martes, 28 de diciembre de 2010
LA GENERACIÓN 71-74
Nos graduamos de bachilleres en 1974. Mis compañeros habían realizado un movimiento estudiantil que, a la postre, consiguió la construcción del actual edificio de la Escuela Preparatoria de Comitán.
Era 1974. Algunos tenían idea clara de su vocación, otros tatarateábamos como veleta. ¡Ah -pensábamos los confundidos- si fuera posible vislumbrar el futuro, conocer el destino! El gobernador de Chiapas era Manuel Velasco Suárez.
Pepe Hernández me llamó por teléfono, ayer por la tarde. Era para recordarme que la cita era para las dos de la tarde, del martes 28 de diciembre; para la comida de generación.
Poco a poco fueron llegando los compañeros al restaurante "Comitán, ¡qué lindo y qué rico!". Siempre se lamenta la ausencia de quienes no pueden asistir. Al final, los asistentes siempre son menos de los deseados. A cada rato, unos y después otros, volvemos la vista hacia la entrada, esperando que llegue uno de los nuestros. Jorge dice: "¡Ahí está el Güero!" y todos volvemos la mirada, pero no es uno de nosotros, es ¡el güero Velasco!, que se hace acompañar de Luis Ignacio Avendaño Bermúdez.
Luis Ignacio se acerca a nuestra mesa y nos saluda. Roberto se para y va a saludar al Senador, éste se acerca y dice: "estoy agripado", pero no deja de sonreír. Nuestras compañeras se paran y una de ellas, Lety, dice: "Nos tomemos la foto". El Senador accede y tomamos la foto. Uno de nosotros cree que es muy joven para aspirar a la gubernatura de Chiapas, pero nuestras compañeras opinan lo contrario. Si en este momento fueran las elecciones ellas votarían por él, con los ojos cerrados (¡Dios mío, así votarán muchos en esta patria!).
Después de la foto, ellos van a su mesa y nosotros pedimos otro tequila para, como dijera Monsiváis, documentar nuestro optimismo. Alguien, no sé quién, dice: "¿Ya vieron el juego del azar? Cuando nos graduamos su abuelo era gobernador y ahora, por cosas del destino, cuando volvemos a reunirnos se acerca hasta nuestra mesa el que huele para gobernador".
¡Ah -pensamos los confusos- si fuera posible vislumbrar el porvenir!
Carlos dice que ya acabó la botella, pregunta si pedimos otra y Jorge dice que sí. Total, luego nos acordamos que es 28 de diciembre, Día de los Inocentes. ¿Se daría cuenta el Güero Velasco?