domingo, 7 de diciembre de 2008

Arena



El 4 de diciembre se cumplió un aniversario del fallecimiento del padre Carlos. La mañana de su muerte, en 1989, Artemio llegó a la escuela y comentó que el padre Carlos, minutos antes de morir, le había dicho algo más o menos como esto: "Chato, llévame a la iglesia que debo dar misa".
El padre Carlos tenía un acendrado sentido del deber dentro del gozo. Su labor como maestro también rebosaba ese sentido del deber y de la responsabilidad en medio del disfrute. En muchas ocasiones se enojaba de más por la terquedad de sus alumnos. Los jóvenes son inquietos y rebeldes por naturaleza. Él insistía en que sus muchachos abrevaran como fieles corderos, pero, de vez en vez, le saltaba alguna cabra o algún cabrón, y, entonces, también le brincaba lo Mandujano.
A la distancia su imagen se vuelve más grande cada vez en mi memoria, y a su memoria es que hoy lo recuerdo con gratitud y profundo amor.