miércoles, 29 de agosto de 2007

Los cielos más altos

Hay actos mágicos que la razón no comprende.
¿Es una exageración decir que hay un Comitán en el corazón y en la mente de cada comiteco?
¿Quién es comiteco? ¿Sólo es comiteco quien nació ahí?
¿No es comiteco quien, a pesar de haber nacido en otro lugar, eligió a Comitán como su lugar de residencia?
¿No es comiteco quien sólo vivió una temporada en el pueblo, pero no puede olvidarlo porque se enamoró de su gente y de su clima?
¿No es comiteca María Eugenia Loranca, niña bella de trece años que nació en el defe, pero que sueña con conocer el pueblo donde nació y creció su papá?
En el corazón de María Eugenia, y en el corazón de cada uno de los comitecos desperdigados en el mundo, existe un Comitán.
Son miles de guijarros los que constituyen nuestra playa. A veces son nubes de papel de china, o pájaros con alas de chimbo, o colibríes que vuelan sobre cielos con aroma de juncia; a veces son ventanas con cristales de marimbas, o pétalos mojados en el agua de La Pila.
Cada comiteco en el exilio también vuela cada mañana los mismos cielos que vuela quien, físicamente, camina sus calles.
Las piedras bolas de Comitán siguen empedrando miles de calles en miles de sueños.
Cada Comitán es único y la suma de todos ¡conforma nuestro universo!