lunes, 7 de marzo de 2011

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO LOS NUDOS NO HACEN LAS CORBATAS



Querida Mariana, una vez, hace muchos años, Heberto Morales Constantino impartió un curso a los becarios del Centro Chiapaneco de Escritores. Antes de disertar acerca de la obra de Juan Rulfo propuso una dinámica: ¿Cómo decirle a un ciego las características del color azul? Y los becarios jugaron con las posibilidades infinitas e imposibles de transmitir una imagen a alguien que carece del sentido de la vista. ¡Esa fue una gran lección! Más de dos becarios salieron de esa reunión admirando la sapiencia de un maestro acostumbrado a generar luz. Heberto es un orgullo para Chiapas.
Y digo que eso fue una gran lección porque los escritores deben procurar poseer ciertas características especiales para ejercer su oficio, dentro de estas características está la capacidad de enseñar a los ciegos a ver el mundo. El mundo, querida Mariana, está lleno de ciegos y a estos hay que decirles cómo es el color azul del cielo.
Yo sé que has visto a esos miles de ciegos, porque, gracias a Dios, vos no padecés ceguera. Por desgracia miles de hombres y mujeres palpan las paredes conforme avanzan por las banquetas de la vida, van tentaleando como murciélagos a plena luz del día. No carecen del sentido de la vista, pero por ignorancia llevan una venda en los ojos.
El otro día, una alumna me dijo que yo le parecía un personaje excéntrico y al preguntarle por qué ella respondió: “Porque usted lee”. ¡Dios mío! Al principio me causó sorpresa su respuesta inaudita, dos segundos después entendí que su imagen mental reflejaba una triste realidad nacional. Como este es un país de ciegos cae en el infortunio de ser gobernado por tuertos.
Por esto, quienes están interesados en el progreso intelectual de las personas propugnan por prender muchas lámparas en todas las esquinas. Pero resulta que, a veces, el mundo se para y da vuelta al revés. El otro día fui al edificio donde atiende la directora de Coneculta-Chiapas (nunca lo había hecho. El interior del edificio es deprimente por sucio y oscuro). Antes de entrar (con cara de turista embobado) vi la fachada y me topé con un pendón en vinil que parece remedo de aquel chiste donde la maestra le pregunta a Pepito: “¿Por qué acentuaste la palabra calor?” y el niño responde: “Es que en la televisión dijeron que últimamente el calor se acentúa”. En la entrada de Coneculta-Chiapas el pendón ostenta: “Sala de Ártes Escénicas”. Digo, en el caso de Pepito es un chiste, pero ¿acá? Yo preguntaría: “Señores de Coneculta-Chiapas ¿por qué acentúan la palabra Artes?” (En Chiapas, “últimamente” ¿se acentúan las artes?). El pendón se ve desgastado, lo que indica que lleva varios meses “colgado” ahí. ¿Nunca alguien ha notado el tremendo error de la tremenda corte? ¿Por qué nadie ha hecho algo por resolverlo?
¿Cómo explicar a un ciego el color azul? Para el hombre que mira sin obstáculos, el color tiene como característica principal la diferenciación cromática con respecto a otro color. Yo, dentro de mi bobera, digo que puedo identificar por comparación el azul del cielo con respecto al verde de las hojas del árbol, pero los ciegos no pueden establecer este mismo código. ¿Tienen aroma los colores? ¿Huele diferente el azul del rojo? No lo sé. Advierto que la posibilidad está en la sensación. Si no podés oler, tocar, saborear, oír o mirar el color azul, no queda más que apelar a la sensación que produce en el espíritu del hombre. ¿Qué sensación te produce mirar el azul del cielo? Tal vez por ahí está la clave y por ahí la enseñanza de Heberto.
Pd. Siempre que hablo del maestro Heberto Morales Constantino pienso que Chiapas debería dejar de dar vueltas al revés y concederle el Premio Chiapas. ¿Acaso debe tocar piano o ser compa de poderosos para que su candidatura sea considerada?