lunes, 1 de diciembre de 2008

Un cántaro lleno de luz


El sábado conocí a María y fue como si estuviera frente a una cortina de luz. María estudia en el CBTI's 108 de Comitán. Entiendo que estudia el primer semestre de bachillerato, es apenas una adolescente y ya es campeona nacional de declamación.
Hace varios años me invitaron como jurado de un concurso de declamación en la ciudad de Las Margaritas. Los muchachos de ese tiempo declamaron las "poesías declamables". Las clásicas de Mamá soy Paquito y porque soy un niño no beberé manque me lleven los pingos o me insistan en decir el brindis del bohemio frente a Garrick. Creo que ahí comencé a practicar mi tolerancia al ciento por ciento. Ese día se coló un poema de Benedetti y eso fue ganancia.
¿Saben qué declamó María el sábado? ¡A Octavio Paz! ¡Nunca lo hubiera imaginado! ¿Los poemas de Octavio Paz son declamables? "El cántaro roto" ¡sí! María lo hizo y lo hizo de manera sublime, porque transmitió la emoción de ese surtidor de palabras.
Hubo un instante en que cerré los ojos y fue como si alguien me leyera muy cerca del oído, como si un pájaro volara tenue sobre una rama.
María Castellanos Nájera es hija de mis amigos Maluye y Jorge, se mueve con una gran seguridad, tal vez con la certeza de la mujer que borda todas las nubes de la lectura. María, asumo, debe ser una buena lectora, alguien que no desdeña esas hojas que están colgadas en los árboles más altos.
Nunca imaginé que alguien me convenciera de que un poema de Octavio Paz es declamable. ¡María de todas las palabras lo hizo! ¡Qué niña más linda, qué viento más enredado en las nubes más altas!

NOTA: Al redactar la nota escribí el apellido Cifuentes, en lugar de Nájera. Me fui muy tranquilo a mi casa, pero al regresar hallé un papel debajo de la mesa. En la nota, un lector anónimo corrigió mi error, ¡craso error! Gracias a anónimo por ayudarme, gracias por leer este cuaderno de apuntes.