lunes, 13 de octubre de 2008

Las puertas

Tocan la puerta de la entrada de mi casa, me levanto y voy a ver quién es. De lo único que estoy seguro es de quien toca la puerta es un ser humano. Parece una obviedad y sin embargo entraña un reconocimiento importante. Los seres humanos tocamos las puertas de las casas porque necesitamos algo de otros seres humanos.
Recorro los cuatro o cinco metros que separan la sala de la puerta de entrada. Abro un ventanillo que está al lado de la puerta. No hay sorpresa mayor. Siempre, siempre hallo un ser humano del otro lado de la puerta. A veces es un afecto, a veces es la señora que vende "chinculguajes" (una especie de tortillas con frijol adentro), a veces es un hombre que se ofrece para limpiar el jardín.
Nunca, nunca me ha tocado el caso de abrir el ventanillo y toparme con un dinosaurio o con una nube. ¡Nunca! La vida es monótona. Siempre que el hombre escucha que alguien toca a la puerta, ese alguien es un ser humano. Nunca me ha tocado el caso de abrir el ventanillo y toparme con un ser extraterrestre, por ejemplo. Esto sólo indica una de dos cosas: o los extraterrestres no existen o las nubes no necesitan nada de nosotros los hombres. Porque siempre que alguien toca en la puerta de mi casa es porque necesita algo. Aunque a veces esto no es tan preciso. A veces algún afecto toca a mi puerta no porque necesite algo, sino porque advierte que yo necesito un poco de aliento, un poco de viento fresco, un abrazo.
Tocan la puerta de mi casa y yo abandono mi silla y camino con la certeza de que hallaré un ser humano. Una vez leí un cuento donde el personaje escucha que tocan la puerta de su casa, se levanta y cuando abre la puerta se encuentra con alguien igual a él, como si estuviera frente a un espejo, pero no es un espejo, el que está frente a él es algo como un clon o como un fantasma. Sí, a veces, los fantasmas o espíritus tocan las puertas, no porque necesiten algo del otro, lo hacen sólo por travesura. Pero esto último no hace ninguna diferencia, de todas maneras los que tocan las puertas siguen siendo espíritus humanos, fantasmas humanos.