martes, 9 de diciembre de 2008
No sé cuál color se extravió. A veces, como en la piel de este tapir, en la vida asoma una franja donde el color no está definido. Uno nunca sabe si el negro avanzará o, por el contrario, el blanco contaminará la sombra y llenará de vida la franja indefinida. La mayoría de veces es el destino quien se encarga de resolver el enigma; pero, a veces, es la mano del hombre la que logra el prodigio. Dios está enredado en ambas posibilidades y, al final, es su decisión la que impera, pero cuando Dios está de buenas permite que el hombre crea que puede descifrar el juego. El hombre, entonces, juega y sonríe. Contra lo que pudiera pensarse, el hombre no siempre elige el blanco.