miércoles, 22 de agosto de 2007

Las paredes de estos tiempos

Jorge Rojas, destacado periodista, se tomó el tiempo para entrar a leer esta libreta de apuntes. Hizo más. Dejó un comentario del que entresaco algunas líneas que mueven a la reflexión: Jorge dice: "...las pintas de la palabra COTZ han ido desapareciendo y con ellas la identidad de nuestra generación (...) ahora resaltan más las pintas de graffitis y de signos que presumo (...) provienen de una cultura diferente...".
Jorge reflexiona sobre algo que es signo ineludible de estos tiempos: la pérdida de identidad.
La cultura es algo vivo, no puede permanecer estática. Comitán en su desarrollo, igual que cualquier pueblo del mundo, adopta y adapta modos diferentes de ser. La vida es un permanente intercambio de ideas. Así como Comitán toma elementos de otras culturas, otras culturas se enriquecen de la cultura comiteca. Dijéramos que es el intercambio natural de dos entes que están vivos y que se relacionan. Esto no es malo, lo malo aparece cuando el nativo (en este caso el comiteco) relega su cultura por el deslumbre de una cultura ajena. Cuando el hombre cancela su propia cultura y adquiere otra se convierte en un ser invisible, porque jamás será lo otro, nunca lo logrará.
Jorge advierte que algo de Comitán se está perdiendo. No es la pinta de la palabra Cotz, es algo más: es la capacidad de sentirse orgullosos por ser diferentes.
Al mundo lo acecha un grave peligro: la uniformidad.
La riqueza del mundo es precisamente la diversidad, los diferentes modos de ser. Comitán es un pueblo único por sus peculiaridades.
El día que un restaurante Mc'Donalds abra una sucursal en Comitán, ¡Comitán no acabará! El pueblo acabará el día que cierre sus puertas el restaurante que vende butifarras o desaparezca la cantina que sirve Tzizim como botana.
Jorge tiene razón. Al defender nuestras tradiciones defendemos nuestra identidad. Y no hay cosa más importante para un hombre que saber quién es.
Creo que las reflexiones inteligentes, como la que Jorge hace, dan luz. Y luz es lo que necesita el pueblo. El ignorante es un ciego y un ciego no puede ver el brillo de un diamante.
Aún tenemos una pared limpia, aún hay un cielo auténtico, aún late una flama en el corazón de Comitán. ¡Bien vale la pena su rescate y difusión!