miércoles, 8 de diciembre de 2010

¡AY, LOS PRESIDENTES MUNICIPALES DE COMITÁN!


Con un abrazo a la poeta Yolanda Gómez Fuentes
como agradecimiento por la revista que me envió.


El Cementerio de Montparnasse, dicen los conocedores, es uno de los lugares turísticos de París. Y esto es así porque un puño de famosos está enterrado en ese puño de tierra. Bueno, hasta nuestro Porfirio Díaz tiene ahí sus huesos.
Una de estas tardes le pedí a Marcos Puig me mostrara el lugar donde estuvo la tumba de Minchito, hermano de Rosario Castellanos (Marcos me aclaró que los restos del niño los llevaron posteriormente a un panteón de la ciudad de México).
El panteón de Comitán posee una característica que lo vuelve atractivo turístico y digno de estudio: una barda que separaba las tumbas de los ricos de la de los pobres (los visibles con respecto a los invisibles). Por desgracia, la irresponsabilidad e ignorancia de algunos presidentes municipales provocaron que dicha barda fuese demolida en partes importantes (ojalá que los cronistas nos den luces acerca de los nombres de los presidentes que permitieron tal atentado al patrimonio arquitectónico de este pueblo. Cuando menos para exhibirlos en el Muro de la Ignominia). Dicha barda contiene elementos ornamentales del lado de los ricos; del lado de los pobres está la estructura de las capillas, con el ladrillo descubierto, sin ningún repello, como para reafirmar que ese lado era insignificante. El deterioro continúa. Las autoridades siguen permitiendo que los propietarios de las perpetuidades edifiquen capillas frente a dicha barda.
Marcos ya no halló la tumba de la familia de Rosario. Según él, la perpetuidad estaba a nombre de la familia Abarca, familiares de Doña Adriana Figueroa Abarca, mamá de Rosario. Marcos, cuya familia era muy amiga de la familia de Rosario, cuenta que su abuela lo llevaba de niño a dejar flores en la tumba. La capilla tenía mucha similitud con la que Rosario narra en “Balún-Canán”, unas gradas para bajar y, al centro, una mesa. Ahí, dicen los biógrafos de Rosario, llegaba el Ingeniero César Castellanos a llorar y a contarle cuentos a su hijo varón.
Pero, en compensación, Marcos me mostró una tumba en donde, a decir de él, están enterrados los protagonistas de “Los Convidados de Agosto”. Me fue leyendo las placas de cada uno de los difuntos y los fue relacionando con los nombres de la ficción literaria. ¿Imagina el lector el filón que esto significa en términos de turismo? Sin duda que sí, quienes no pueden imaginarlo son los presidentes municipales. ¡Ay, Señor, qué pena!
Marcos fue más allá, me llevó hasta la tumba donde está enterrado el héroe civil de México, Belisario Domínguez, y señaló la capilla anexa: lugar donde están los restos, nada más y nada menos, de ¡Pantaleón Domínguez!, quien fue Gobernador del Estado de Chiapas y participó en la Batalla de Puebla. La tumba está en franco deterioro. ¿Cómo es posible? Sí, querido lector, a los presidentes municipales les vale un sorbete de vainilla. De acuerdo con la historia, Don Pantaleón fue quien enfrentó la Rebelión de los Tzotziles, conocida como Guerra de Castas y que, ¡de nuevo!, aparece como elemento literario en la novela de Rosario: “Oficio de Tinieblas”. ¡Caray, el panteón de Comitán no tiene a Julio Cortázar ni a Jean Paul Sartre, pero está lleno de historia y lo desaprovechamos!
Marcos exige que se restaure la tumba de don Pantaleón.
¿Qué sucedería si solicitáramos al Presidente Municipal que se hiciera un mapa turístico del panteón de Comitán? ¿Que se colocara en el panteón identificadores que señalaran las tumbas de los personajes importantes así como las características arquitectónicas de los monumentos de mayor relevancia?
Oscar Eduardo Ramírez ya va de salida. ¿Qué habría dicho él hace tres años si se le hubiese expuesto el proyecto? Tal vez ¡nada! ¿Qué diría José Antonio Aguilar Meza, presidente electo que tomará posesión el uno de enero de 2011?
Junto a Mariano N. Ruiz, en el panteón están enterrados muchísimos personajes de la historia de Chiapas. Es una joya que la tenemos olvidada. ¡Es una pena! ¡Unos dicen que si estuviéramos en París otro gallo nos cantara, en lugar de quiquiriquí, diría cocorocó! Pero, gracias a Dios, no vivimos en París sino en Comitán. Habrá que luchar por abandonar la desidia que es costumbre de esta ciudad y exigir a las autoridades a ver un poco más allá de lo inmediato. No se trata de gastar en remodelaciones de capillas viejas, ¡se trata de invertir en proyectos de identidad!