domingo, 19 de octubre de 2008

Abrir los ojos

Despierto cuando suena el despertador (a veces me pregunto por qué los inventores y cientìficos no han inventado un aparato que se llame "dormidor" y que sea un aparato que cuando "suene" nos induzca al sueño de inmediato).
Despierto cuando suena el despertador. Me levanto para ir a orinar al baño. Camino titubeante, como si la niebla del sueño aún me acompañara. Poco a poco esta niebla desaparece. No logro abrir los ojos del todo, incluso, a veces, orino aún con los ojos cerrados, como en un juego inocente de "atínale a la taza". Me cuesta mucho abrir los ojos y debe ser porque soy un ser humano común y corriente. Dichosos los que son actores de cine o de televisión. Dichosos ellos porque en todas las escenas que aparecen durmiendo y el despertador suena apenas se estiran como gatos y ¡ya están listos para enfrentar la vida! Nunca he logrado saber cómo le hacen. Es como si la niebla del sueño les fuera ajena (bueno, ya no se diga de aquellas actrices que incluso despiertan bien peinaditas y totalmante maquilladas). Creo que en la vida real abrir los ojos es más complicado. Tal vez por esto mi mamá insistió mucho tiempo en eso. Cuando miraba que yo estaba tomando un camino equivocado me recomendaba abrir los ojos. Mi mamá no entiende que a mí me cuesta hacerlo. No es algo rutinario en mí. Siempre que despierto de un sueño ¡me cuesta tanto abrir los ojos!