterio. Cuando se devele, por bien de la literatura, pido que aparezca otro nombre, un nombre literario que vaya más allá en su propuesta creativa, un nombre que demuestre que en el plano literario debe imperar la inteligencia y no el simple recuento de historias sin mucho cimiento. El Nobel a Modiano fue un premio otorgado a lo mediano. ¿En dónde está lo grande? Lo literario no se circunscribe a contar una historia, la literatura aparece cuando esta historia linda con un misterio de la vida y nos seduce esa posibilidad.
¿Por qué no hay un solo mexicano en la lista y sí varios escritores españoles? Ah, este misterio sí se conoce y, tal vez, devela algunos otros misterios que parecen insalvables. España domina, desde hace varios años, el mercado editorial hispanohablante, por ello, por intereses meramente económicos, interesa que aparezcan autores españoles como posibles ganadores del premio máximo de la literatura, para que se sepa que, todavía, la madre España lo sigue siendo. ¡Uf!
¿Qué pasa en la mente de quienes son nombrados como posibles ganadores del Nobel de Literatura? ¿Duermen a pierna suelta? No lo creo. A mitad de la noche deben despertar con angustia, deben sentarse y recargarse contra la cabecera y así, en la oscuridad del cuarto, sólo matizada por una línea de luz que se cuela a través de la cortina de la ventana, deben pensar en el momento en que reciban, ya no un telegrama, sino una llamada telefónica avisándoles que obtuvieron el Nobel, y minutos después cientos de llamadas de periodistas de todo el mundo, como alud, les caerá sobre su cabeza, sobre su conciencia, sobre su vida, transformando ésta para siempre, para siempre.