martes, 14 de octubre de 2008

Al aire libre

Cuando frecuentaba las cantinas me gustaban las que estaban al aire libre. Recuerdo que en mi pueblo, hace ya varias lunas, abrió sus puertas una cantina que se llama "El camino secreto" (en ese tiempo exhibían una telenovela con ese nombre). Tenía ese nombre porque uno entraba en una especie de pasillo hasta llegar a un patio (un sitio, le llamamos en Comitán), donde, debajo de unos árboles de aguacate, estaban dispuestas unas mesas metálicas. Me gustaba tomar la cerveza en ese espacio, al lado de plantas y mariposas y chupamirtos. Era un lugar lleno de luz, de viento.
Asimismo recuerdo con gran emoción las funciones de cine al aire libre que presencié en mi infancia. Mi papá era distribuidor de la Coca Cola y, de vez en vez, llegaba un camión de publicidad que promovía el producto a través de funciones de cine al aire libre. El camión se instalaba frente a una plaza, colocaba una pantalla y, a partir de las siete u ocho de la noche, trasmitía películas de Tarzán (en glorioso blanco y negro).
Hoy, que la tecnología está tan avanzada, sería un privilegio contar con funciones de cine al aire libre. Ahora que ya la temporada de lluvia está por terminar, ahora que el horario está por cambiar, sería bueno que alguna dependencia fomente este tipo de espectáculo. Ahora que en mi pueblo no existen salas cinematográficas sería bueno implementar este tipo de funciones que propicia la convicencia sana.
El otro día me invitaron a una cantina. Fui, sólo porque la invitación era para ir al Camino Secreto. Sufrí una gran decepción. Ahora la cantina está instalada en un gran salón lleno de humo. Ya no es más una gran cantina "al aire libre". Ni modos. Dijera don Teófilo: "Tamos jodidos, ya nos cambiaron la jugada".