miércoles, 10 de abril de 2024

CARTA A MARIANA, CON PRODUCTOS CULTURALES

Querida Mariana: la pandemia cesó, pero el COVID continúa. Procuro no olvidar los estragos, los fallecimientos, los descuidos que propiciaron tantas tragedias; asimismo procuro tener en cuenta las reglas mínimas de cuidado, para la sobrevivencia en tiempos pospandémicos. ¿Hubo alguna ventaja para el mundo en tiempo de pandemia en medio de tanta oscuridad? Me cuesta trabajo advertirlo, pero sí. Los expertos indican, por ejemplo, que el mundo se dio cuenta de la importancia de los productos culturales. ¿De verdad? Esto sería un verdadero prodigio. ¿El mundo comprendió la importancia de la cultura en nuestro día a día? Los expertos cuentan que en tiempo de pandemia, cuando estuvimos enclaustrados, la cultura fue fundamental para la sobrevivencia. Millones de personas permanecieron en sus casas, esta permanencia hubiese sido más dramática sin presencia del arte, así nos ponen como ejemplo los libros electrónicos que los lectores pudieron adquirir a través de los chunches electrónicos; de igual manera millones de cinéfilos aprovecharon las plataformas para ver cine, para disfrutar el séptimo arte. Los celulares también permitieron que los abuelos se comunicaran con los nietos, los hijos con los padres, los amantes con sus amadas (uso el término amante con el significado del que ama, no necesariamente con el uso que en Comitán se le da al llamado querido, aunque también). Todo lo que he mencionado son productos culturales que aligeraron el periodo de incertidumbre. ¿Qué habría sido de nosotros sin estas herramientas? El mundo hubiese colapsado en forma total. Vos sabés que en casa nos enclaustramos definitivamente, no salimos para nada. Un amigo motociclista hizo favor de comprarnos la despensa y llevarla a la casa, despensa que recibimos con un estricto protocolo de limpieza. Mi mamá halló la misa en un canal de televisión y todas las tardes vio y escuchó los servicios religiosos, en ocasiones, muy chenta, me dijo que la misa era dictada, nada más y nada menos, que por el papa. Pucha. Estaba contenta. No me estás preguntando, pero siempre he pensado que la cultura es esencial para la vida. No fue necesario que llegara la pandemia para entender que el arte es fundamental, el arte es lo que nos hace diferentes a los animales. La persona que no comprende la importancia de la cultura se comporta como un animal, porque satisface todas sus necesidades básicas como si fuese un gatito, un cuch o un chucho. ¿De verdad el mundo comprendió la importancia del arte en la vida del día a día? Los expertos señalan que millones de personas en todo el mundo advirtieron que la pandemia hubiese sido más brutal sin la presencia de la cultura. Pero, (ay, señor), si así fue, veo que a muchas personas se les olvidó. Vos y yo hemos vivido el fenómeno. Por ejemplo, cuando un amigo se pasa de copas y sufre un accidente, provocado por el exceso, jura y perjura que no volverá a suceder, que dejará de beber en forma irracional. Conforme transcurre el tiempo el suceso se olvida y, tarde o temprano, vemos al compa ya bien bolo de nuevo, trepándose al carro, ignorando la petición de la esposa que le recuerda el suceso incruento. Los seres humanos somos dados a olvidar. Es correcto olvidar las tragedias, pero no es lógico ignorar las precauciones para evitarlas hasta donde sea posible. Millones de personas en el mundo sobrevivimos a la pandemia, gracias a los objetos culturales: los libros, las películas, los museos. ¿Y ahora que la pandemia ya cedió tantito? ¿Sigue el mundo leyendo, viendo cine, asistiendo a museos, adquiriendo obras de arte? Parece que la emergencia pasó y el mundo volvió a ser el de siempre. Muchos optimistas dijeron que el mundo regresaría diferente al término de la pandemia. ¡Mentira! José insiste en decir que la persona mierda siguió siendo mierda. Posdata: la cultura siempre ha sido un elemento espiritual indispensable. Los que amamos el arte sabemos que el arte hace la diferencia, gracias al arte dejamos nuestra condición de simples animales y nos elevamos. ¿Cuándo dejaremos de arrastrarnos como simples víboras? ¿Cuándo el vuelo será nuestra vocación consciente? ¡Tzatz Comitán!