viernes, 19 de abril de 2024

CARTA A MARIANA, CON PRESENCIAS

Querida Mariana: ¿existió El Quijote? ¿Existe Dios? ¿Existen los espíritus, los fantasmas? Medio mundo, con la mano en la cintura, niega la existencia de estos entes. Sin embargo, ahora que he escrito esos nombres, todos han aparecido como presencias rotundas. En todo el mundo estas presencias revolotean por el aire, con la misma soltura con que lo hacen las mariposas. Nadie niega la presencia de las mariposas. Tengo amigos que, en forma rotunda, con aire de libres pensadores, se burlan de quienes creen en Dios. Aducen que Dios es una creación mental de seres humanos. ¿Ya pensaste que lo mismo podría decirse de El Quijote? El Quijote y Dios fueron invención humana, aseguran. En este momento pienso que nadie, entonces, negaría el genio humano, al que reverencio. Construir ambas imágenes mentales demandó genialidad; es decir, mis compas que niegan la existencia de Dios no tendrían el genio para inventar tal portento. ¿De dónde el genio del ser humano que tuvo la capacidad de inventar tales grandezas? Ah, no sé, soy una minúscula partícula del universo. No obstante mi simple capacidad advierto grandeza en tales creaciones. ¡El Quijote! ¡Dios! Pucha, qué imágenes tan sublimes. Quien niega la existencia de Dios se comporta a la altura del que niega la existencia de El Quijote. ¿Quién a estas alturas del siglo XXI se atreve a negar la existencia de El Quijote? Tal vez el mismo que niega la existencia del ente llamado Dios. El Quijote ha creado toda una serie de valores humanos que ha conformado una forma de ver la vida. Cuando decimos “hizo un acto quijotesco” decimos que realizó un acto de gran nobleza. Al mundo le ha hecho bien la presencia de El Quijote. ¿Qué puede decirse de Dios? Bueno, cuando la ciencia no puede darnos la explicación del origen del universo aparece la presencia divina como el poder omnímodo, el que, en siete días, creó todo lo que existe. La presencia de Dios, por la interpretación de los humanos, ha ocasionado serios daños, basta pensar en todos los actos violentos que se han hecho en nombre de Él. De ahí que resulta un poco, o un mucho, temerario asegurar la inexistencia de Dios. Pero, querida mía, no quería meterme en estos embrollos, lo que quería decir es que los fantasmas ¡sí existen! Ah, nuestro pueblo, Comitán, igual que muchos pueblos del mundo ha llenado su libro de leyendas y cuentos con la presencia de fantasmas. En los años sesenta, los muchachitos se reunían en una esquina, alumbrada apenas por un foco tilibrís, para escuchar historias de fantasmas que se aparecían en lugares conocidos, plazas o casas familiares (era común escuchar lo siguiente: en esa casa espantan); las historias eran tan cercanas que, en ocasiones, los fantasmas eran los espíritus de abuelos y de abuelas. Como dijo Bora, entrenador de la selección mexicana de fútbol soccer: “yo respeto”. Respeto a los amigos que son creyentes y a los que son ateos, respeto a todo el mundo, a los que le van al Guadalajara y a quienes le van al América; a los que aseguran que San Cristóbal es la capital cultural de Chiapas y a los que insisten en darle ese honor a Comitán; respeto a los hombres que les gustan las mujeres y a los hombres que son felices teniendo a hombres como parejas o a las muchachas que no les gustan los hombres sino otras chicas. Respeto a quienes niegan la existencia de Dios, a los que insisten en decir que El Quijote no existió; respeto a los que niegan la existencia de los fantasmas. Pero, eso sí, lamento que quienes niegan la existencia de fantasmas no hayan vivido la emoción de verlos cruzar las paredes o de asomarse por las ventanas, a la hora que el reloj de la sala da las campanadas de las doce de la noche. La literatura está llena de fantasmas y la literatura es lo que tiene más existencia real. Posdata: soy de los que insisten en decir que no existen documentos probatorios de la vida real de Josefina García, pero sería un tonto si negara su existencia. No soy de esos compas que exigen meter el dedo en el hueco (sin albur). Ella es una de las grandes heroínas de este país, el acto que realizó fue de una gran valentía, acto generoso. ¡Tzatz Comitán!